La ayuda internacional a Haití parece acoger también una solapada puja entre países latinoamericanos por revalidar o lograr posiciones hegemónicas en la región, en una suerte de partida de ajedrez.
De esa cuenta, México trató de avanzar casillas con la organización en la sudoriental ciudad turística de Cancún de la primera cumbre con los 10 países que integran la Comunidad del Caribe (Caricom), en la cual la ayuda a Haití ocupó un espacio preponderante.
"En el área de América Central y el Caribe, tradicionalmente han incidido México, Venezuela y Colombia", precisó Adalberto Santana, profesor de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México.
"Pero en los últimos tiempos, la influencia de Venezuela ha aumentado y México ha abandonado el Acuerdo de San José, en los hechos", advirtió ante IPS.
México y Venezuela constituyeron este pacto en 1980, llamado Programa de Cooperación Energética para Países de Centroamérica y el Caribe, para vender 160.000 barriles de petróleo diarios a Barbados, Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Panamá, República Dominicana.
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Ese acuerdo establece un financiamiento de 25 por ciento de la factura, con un año de gracia, pagadero en 15 años y a una tasa de interés de dos por ciento.
Pero en 2005 el gobierno venezolano de Hugo Chávez decidió implantar un mecanismo de competencia al Acuerdo de San José mediante el Acuerdo Energético de Caracas, que creó la iniciativa Petrocaribe.
A ella se han adherido Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Cuba, Dominica, Granada, Guyana, Jamaica, Haití, Nicaragua, República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Venezuela. Honduras también la integraba, pero tras el golpe de Estado de junio las autoridades usurpadoras se retiraron.
COALICIÓN DE AYUDA
"Estoy llamando a una gran coalición de las fuerzas que nos asisten. Por favor, ayuden a más de un millón de haitianos que todos los días duermen en las calles", pidió el presidente de ese país, René Preval, en su intervención durante la cumbre México-Caricom del domingo.
Luego del terremoto del 12 de enero que devastó esa nación caribeña y mató a más de 200.000 personas, México fue de los países de reacción más rápida, con el envío de ayuda humanitaria y de expertos en combate a desastres naturales.
"No se trata de reconstruir sino de refundar a mi país, un país más justo", declaró el gobernante haitiano.
En la declaración oficial de la cumbre, los mandatarios reconocieron "la urgencia de contribuir a los esfuerzos de cooperación internacional en favor de la reconstrucción de Haití y el desarrollo de largo plazo".
En el texto, los gobernantes abordaron también la lucha contra el crimen organizado y para mitigar el cambio climático.
En el encuentro, el presidente de México, el conservador Felipe Calderón, se comprometió a contribuir con la recién surgida Unidad de Apoyo Caricom-Haití y con la Agencia Caribeña para Acciones de Emergencias después de Desastres, con el fin de delinear una estrategia regional de atención ante el drama de fenómenos naturales.
Para 2012 en Barbados está prevista la próxima reunión de los gobiernos de México y de la Caricom, integrada por el que serán país anfitrión más Antigua y Barbuda, Bahamas, Belice, Dominica, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, Montserrat, San Kitts y Nevis, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía, Surinam y Trinidad y Tobago.
APUNTANDO AL CARIBE
Con este primer encuentro con los gobernantes caribeños, Calderón trata de incrementar el área de influencia de su país, apoyo a Haití mediante, en una zona donde ha perdido injerencia en la última década ante otras naciones, como Venezuela.
Históricamente, México ha estado más cercano a los países hispanohablantes, como República Dominicana y Cuba y, en menor medida, con la comunidad de lengua inglesa y francesa.
Por eso, el desastre haitiano le puede abrir una ventana de oportunidad al gobierno de Calderón de ajustar sus piezas.
"El gobierno mexicano se ha puesto las pilas (baterías) y ha tomado una iniciativa mucho más latinoamericanista, a partir del terremoto en Haití y ha jugado un papel protagónico en la ayuda. Con Haití se busca llenar un hueco dejado desde finales de los años 90, de no llevar una política más activa y protagónica", analizó Santana.
Y es que México no se ha sumado a los bloques latinoamericanos surgidos en los años 90. No ha logrado integrar como miembro pleno el Mercado Común del Sur (Mercosur), integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela en proceso de adherirse en igualdad de condiciones.
Tampoco pertenece a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), surgida en 2004 a instancias de Cuba y Venezuela y que ya aglutina además a Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras, Dominica, San Vicente y Granadinas, y Antigua y Barbuda.
En 2009, Venezuela vendió a los miembros de Petrocaribe 105.000 barriles de crudo diarios, con un financiamiento promedio de 40 por ciento.
Esa iniciativa plantea un financiamiento de entre cinco y 50 por ciento de la factura petrolera, un período de pago de entre 17 y 25 años y una tasa de interés de uno por ciento si el precio del petróleo rebasa los 40 dólares por barril. En cambio, México pertenece a la Asociación de Estados del Caribe.
Durante la sesión con sus pares caribeños, Calderón no citó ofrecimientos precisos para Haití. Por de pronto, Brasil, cuyo presidente Luiz Inácio Lula da Silva visitará este jueves ese país caribeño, ya comprometió 15 millones de dólares de ayuda, además de la posibilidad de construir una presa hidroeléctrica.
Oficiales brasileños están al mando de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah).
La reparación de los daños dejados por el terremoto costaría unos 14.000 millones de dólares, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
De hecho, el respaldo a la reconstrucción fue el primer tema tratado este lunes, a puerta cerrada, por los mandatarios de los países latinoamericanos y del Caribe en la primera jornada de la cumbre del Grupo de Río.
La gestión de esa cooperación apunta a ser motivo de divergencias entre los jefes de Estado asistentes, pues gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Bolivia propugnan porque esa ayuda no sea liderada por Estados Unidos, cuyos soldados ocupan Haití desde el terremoto, desplazando en algunos lugares a las propias fuerzas de la Minustah.