República Dominicana fue el primer país en brindar ayuda a Haití tras el terremoto devastador que sufrió su vecino, a pesar de que ambos comparten una historia de relaciones marcadas por la tensión.
Haití recibió de República Dominicana productos enlatados, víveres, agua y equipos médicos, así como 10 cocinas móviles en autobuses que el gobierno dominicano utiliza para cocinar y repartir alimentos en las zonas más pobres de su territorio.
Las cocinas móviles ya han servido casi dos millones de comidas individuales en Puerto Príncipe y en la localidad de Jimaní, el principal cruce de frontera hacia República Dominicana. Las comidas, que se entregan junto con bolsas de agua, le costaron a este país 2,1 millones de dólares. Pero esa es sólo una pequeña parte de la ayuda otorgada.
Gran parte de la asistencia es coordinada por Funglode (Fundación Global Democracia y Desarrollo), una organización sin fines de lucro creada por el presidente Leonel Fernández.
Las violaciones de los derechos humanos de haitianos y sus descendientes, incluso linchamientos y deportaciones masivas de inmigrantes, han sido problemas constantes en República Dominicana, que comparte la isla La Española y una frontera de 380 kilómetros con Haití, el país más pobre del hemisferio occidental.
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Al mismo tiempo, República Dominicana tiene una fuerte dependencia de la mano de obra haitiana, que realiza aproximadamente 60 por ciento del trabajo agrícola y gran parte de las obras de construcción.
Sin embargo, desde el terremoto del 12 de enero, los dominicanos promedio y su gobierno se volcaron a brindar ayuda al vecino país.
"El pueblo de República Dominicana hizo un gran esfuerzo para ayudar al pueblo de Haití", declaró Jhoselyn Ruiz, asistenta del director ejecutivo de Funglode.
"Estamos recibiendo donaciones de agua, productos enlatados, lonas y ropa en muchos centros de recepción en todo el país. Estamos coordinando para que todas estas donaciones se trasladen por barco y camión. Tratamos de darle la mayor ayuda a quienes la necesitan", agregó.
Seis barcos de la Armada de República Dominicana se destinaron al transporte de la ayuda a las zonas afectadas, como Jacmel, en la costa sureña de Haití. Allí llevaron 100 toneladas de alimentos, agua y equipos médicos, incluso voluntarios de la Cruz Roja dominicana. Se trató del primer cargamento de ayuda que recibió la devastada ciudad.
El aeropuerto de Barahona, en el sudoeste de República Dominicana, también se dedicó a las operaciones de rescate. Como el principal puerto haitiano, Puerto Príncipe, está totalmente inoperable, gran parte de los cargamentos de la ayuda y los voluntarios deben llegar a Haití a través de una carretera fronteriza, que serpentea entre el lago Azul y un precipicio y es propensa a las inundaciones.
En la frontera de Jimaní, los hospitales dominicanos realizaron más de 1.500 cirugías a haitianos heridos.
La oficina de la primera dama de República Dominicana anunció que se enviarán 15 aulas portátiles a Haití. Se calcula que hasta 5.000 escuelas fueron destruidas por el terremoto, y que 1,5 millones de escolares están sin clases.
"Los helicópteros parten continuamente del aeropuerto (dominicano) de Higuero", dijo Ruiz a IPS, con destino a "Jimaní, donde coordinan la ayuda. Otros centros envían sus propios camiones", como las universidades. "Así que no tenemos forma de saber cuánta ayuda vino de República Dominicana".
La asistencia oficial de República Dominicana se calcula en 83.000 dólares diarios.
Además, el presidente Fernández se convirtió en un defensor de Haití ante la comunidad internacional. Luego de que el director del Banco Interamericano de Desarrollo, Luis Alberto Moreno, propusiera un "Plan Marshall" para el desarrollo de Haití, Fernández declaró que el fondo con ese fin debe contar con 10.000 millones de dólares para la reconstrucción del país en 10 años.
Ante los ministros de 76 gobiernos, Fernández se presentó en enero en una mesa redonda en Santo Domingo junto al presidente haitiano, René Preval.
Primero propuso la condonación de la deuda externa de Haití. Luego recomendó la creación del fondo con el capital y los intereses debidos al Club de París de países acreedores.
Fernández también recomendó que los pagos de intereses y de capital de los países de América Latina y el Caribe correspondientes a los próximos 10 años se aporten al fondo de Haití.
En el Centro Bono, el principal punto de recepción de ayuda operado por la orden católica de los jesuitas en República Dominicana, Ana Coronado ha estado trabajando todos los días desde el terremoto.
"Vaciamos esta habitación tres o cuatro veces al día y llenamos los camiones que van al depósito para la organización y el envío (de la ayuda). Son más de 20 camiones que llenamos cada día", dijo Coronado a IPS.
"Todos los días tenemos al menos 20 voluntarios, a veces hasta 40", explicó. "Además de agua y alimentos enlatados, ahora también pedimos bolsos de dormir, colchones, sábanas, lonas, grandes bolsas de plástico para recoger la basura y los cadáveres también", dijo.
Una lista a la entrada del centro informa que también se necesitan detergentes, antisépticos, guantes y máscaras, carpas, tejidos contra mosquitos, platos, tasas y utensilios de cocina de plástico.
En el vestíbulo del centro, seis jóvenes haitianos rodean a un compatriota que recién llegó de Puerto Príncipe.
"Perdí a mi madre y a mi padre", explicó Jean Daniel, de la localidad de Grande Goave. "No tengo casa ni lugar a dónde ir. Envié a mis hermanas menores al campo y me vine aquí. Tuve la suerte de tener pasaporte y visa", contó.
Cuando se les preguntó si la ayuda de República Dominicana cambiaría en algo la relación de tensión habitual entre los dos países, todos asintieron con la cabeza.
"Es increíble lo que hizo este país. Ningún otro podría haber hecho más. Nos abrieron sus corazones por completo. Creo que esto va a cambiar nuestra relación para siempre. No olvidaremos su generosidad", dijo Guillame St. Pierre, uno de los presentes.
