Los movimientos de mujeres en todo el mundo han sido fundamentales para lograr una mayor participación femenina en la política, pero todavía se necesita un mayor esfuerzo.
Así lo afirmó la asesora en jefe de Gobernabilidad, Paz y Seguridad del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem), Anne-Marie Goetz, en entrevista con IPS.
Aunque hoy hay más mujeres en puestos de gobierno que antes, se necesita un renovado impulso para que éstas tengan mayor efectividad a la hora de traducir las políticas en acción, y para ello el movimiento feminista es fundamental, sostuvo.
Según el informe Progreso de las Mujeres en el Mundo 2008/2009 de Unifem, las mujeres hoy tienen un promedio de 18,4 asientos en asambleas legislativas nacionales, y la tasa crece, aunque a ritmo muy lento.
IPS dialogó con Goetz, funcionaria con larga experiencia en afrontar el problema del uso de la violencia sexual como arma de guerra, en apoyar a las mujeres a involucrarse en los procesos de paz, en reformas de seguridad con enfoque de género y en esfuerzos de paz inclusivos.
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IPS: Unifem, con respaldo del Fondo de las Naciones Unidas para la Democracia, ha trabajado con organizaciones apoyando a mujeres en política en todo el planeta desde 2006. ¿Cuáles han sido los mayores desafíos?
ANNE-MARIE GOETZ: En todo el mundo, las mujeres tienen menos recursos humanos y financieros que los hombres. Por lo general poseen menos redes sociales vinculadas al poder que los hombres, menos educación, menos experiencia y menos dinero. Las redes y el dinero son fundamentales para una competencia política efectiva.
Además, por lo general carecen del aprendizaje político que tienen los hombres. Esto quiere decir que las mujeres pueden no haber ascendido en las filas de los partidos políticos, y en consecuencia pueden carecer de mentores, de sistemas de apoyo y de la base de electores que tienen los hombres.
A esto se añade el hecho de que aquellas que se postulan para cargos no cuentan con electorados naturales entre mujeres votantes, ya que éstas, en sociedades patriarcales, no necesariamente vinculan sus intereses con un liderazgo femenino o con una agenda política de género. En la política, las mujeres tienen lealtades enfrentadas.
IPS: ¿Por qué es necesario tener un enfoque específico con las mujeres cuando quedan aún muchos otros grupos marginados excluidos de la participación política?
AMG: Hay muchos grupos sociales excluidos o marginados de la toma de decisiones públicas. Lo que más impacta en el tema de las mujeres como categoría general es que es socialmente enorme: la mitad de la población.
La exclusión estructural de las mujeres es llamativa, y nos está diciendo que hay un grave doble discurso construido sobre la forma en que funciona la competencia política democrática.
Una prueba de este doble discurso es la tolerancia globalizada hacia la violencia contra las mujeres. Si uno de cada tres hombres fuera sometido a violencia, nunca lo aceptaríamos.
Otra razón para concentrarse en las mujeres cuando existen otras formas de marginación es porque muchos tipos de exclusión son exacerbados por temas de género. Al atender los derechos de las mujeres también podemos tratar las desigualdades que afectan a otros grupos sociales.
IPS: ¿Entonces, qué impacto tiene la participación de las mujeres en la democracia y en la buena gobernanza?
AMG: Siempre se dice que las mujeres no hacen la diferencia que pensamos deberían hacer. El problema es que hay muy pocos casos como para juzgar, ya que existen muy pocos países que recientemente hayan alcanzado niveles de presencia femenina en la política suficientes para constatar un impacto tangible.
Las mujeres constituyen una masa crítica de 30 por ciento de los parlamentos nacionales en sólo 27 de 192 países.
Donde las mujeres están en una etapa de masa crítica (cantidad mínima de personas necesarias para activar un fenómeno) durante un tiempo suficiente, y donde existe un Estado que las apoya, sin duda debemos ver cambios a favor de éstas.
En áreas donde las mujeres encabezan gobiernos locales, los patrones de gasto se transforman a favor de las mujeres, niños y niñas. Es particularmente evidente una mayor inversión local en agua y en reducción de la pobreza para las mujeres. Mujeres en altos puestos también pueden hacer la diferencia. En el caso de las indagaciones sobre los incidentes del 28 de septiembre de 2009 en Guinea, por ejemplo (157 personas murieron en una dura represión contra manifestantes), había dos mujeres en la comisión internacional investigadora y ambas eran incondicionales defensoras de los derechos de las mujeres.
Estas se aseguraron de que se estudiara el tema del alto número de brutales y públicas violaciones de oponentes al régimen. ¿Esto hubiera ocurrido sin ellas? Honestamente no lo creo.
Del mismo modo, en tribunales de crímenes de guerra, las fiscales hacen una diferencia. En los años 90 comenzaron a insistir en acusaciones por violaciones en conflictos bélicos.
Las mujeres también hacen una diferencia en el gobierno. Ofrecen un modelo, feminizan el espacio público y lo hacen más accesible para ellas, desarrollando un electorado interesado en la igualdad de género.
IPS: ¿Dónde deberíamos enfocar esfuerzos de reforma para mejorar la participación de las mujeres en la gobernanza? ¿Qué intervenciones son más eficaces?
AMG: Necesitamos más fuertes movimientos de mujeres en todos lados. Alrededor del mundo hemos visto que hemos perdido terreno cuando los movimientos no son fuertes. Las acciones colectivas han sido clave para la mayoría de los logros en el siglo pasado, y siguen siendo la mejor forma de amplificar la voz de las mujeres y darles impulso.