Dos aerodeslizadores grises de 23 millones de dólares en medio de una tropical playa de Haití lucen como si fueran de otro planeta. Un par de hélices de 4,5 metros de ancho sobresalen en la parte posterior de cada uno.
A lo largo de la carretera estrecha y sucia que conduce al centro del pueblo costero de Grand Goâve, las familias viven bajo mantas sostenidas con palos.
Una ciudad de tiendas de campaña ocupa la principal plaza del pueblo, rodeada por edificios tambaleantes.
Joseph Jean-Pierre Salam, alcalde de Grand Goâve, unos 15 kilómetros al oeste de Puerto Príncipe, estima que 70 por ciento de las estructuras importantes de la ciudad cayeron durante el terremoto de siete grados en la escala de Richter que el 12 de este mes devastó Haití.
El sismo mató a más de 150.000 personas y dejó sin hogar a tres millones.
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La comunidad internacional "ha hecho muchas promesas, pero nosotros aún no vemos las acciones. Tenemos a mucha gente sufriendo. Hay expectativa de que llegue la ayuda", dijo Salam.
Las decenas de soldados estadounidenses que pululan por la playa han distribuido pocos alimentos y agua, según líderes del lugar.
"Fui a hablarles. Ellos dijeron que estaban allí para instalar algunas tiendas para sí mismos, pero que no vinieron con alimentos ni agua, nada para el pueblo", relató el profesor de inglés Jean-Jacob Renee.
Agregó que la única asistencia que los militares llevaron a Grand Goâve fue distribuida por la organización no gubernamental Servicios de Alivio Católico. "Cuando ellos están en la ciudad no nos enteramos. No tenemos sus números telefónicos. Nadie nos ha ayudado", dijo.
Personal militar de Estados Unidos estuvo ocupado en la playa, descargando materiales para la construcción y maquinaria pesada de los buques de cargo. Uno de los integrantes de esa fuerza, Steve Krutky, dijo a IPS que su equipo de recuperación del desastre despejó una carretera afectada por un deslizamiento rocoso y trabajó para reparar orfanatos locales administrados por misiones evangélicas.
Los soldados estadounidenses no respondieron a los pedidos de aclaración de IPS sobre el rol de la armada en Grand Goâve.
Un análisis difundido el miércoles por Associated Press concluyó que 33 centavos de cada dólar destinado a la ayuda de emergencia para Haití se usó en asistencia militar, más del triple de los nueve centavos gastados en alimentos.
Residentes de Grand Goâve dijeron que hay una red de siete líderes barriales para cada sector de la ciudad donde no han llegado los esfuerzos de alivio. Cuando es posible, los amigos juntan dinero para comprar arroz, pero cada familia que vive fuera de los escombros de sus casas dijo a IPS no haber recibido asistencia.
El techo de la modesta casa de ladrillos de Rinvil Jean Weldy ahora está partido y descansa sobre una mesa de cocina cubierta de polvo.
La pared trasera se desmoronó, desparramándose sobre el piso resquebrajado. Su esposa está en un hospital cercano, tratándose una herida que recibió en el terremoto.
"Necesitamos ahora una tienda, alimentos y agua, todas las cosas normales", dijo Weldy, señalando a sus hijos, que golpeaban restos de madera para construir el sostén de una tienda, apelando, por ejemplo, a la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Weldy espera una compensación de la ONU desde el 10 de noviembre, cuando él y numerosos testigos señalaron que parte de una bala disparada por los cascos azules impactó en su hombro. Cuatro días antes del terremoto, la ONU dijo que una investigación interna sobre el incidente absolvió a los soldados de toda culpa.
Testigos dijeron a IPS que los soldados dispararon hacia el suelo, en un intento por controlar a una multitud de curiosos, y no al aire, como sostiene la ONU.
Muchos haitianos descartan categóricamente a las fuerzas de paz del foro mundial como fuente de alivio en el país. "Hemos vivido muchos años con la ONU, pero ahora la vemos muy poco", resumió el alcalde Salam.
En Leogane, sobre la ruta de regreso desde Grand Goâve a Puerto Príncipe, 500 familias de una ciudad formada con tiendas instaladas en un campo se alineaban ordenadamente para recibir paquetes de alimentos, en contraste con la caótica distribución de asistencia que se vio en la capital.
Cada persona caminaba hacia un claro en campo para atrapar una caja cada vez que un joven haitiano gritaba números por un megáfono.
"Para nosotros fue muy importante hacer esto sin militares", dijo Dolores Rescheleit, socorrista de la organización no gubernamental alemana Arche Nova, que aportó los alimentos.
"Como las personas del campamento son muy fuertes, cuando se les da la responsabilidad ellas lo hacen mejor que nosotros con los soldados", agregó.
Un comité de haitianos, con subcomités para manejar la seguridad, higiene y distribución de asistencia, gobierna el campamento sin problemas, señaló Rescheleit.
Las mujeres sonrieron mientras caminaban de regreso a sus tiendas, portando cajas de comida sobre sus cabezas.