La supervivencia de los corales, gravemente amenazada por la acidificación de los océanos, la pesca de arrastre y el comercio de joyas y adornos, está más cerca del abismo por la decisión tomada en una conferencia que se celebra en Doha.
La extracción de ejemplares centenarios mueve un negocio internacional multimillonario. Son tan hermosos que adquieren la forma de collares de 25.000 dólares o se los exhibe en lujosas mansiones.
Para garantizar que haya corales para las generaciones futuras, Estados Unidos y la Unión Europea habían propuesto incluir a las variedades roja y rosada (Corallium spp. y Paracorallium spp.) en la lista de protección de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites).
Pero el domingo 21, los representantes de los gobiernos votaron en contra de la propuesta de incluir esas especies en el Apéndice II de la Cites, que hubiera supuesto un régimen comercial controlado y la exigencia a los países exportadores de demostrar que su comercio no daña la supervivencia de los corales.
Se requería el voto afirmativo de dos tercios de los delegados presentes, pero sólo lo hicieron 64, mientras 59 se pronunciaron en contra y 10 se abstuvieron.
[related_articles]
Los 175 países firmantes de la Cites están reunidos desde el 13 al 25 de este mes en Doha, donde deben pronunciarse sobre medidas para elevar la protección de unas 40 especies, entre ellas el atún de aleta azul, que también fue rechazada.
En el caso del atún y de los corales "prevalecieron los intereses políticos y económicos de corto plazo en lugar de la ciencia", dijo Kristian Teleki, vicepresidente para Iniciativas de Ciencia en SeaWeb, una organización no gubernamental internacional que se centra en la conservación de los océanos.
"Los delegados gubernamentales ignoraron la información científica que muestra que las poblaciones de esas especies están en rápido declive. Ahora, en lugar de los gobiernos, les toca actuar a las industrias de la joyería y el diseño y a sus clientes", sostuvo Teleki en un comunicado.
"Los corales rojo y rosado están entre las materias primas naturales más valiosas. (Incluirlos en el Apéndice II de) la Cites no hubiera prohibido su comercio, simplemente lo hubiera regulado", explicó Teleki a Tierramérica dese Doha.
"En este momento se los explota de modo insostenible para el comercio de joyas", agregó.
Unas 32.000 especies, como la iguana verde (Iguana iguana), la caoba (Swietenia macrophylla) y el oso negro americano (Ursus americanus) figuran en el Apéndice II de la Convención.
Al colocar una especie en el Apéndice I, como se propuso para el atún de aleta azul, todo su comercio pasa a ser ilegal.
"Por más de 20 años, los países del Mediterráneo han hablado de implementar regulaciones para el coral, y no se ha hecho nada", dijo.
Los corales rojo y rosado se encuentran principalmente en el mar Mediterráneo y el océano Pacífico, y están entre los más valiosos y comerciados de todos. Túnez fue uno de los países que más se opuso a la protección.
Pueden lucir como plantas, pero en realidad son colonias de pequeños animales, pólipos, que segregan los exoesqueletos de carbonato de calcio que forman los arrecifes. Es precisamente el esqueleto, que permanece luego que muere el pólipo, lo que se usa con fines comerciales.
Los corales rojo y rosado son animales marinos longevos, de lento crecimiento, que durante siglos han sido objeto de una intensa pesca para satisfacer la demanda mundial de joyas y adornos, dijo Teleki.
Los rojos pueden crecer 50 centímetros, pero más de 90 por ciento de sus colonias en el Mediterráneo tienen de tres a cinco centímetros de altura y menos de la mitad son suficientemente adultos como para reproducirse.
Se conoce mucho menos sobre las poblaciones del Pacífico, que se encuentran en aguas de Japón y Taiwán, las islas Midway y Hawai.
La extracción mundial de corales rosado y rojo se redujo entre 60 y 80 por ciento desde los años 80, y el tamaño de los capturados también bajó significativamente, dijo Andy Bruckner, de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Esa reducción de tamaño en los corales rojos del Mediterráneo representa una pérdida de capacidad reproductiva de las especies de entre 80 y 90 por ciento, porque los corales más grandes tienen más pólipos, y por lo tanto pueden producir más colonias nuevas, dijo Bruckner en un comunicado.
El comercio de acuarios domésticos también consume grandes cantidades de corales, pues los usan para recrear pequeños arrecifes como decoración.
"Esta demanda ha llevado a una explosión del comercio de corales vivos, con aumentos anuales de entre 10 y 50 por ciento desde 1987", señaló Bruckner en un estudio publicado en diciembre en la revista PLoS one.
Allí estimó que este comercio mueve entre 200 y 330 millones de dólares anuales, y que va en aumento. Pero se presta poca atención a los impactos sobre los arrecifes, agregó.
"Necesitamos alguna forma de protección para estos corales, a fin de que los gobiernos y el público comprendan su importancia", dijo Teleki.
Pero esto ha implicado un gran esfuerzo, dijo Matt Patterson, ecólogo marino del Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos y coordinador de la South Florida and Caribbean Monitoring Network.
En 2005 se blanquearon 90 por ciento de los corales de las estadounidenses islas Vírgenes. Como consecuencia, 60 por ciento de los arrecifes murieron.
Cuando se solicitaron recursos para ayudar a proteger los arrecifes que quedaban, el gobierno de Estados Unidos no hizo nada, dijo Patterson a Tierramérica, desde su oficina en Miami.
"Imaginemos las protestas y las respuestas si 60 por ciento de la Estatua de la Libertad fuera destruida", planteó.
Los arrecifes mantienen a entre 25 y 33 por ciento de las criaturas vivientes de los océanos. Alrededor de 1.000 millones de personas dependen directa e indirectamente de ellos para su subsistencia.
Los arrecifes coralinos no sólo brindan alimento, también reducen los impactos de ciclones, huracanes y marejadas.
Hace pocos años los científicos pensaban que la sobrepesca era la principal amenaza para los arrecifes; ahora saben que es el cambio climático, que recalienta los océanos y los acidifica.
"Los corales son ecosistemas en peligro. A menos que prioricemos su protección, pueden dejar de existir mientras estemos vivos, lo que en verdad me asusta", agregó.