Tras lo que consideran un fracaso en la conferencia sobre cambio climático celebrada en diciembre en Copenhague, activistas de África, uno de los continentes más amenazados por el fenómeno, debaten los pasos a seguir.
Samantha Bailey, coordinadora para África de la Campaña 350, sostuvo que la organización de actividades entre los activistas del continente no ha sido fácil.
En el marco de la iniciativa internacional "TckTckTck" contra el recalentamiento planetario, la Campaña 350 celebró una jornada de movilización mundial el 24 de octubre de 2009, calificado el "mayor día de acción política que haya existido". Incluyó 5.200 actividades en 181 países, exigiendo un acuerdo justo, ambicioso y vinculante contra el cambio climático.
La campaña fue lanzada en Estados Unidos por el periodista Bill McKibben para presionar a los gobiernos a que acepten el límite de emisiones de dióxido de carbono de 350 partes por millón.
Para el día de acción en octubre, 40 activistas de toda África asistieron a un campamento de capacitación sobre cambio climático en Johannesburgo, y las fotografías de las acciones en todo el mundo fueron entregadas a líderes de Sudáfrica, incluyendo al presidente Jacob Zuma.
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Pero Bailey reconoció que en el continente africano fue "mucho más difícil enviar el mensaje", lo que atribuyó a la carencia de un consolidado movimiento contra el cambio climático, como existe en Australia o India.
La activista dio a entender que había cierto alejamiento entre los grupos de la sociedad civil del Norte y los del Sur, lo cual provocó un fuerte debate en el ambiente.
"No sé si es porque (la campaña) 350 es estadounidense, pero TckTckTc no es fácil de entender. La gente no se pudo vincular con los mensajes", dijo Thabang Ngcozela.
Ngcozela encabeza varios proyectos de la sociedad civil para el Environmental Monitoring Group (EMG), que organizó en enero una reunión en Ciudad del Cabo de activistas contra el cambio climático. Ella destacó que las actividades más exitosas del EMG han sido realizadas en comunidades pobres como Khayelitsha, de esa ciudad sudafricana.
Un participante del encuentro se expresó en contra de acciones convocadas a través de Internet y de teléfonos celulares, explicando que muchas comunidades en Sudáfrica carecían de acceso a estos medios.
"El cambio climático es un problema más grande que el del VIH (virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida). No va a afectar solo a un grupo, a aquellos que han estado expuestos. Es una amenaza a toda la humanidad y no hay nada complejo sobre eso", dijo Nkwame Cedile, del Alternative Information and Development Centre.
"Necesitamos una robusta intervención política en las comunidades, no una estrategia dirigida a unos pocos", agregó.
El activista además indicó que las campañas deberían evitar las movilizaciones que sólo buscan "crear conciencia, porque los gobiernos también hacen eso", e instó a no ver y presentar el problema del recalentamiento planetario como un tema científico, demasiado difícil de explicar para los más pobres.
Por su parte, Ngcozela sostuvo que el paso después de la fracasada 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, celebrada en diciembre en la capital de Dinamarca, debería ser "construir movimientos democráticos en el terreno" en lugar de organizar actividades aisladas.
"No hay forma de responsabilizar a nuestros gobiernos en (foros como el de) Copenhague si no podemos hacerlos responsables en casa", afirmó.
Pero Tony Brutus, quien trabajara para el Departamento de Asuntos de Agua de Sudáfrica, discrepó. Le dijo a los presentes en la reunión de Ciudad del Cabo que incluso las declaraciones no vinculantes de los gobiernos son valiosas y pueden poner en movimiento "ciertos procesos".
Sudáfrica rompió filas con el resto del continente y el Grupo de los 77, que presionaban por ambiciosas metas para la reducción de emisiones de gases invernadero y por financiamiento para los países pobres, y se unió a 25 países que elaboraron un no vinculante "Acuerdo de Copenhague" al final de la conferencia.
Ese acuerdo comprometió a Sudáfrica a "adoptar y a reportar acciones nacionales de mitigación y a reducir emisiones de gases invernadero". Las naciones ricas se comprometieron a intentar recaudar 100.000 millones de dólares al año de aquí a 2020 para ayudar a los países del Sur a afrontar los efectos del recalentamiento planetario.
"Sudáfrica fue parte de un pequeño grupo que quería un cambio. El presidente Jacob Zuma avanzó e hizo esas declaraciones que le trajeron problemas con algunos de los países vecinos. Asumo que ahora vendrán planes de acción" por parte del gobierno sudafricano, dijo Brutus.
Pero, a varios kilómetros de Ciudad del Cabo, Desmond D'Sa, sostuvo que los acuerdos no vinculantes no han funcionado para los habitantes de la oriental ciudad de Durban.
D'Sa es coordinador de la Alianza Ambiental de la Comunidad de Durban del Sur, grupo que ha exigido al gobierno desde hace años que apruebe severas leyes contra las industrias contaminantes.
Para él, los casos de cáncer por la contaminación causada por tres refinerías de petróleo y decenas de fábricas en el área van de la mano con el mortal fenómeno del cambio climático.
D'Sa dijo que la industria sólo mejorará su desempeño si recibe apoyo del gobierno. "La industria está pidiendo más dádivas, más incentivos de los gobiernos. Quieren más dinero de los contribuyentes antes de hacer algo", afirmó.
La renuencia del gobierno a regular las industrias contaminantes pero lucrativas quedó en evidencia con el alineamiento de Sudáfrica en el Acuerdo de Copenhague, indicó.