La propuesta de prohibir la lucrativa venta del atún de aleta azul agitará las aguas en la sesión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites, por sus siglas en inglés) que comienza esta semana en Qatar.
Los países signatarios de la Cites se reúnen cada 30 meses para evaluar la eficacia del tratado y decidir si agregan o retiran especies de sus listas, que disponen si una planta o animal amenazado queda protegido del comercio internacional y en qué grado.
La inmensa mayoría de las especies protegidas por la Cites son terrestres, pero esto comienza a cambiar a medida que la pesca insostenible y diversas amenazas del cambio climático ejercen una presión cada vez mayor sobre la fauna y flora marinas, cuyo comercio es sumamente lucrativo en algunos casos.
La próxima reunión de la Cites comenzará en Doha, Qatar el sábado 13 de este mes, y concluirá el jueves 25. En discusión habrá más de 40 propuestas de protección de especies, entre ellas una cantidad récord de vida marina, incluido el atún de aleta azul del océano Atlántico y ocho especies de tiburones y corales.
En el caso del atún de aleta azul del Atlántico, se calcula que su comercio asciende a 7.200 millones de dólares por año.
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El miércoles pasado, Estados Unidos reiteró su apoyo a la inclusión del atún en el apéndice 1 de la Cites, que prohibiría el comercio internacional del pez, muy popular en los platos japoneses de sushi y sashimi.
El jueves, un representante del gobierno japonés anunció que su país no acatará semejante veda. Un 80 por ciento de la pesca de atún se exporta a Japón, donde un solo pescado puede costar hasta 100.000 dólares.
"Si pasa lo peor, Japón no tendrá otra opción que plantear sus reservas", declaró el jueves el subsecretario japonés de Agricultura, Bosques y Pesca, Masahiko Yamada.
La Cites tiene 175 países miembros, entre ellos Estados Unidos y Japón, que se sumaron voluntariamente al tratado y ahora están legalmente comprometidos por sus disposiciones.
No obstante, las partes pueden presentar una reserva dentro de los 90 días en los cuales una especie es incluida en la lista de protección, eludiendo así el compromiso de las disposiciones respectivas. Al presentar la reserva, Japón podría seguir comprándole atún a otros países que también se nieguen a acatar la prohibición.
España, Grecia y Malta —todos ellos con fuertes industrias atuneras— también se opusieron a la prohibición del atún de aleta azul. Francia, otro país gran pescador, apoya la veda, pero sólo tras un retraso de 18 meses y por un lapso limitado. Italia expresó su apoyo a la medida.
Gerry Leape, un alto funcionario de la organización ambientalista estadounidense Pew Environment Group, dice que es improbable que uno de estos gigantes europeos del atún elija no acatar la prohibición con el fin de continuar exportando a Japón, ya que tendría que cumplir la decisión de la Unión Europea (UE).
Funcionarios de la UE se reunieron el viernes para discutir una posición común y se espera que lleguen a una decisión esta semana. La Comisión Europea y el Parlamento Europeo se manifestaron a favor de la prohibición, así como Alemania y Gran Bretaña.
Además, las reservas "son declaraciones políticas serias sobre la decisión de no cumplir las normas", dijo Leape.
Por su parte, Japón ya tiene reservas a la inclusión de ocho especies del Apéndice I —todos ellos ballenas o delfines—y tres especies de tiburones del Apéndice II. El comercio de las especies en el Apéndice II es legal, pero rigurosamente controlado para asegurar que no afecte la supervivencia de las mismas.
"Japón como gobierno tiene una historia de oponerse a la inclusión en la lista de especies marinas en los apéndices de la Cites", dijo Bill Fox, vicepresidente de pesquerías del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en Estados Unidos. "Es decepcionante pero no inesperado que se opusieran" a vedar el comercio de atún de aleta azul.
Históricamente, "ha sido difícil obtener apoyo para (la prohibición de la pesca de) cualquier pez que tenga importancia comercial en la Cites". No obstante, en el último año la comunidad marina recurre más a este instrumento legal para conseguir sus objetivos de conservación, agrega.
UNA LUCHA POLÍTICA POR LA SUPERVIVENCIA
Mónaco propuso vedar el comercio del atún de aleta azul por primera vez en julio de 2009. Como lo fuera el bisonte en las grandes praderas de Estados Unidos en su tiempo, este pez fue otrora la especie estrella de las aguas de los mares Mediterráneo y Atlántico, donde alcanza velocidades de hasta 100 kilómetros por hora en rutas migratorias de miles de kilómetros.
Pero su número ha disminuido en forma precipitada en las últimas décadas.
En octubre, científicos de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (Cicaa) concluyeron que la población descendió 72 por ciento en el Atlántico oriental y 82 por ciento en el Atlántico occidental en los últimos 40 años, período en el cual la pesca industrial creció considerablemente.
Sólo en la última década la población del Atlántico oriental se ha pescado a un ritmo de dos a tres veces mayor al sostenible, mientras el descenso de los especímenes del Atlántico occidental se estabilizó, aunque en volúmenes muy bajos.
Se cree que esto se debe, por una parte, a la aplicación de cuotas de pesca sostenibles en el Golfo de México y el Atlántico occidental, y, por otra, a la falta de supervisión científica de la captura en el Atlántico oriental y el Mediterráneo. La prohibición de la Cites se aplicaría a la población en su totalidad.
Los científicos recomendaron que la Cicaa prohibiera la pesca de la especie en su reunión de noviembre en Brasil, como hicieron algunos países, entre ellos Estados Unidos.
Pero la reunión concluyó con el acuerdo de reducir la pesca del atún del Atlántico y el Mediterráneo a 13.500 toneladas en 2010, menos que las 22.000 de 2009, pero lejos del objetivo de 8.000 toneladas o menos que pretendía Estados Unidos.
La decisión de noviembre escandalizó a organizaciones ecologistas y desilusionó a funcionarios de Estados Unidos, pero no quedó claro si Washington seguiría exigiendo la prohibición total del comercio de la especie.
Sin embargo, la semana pasada Estados Unidos reiteró su apoyo a la medida, para satisfacción de quienes ven que la población del atún de aleta azul se acerca peligrosamente a la extinción.
Ahora existe la "posibilidad" de que se apruebe la veda, asegura Fox, de WWF, pero la batalla será ardua.
Dos de cada tres de los países signatarios de la Cites deberán votar a favor de la prohibición internacional que propusiera Mónaco en julio para que quede aprobada.
"Nos entusiasma que Estados Unidos haya decidido comprometerse con una posición de liderazgo", dijo Leape. "Aunque sigue siendo una gran prueba conseguir la mayoría de dos tercios, tener Estados Unidos a bordo es algo enorme", agregó.
No obstante, "una de las cosas que la gente —y el gobierno de Japón— no percibe es que la Cites no puede supervisar estas especies por su cuenta. La Cicaa tendrá que hacer su trabajo y reducir la pesca permitida", sostuvo Fox.
"Es importante destacar que los países supervisan la población (de especies) en conjunto mediante organizaciones regionales de ordenación pesquera" como la Cicaa, explicó vía correo electrónico Mike Crispino, portavoz de la International Seafood Sustainability Foundation, una asociación internacional de científicos, empresas atuneras y organizaciones ecologistas abocada a la gestión sustentable de la industria.
Los países miembros de esas organizaciones "son los únicos con la capacidad de supervisar y conservar la población de atún. Con demasiada frecuencia, últimamente, un país impide el consenso, y así bloquea el progreso", agregó.
Según Fox, la prohibición de la Cites ayudará a la Cicaa —criticada por permitir cuotas de pesca demasiado generosas— a cumplir su función al neutralizar la presión internacional oponiéndose a la restricción de la pesca y proporcionando mecanismos adicionales de cumplimiento.