FORO ECONÓMICO MUNDIAL: El transformismo de Davos

El Foro Económico Mundial, que se realiza como cada año en la localidad suiza de Davos, se apropió del lenguaje del Foro Social Mundial, nacido en 2001 precisamente como la contraparte de la sociedad civil.

La observación pertenece a Gerd Leipold, director ejecutivo de Greenpeace Internacional, quien advierte que en la sesión anual del también llamado Foro de Davos, que concluye el domingo, se pueden escuchar discursos sorprendentes que llevarían a creer que se ha producido «una especie de conversión masiva».

En intervenciones ante los hombres de negocios y los gobernantes que llegan a Davos, empresa tras empresa y político tras político lamentan el cambio climático, expresan profunda preocupación y reclaman el abandono de las prácticas habituales, describió.

El fenómeno puede llegar a interpretarse como «un progreso asombroso», dijo el activista de la organización ambientalista y pacifista.

Pero no hay que ser ingenuos, alertó Leipold. El cambio climático progresaba cuando era negado y sigue avanzando ahora que es reconocido, a pesar de las lágrimas de cocodrilos que se derraman aquí en Davos y en los llamados «informes de sustentabilidad», sentenció.

La apropiación por parte del Foro de Davos de algunos puntos del programa del Foro Social Mundial (FSM) se hizo notoria en los últimos años, cuando el modelo de economía de mercado dominante empezó a crujir.

La sola lectura de la agenda propuesta para el debate en la presente edición de Davos muestra la presencia de asuntos ajenos a las preocupaciones que el Foro Económico Mundial (FEM) exhibió durante sus primeras décadas.

El primer punto de la agenda sugirió la creación de un marco de valores, porque según los resultados de una encuesta encargada por el FEM, más de dos tercios de las 130.000 personas consultadas en 10 países opinaron que a la actual crisis económica se suma una de ética y de principios.

Desde su comienzo en 2001 en la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre, el encuentro global de la sociedad civil denunció las consecuencias de las políticas económicas y sociales fundadas en la codicia y el enriquecimiento desigual.

Una delegación de 14 dirigentes sindicales, de organizaciones integrantes de la Confederación Sindical Internacional (CSI), la principal central obrera del mundo, que participa en esta edición en Davos, replicó con una demanda de «retornar a los valores sociales y a la decencia» laboral.

Los sindicatos no aceptan que se deban reducir los sistemas de salud sociales y públicos, la educación, las infraestructuras y las redes de seguridad social para saldar las deudas públicas originadas en el individualista afán de lucro, mientras los banqueros y los financistas eluden pagar el costo de sus acciones, advirtieron los sindicalistas.

La mutación en el discurso de Davos se aprecia en la opinión del jefe y fundador del FEM, el suizo Klaus Schwab, quien declaró que «nuestro actual sistema (capitalista) falla en atender sus obligaciones con unas 3.000 millones de personas en el mundo», en alusión aparente a los hombres y mujeres que sufren hambre.

Nuestra cultura cívica, empresarial y política debe ser transformada si queremos cerrar esa brecha, admitió Schwab.

El orden del día de la sesión de Davos incluía también el debate sobre las formas de fortalecer el bienestar económico y social, de mitigar los riesgos globales y las fallas del sistema y de asegurar el desarrollo sustentable.

Todo este blablablá sobre nuevos valores, sobre responsabilidad social voluntaria de las empresas o sobre sustentabilidad no me merece ninguna credibilidad, reaccionó Stephan Suhner, coordinador del Grupo de Trabajo Suiza-Colombia, que presta apoyo a actores sociales del país sudamericano.

Esa es nuestra experiencia en espacios más pequeños, frente a empresas como Cerrejón, que dicen tener una política de responsabilidad social y de derechos humanos, pero en la práctica no hay resultados, dijo Suhner a IPS.

El Cerrejón, en La Guajira colombiana, al noreste del país, es la mayor mina de carbón a tajo abierto del mundo, explotada por las firmas transnacionales mineras BHP Billiton y Anglo American, en sociedad con la suiza Xstrata.

El Grupo de Trabajo Suiza-Colombia colabora con el reclamo de los habitantes desalojados de sus poblaciones originales en La Guajira a causa del emplazamiento y la expansión de las compañías transnacionales.

Pero estos casos de violaciones de derechos humanos y sociales no llegan al debate del público habitual de Davos, que son empresarios, economistas liberales, políticos y gobernantes en especial de los países industrializados, como apunta Suhner.

En Davos, hasta la crítica a los bonos o compensaciones, las abultadas remuneraciones extraordinarias que premian a ejecutivos de bancos y financieras, es considerada «una cuestión populista» y «un tema periférico», como opinaron participantes en la jornada inaugural del miércoles.

En cambio, los sindicalistas de la CSI reclaman recortes drásticos de los paquetes de miles de millones de dólares de bonos para, de esa manera, «romper el círculo vicioso de temeridad y codicia» en el actual sistema económico y financiero.

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