En una reunión ministerial especial de la Unión Europea (UE), Francia propondrá este jueves 29 medidas contra el flujo de inmigrantes indocumentados que llegan a través del mar Mediterráneo.
En la cita, los países del bloque buscarán adoptar una nueva política de protección de las fronteras regionales, anunció el ministro francés de Inmigración, Eric Besson.
Pero mientras los ministros se preparan para este encuentro, los activistas continúan protestando contra el manejo que el gobierno francés hace de esas personas y exigen leyes más humanas.
A comienzos de este mes, la policía francesa expulsó a inmigrantes de un hangar en la norteña ciudad portuaria de Calais, donde organizaciones no gubernamentales les habían brindado refugio. Besson declaró entonces que no habría una nueva "jungla" en suelo francés.
"Los conflictos que tienen lugar en Medio Oriente obligan a estas personas —los reales daños colaterales— a venir a nuestro país", señaló en un comunicado la organización francesa SoS Sans Papiers.
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Esta entidad y la red transnacional No Borders habían alquilado el hangar a fin de contar con un "espacio seguro" para que se reunieran los inmigrantes, principalmente refugiados afganos e iraquíes, y quienes los apoyaban, dijeron las organizaciones.
"No debería haber ninguna razón por la que los países europeos tengan tanto temor a los migrantes", dijo telefónicamente a IPS Dan Rosenthal, portavoz de la filial londinense de No Borders.
La organización exige la libertad de movimiento y un debate más abierto sobre las migraciones.
"Uno de los problemas es que los gobiernos han criminalizado a las migraciones. Han establecido una conexión entre ser migrante y ser delincuente", enfatizó Rosenthal.
"La gente debería poder ir a donde quiera. Y podría usarse más sabiamente el dinero que actualmente se gasta en reforzar las fronteras, impedir la inmigración y detener personas", agregó.
Según los activistas, el problema real que debería abordarse es qué hace que los migrantes pongan sus vidas en riesgo para viajar a Europa y por qué las políticas de inmigración de la UE les fallan a esas personas.
Pero estas preguntas parecen estar cayendo en oídos sordos.
Las leyes del bloque en materia de inmigración requieren que los refugiados soliciten asilo en el primer país al que ingresan. Sin embargo, muchos inmigrantes no quieren quedarse en países como Italia, España o Grecia.
A consecuencia, son trasladados de un lugar a otro o devueltos a sus países de origen. Algunos se mutilan los dedos para que su punto de ingreso no pueda rastrearse mediante las huellas dactilares, según fuentes del gobierno y de organizaciones de asistencia.
La mayoría de quienes llegan a Calais quieren ir a Gran Bretaña, donde piensan que la vida será mejor, pero los funcionarios británicos no han hecho mucho por ayudar a resolver el dilema, señalan los activistas.
"El fenómeno de Calais continúa porque las políticas oficiales no están funcionando", dijo a IPS Violaine Carrère, portavoz del Grupo para la Información y el Apoyo a Inmigrantes, con sede en París.
"Las autoridades no parecen interesadas en hallar una solución real. Simplemente no quieren que los migrantes se vuelvan demasiado visibles. Apenas son visibles, el gobierno lanza una enorme campaña publicitaria e interviene con la policía. Y luego todo comienza de nuevo. El problema es el mismo desde hace 11 años", añadió.
Besson dijo que él sí quiere encontrar una solución. En los últimos meses pareció ser el más ocupado de los ministros franceses, enviando decenas de comunicados y realizando conferencias de prensa incluso los domingos.
"Las inmigración ilegal constituye un ataque a nuestro pacto republicano, así como a nuestro pacto económico y social", declaró, mientras vigilaba la firma de un acuerdo entre la red ferroviaria francesa SNCF y el sindicato nacional de empresas de seguridad para poner fin a la contratación de trabajadores "ilegales", entre otras prácticas.
"Con el desempleo de ciudadanos no europeos cercano a 30 por ciento, dar la bienvenida incondicional en nuestro suelo a todos los ciudadanos extranjeros que quieran venir y regularizarlos solamente tendrá una apariencia de generosidad. Tal política irá en contra de los propios extranjeros", agregó.
Besson dijo que uno de sus principales objetivos fue luchar contra las redes de tráfico de migrantes, y que el año pasado la policía aprehendió a 4.734 traficantes, entre ellos 1.400 empleadores.
En diálogo con periodistas en una conferencia previa, Besson dijo que la cantidad de personas que recibieron asilo en 2009 y de las que obtuvieron la nacionalidad francesa mostraron que Francia es "un país abierto".
Según el Ministerio de Inmigración, el año pasado 47.000 personas pidieron asilo en Francia, lo que supone un aumento de más de 10 por ciento en relación a 2008.
El país emitió 10.900 permisos de residencia para refugiados, 12 por ciento más que el año anterior y 32 por ciento más que dos años antes, señaló esa cartera.
Besson anunció que en 2010 el presupuesto "de asilo" aumentará 10 por ciento, a más de 318 millones de euros (más de 428 millones de dólares) o más de la mitad del presupuesto del Ministerio.
"Francia es el principal país de Europa y el segundo del mundo por la cantidad de solicitudes de asilo que recibe", dijo.
Sin embargo, en general los permisos de residencia extendidos el año pasado disminuyeron casi cuatro por ciento, al caer la inmigración de profesionales y familias, vinculada a la crisis económica.
En 2009 se redujo tanto la inmigración legal como la "ilegal", dijo Besson.
Pero el gobierno quiere que la segunda se elimine totalmente. De hecho, los funcionarios expresaron temor de que Francia se parezca a Italia, con inmigrantes llegando en balsas, como planteó el presidente francés Nicolas Sarkozy en una entrevista emitida por el canal francés de televisión TF1.
Sus declaraciones tuvieron lugar pocos días después de que, el 21 de enero, 123 inmigrantes, la mayoría de ellos kurdos de Siria, desembarcaron o fueron depositados por traficantes en una playa de la isla de Córcega.
El gobierno transfirió inmediatamente a esas personas a centros de detención en Francia continental, pero luego casi todos fueron liberados por magistrados locales.
Sarkozy dijo que quienes no eran reales solicitantes de asilo serían repatriados, aunque no quedó claro cómo llegaron a Córcega.
"Si no hacemos esto, las redes delictivas de todo el mundo llegarán a la conclusión de que pueden desembarcar a estas pobres personas como mejor les plazca en las playas de Francia", dijo el presidente en la entrevista televisada.
Pero, según Carrère, este retrato de las olas de migrantes que llegan a playas francesas solamente alimenta la xenofobia y es "absolutamente escandaloso".
"La decisión de los jueces locales de liberar a los migrantes en el caso de Córcega fue una completa denuncia de las políticas del gobierno. No se puede encerrar a la gente simplemente porque busca asilo", enfatizó.
"Son las políticas de la UE las que ayudan a crear los flujos migratorios, y la situación se resolvería rápidamente si se permitiera a las organizaciones civiles hacer lo que es necesario", dijo Carrère a IPS.
"Pero ¿el gobierno quiere esto? La xenofobia y el racismo institucional se están convirtiendo en la política oficial en Francia y en la mayor parte de Europa", sostuvo.