AMBIENTE-NEPAL: Gestión comunitaria conserva selvas

Cansado de caminar, Shankar Prasad Ghimire, un funcionario nepalés jubilado de 87 años, suelta su bastón y se sienta en el suelo a contemplar el exuberante paisaje verde que tiene frente a sus ojos.

Ghimire tiene razones para estar orgulloso de la espectacular selva densa que él ayudó a impulsar hace unos 20 años cuando presidió la Comunidad Forestal Kafle. Ahora es un tesoro verde de 94 hectáreas, escondido en la aldea de Lamatar, en el distrito de Lalitpur, 13 kilómetros al sudoeste de Katmandú.

"Fueron tiempos difíciles", dijo Ghimire a IPS, en alusión a su cruzada verde. "Hubo gente que se negó a formar parte del desarrollo de la selva", añadió.

La mayoría de la población local, acostumbraba a recoger leña y madera para cocinar, no tenía intenciones de poner fin a esa costumbre.

El Ministerio de Bosques decidió ceder la gestión y el mejoramiento de la selva a Ghimire y otros pobladores, en 1990, alarmado por la incesante tala de árboles que casi convierte a la otrora densa selva en un desierto.
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El traspaso de la gestión de selvas a comunidades locales, que había comenzado en 1978, se intensificó tras el éxito del movimiento democrático de 1990, que instauró un régimen parlamentario con monarquía constitucional en Nepal.

Esa nación del Himalaya fue una monarquía hindú durante 240 años, la que fue abolida en 2007 en la primera sesión de la Asamblea Constituyente que declaró la República Federal de Nepal.

Tras el alzamiento popular de abril de 2006, los insurgentes maoístas que mantuvieron una sangrienta guerra de guerrillas con fuerzas gubernamentales por casi una década pasaron a actuar junto a los partidos políticos, y en noviembre de ese año suscribieron un acuerdo de paz.

En enero de 2007 se promulgó un nuevo texto constitucional provisorio y en abril del año siguiente fueron elegidos los 601 integrantes de la Asamblea Constituyente, la que tiene plazo hasta mayo de este año para presentar el proyecto definitivo.

El traspaso de la gestión de bosques se acentuó tras la promulgación de la Ley Forestal, de 1993, y la de Regulación Forestal, de 1995.

Pero los campesinos no estaban dispuestos a abandonar la costumbre de recoger leña y otros productos como el forraje para el ganado, porque era fácil, aunque ilegal.

"Fue muy difícil convencer a la gente", recordó Ghimire con una gran sonrisa y los ojos brillantes.

En los 10 años que estuvo al frente de proyecto, Ghimire tuvo que ocuparse de forma personal del cultivo de árboles de hoja ancha y nim, conocido por sus múltiples usos. También se plantaron bambúes.

La zona era casi estéril por la masiva deforestación y la degradación, los incendios y el derrumbe de tierras.

"Solíamos saltar sobre los arbustos cuando éramos chicos", relató Sharad Ghimire, un universitario que integra la Comunidad Forestal Kafle, señalando un terreno que casi se vuelve árido antes de que logaran convertirlo en la exuberante expansión de árboles y otras plantas que es ahora.

"Lo que ves es el resultado del esfuerzo de la comunidad local, de las leyes aprobadas y del asesoramiento de especialistas de organizaciones internacionales y no gubernamentales", señaló orgulloso.

Alrededor de 1,1 millón de hectáreas, como 22 por ciento de las selvas del país, según el Ministerio de Bosques, fueron cedidas a las comunidades locales para su gestión y mejoramiento gracias a la Ley Forestal, que garantiza la no interferencia de las autoridades gubernamentales en tanto la organización de usuarios de selvas comunitarias cumpla con las normas de 1993, de 1995 y el Plan Operacional Forestal Comunitario.

Esa iniciativa prevé que la comunidad local, que asume la gestión de una zona selvática prepare un plan general de cinco a 10 años para proteger, conservar y mejorar los productos forestales.

Conseguir leña y madera es central para la supervivencia de las comunidades locales, primero se determina la reserva sustentable de esos productos y luego se vende el excedente a los integrantes de la comunidad.

También indica qué árboles pueden talarse y qué zonas son aptas para el pastoreo del ganado, entre otras pautas. El plan no se trata sólo de la selva, sino del sustento de la población local que ayuda a la conservación.

Hay alrededor de 1,6 millones de hogares involucrados en la conservación y gestión sustentable de las zonas selváticas del país, que integran unas 15.000 organizaciones comunitarias, según datos de un estudio realizado por el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de la Montaña (Icimod, por sus siglas en inglés).

Icimod es un centro regional que promueve un ecosistema montañoso sustentable y atiende a los países de la llamada región Hindu Kush-Himalaya, que incluye a Afganistán, Bangladesh, Bhután, Birmania, China, India, Nepal y Pakistán.

La gestión comunitaria evita la deforestación y la degradación, aumenta la cobertura selvática y la cantidad de carbono almacenado en el suelo, según la investigación.

Un estudio de Icimod realizado entre 2003 y 2007 muestra que tres zonas selváticas comunitarias en el distrito de Manang, en la parte alta del Himalaya, y en Ilam y Lamatar, en el de Lalitpur en la parte media de la cordillera, concluyó que hubo un aumento en el almacenamiento de carbono.

El almacenamiento mitiga la contribución de las emisiones de gases invernadero emitidos por la quema de combustibles de origen fósil, responsables del recalentamiento global, al capturar el dióxido de carbono.

Los seis gases mencionados en el Protocolo de Kyoto, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, además del dióxido de carbono, son metano, óxido nitroso, hexafluoruro de azufre, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos.

El aumento anual de carbono en las zonas selváticas comunitarias cubiertas por el estudio promedió las 7,04 toneladas de dióxido de carbono por hectárea, lo que significa una reducción en las emisiones, por la menor tala de árboles, y más depósitos de carbono.

Los depósitos de carbono son reservorios naturales y fabricados que absorben el dióxido de carbono de la atmósfera.

"La silvicultura comunitaria realmente logra revertir la deforestación y la degradación y recuperar la vegetación", señaló Eak Rana, coordinador del programa de Reducción de Emisiones por la Deforestación y la Degradación Forestal, de Icimod.

La selva de este país disminuyó a un ritmo de 1,66 por ciento, al año, entre 1978 y 1994, señaló Rana, de acuerdo con el Inventario Forestal Nacional realizado ese año, un estudio realizado por Katmandú con colaboración de Finlandia.

Otro estudio similar, también en colaboración con ese país europeo, está previsto comenzar en julio de este año.

La biomasa de un árbol normalmente almacena la mitad de su peso en carbono. Por lo tanto, un árbol salvado de la quema o de la descomposición, evita la liberación y permite el secuestro del dióxido de carbono, el principal de los gases invernadero causantes del recalentamiento global.

La biomasa consiste esencialmente en residuos agrícolas y forestales.

Los especialistas que realizaron el estudio de Icimod sostuvieron que las negociaciones internacionales sobre cambio climático tienen que asegurar que el Programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD) conceda créditos no sólo para atenuar esos dos problemas, sino también para lograr una gestión sustentable de la selva.

El secretario general de la Federación de Usuarios Comunitarios de Selvas de Nepal, Bhola Bhattarai, señaló que es hora de que las naciones ricas reconozcan los esfuerzos que realizan este tipo de países y les otorguen créditos.

La Federación es una red que reagrupa a más de 12.000 organizaciones de usuarios comunitarios de selvas.

En las negociaciones de la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, realizada del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, no se logró un acuerdo obligatorio.

Pero sí se llegó a un consenso sobre REDD Plus, a través de la reducción de emisiones provenientes de la deforestación y la degradación de bosques y de su conservación y manejo sustentable en las naciones en desarrollo.

La iniciativa prevé recompensas económicas a los países por mantener intactas sus selvas, que no serán en efectivo sino en forma de créditos de carbono o pagos realizados por los emisores.

"Estamos comenzando cálculos de absorción de dióxido de carbono y un programa de capacitación en tres distritos", señaló Bhattarai. Una vez que el estudio esté terminado podrá alcanzarse un sistema de gobernanza y de pagos para los usuarios de las selvas de Nepal.

Después de todo, tiene que haber un esquema de recompensa para las selvas comunitarias que derive en una mayor captura de carbono, y no sólo por los esfuerzos en reducir la deforestación y la degradación, sostuvo Rana.

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