Un rechazo generalizado surge del interior de Venezuela ante la decisión del presidente Hugo Chávez de suspender sólo en la capital del país su polémico programa de racionamiento eléctrico.
Es que sólo los caraqueños resultaron favorecidos con la marcha atrás del gobierno a su apresurado racionamiento de electricidad en todo el país para encarar el déficit en la generación del fluido. Chávez justificó su última medida en las fallas registradas en el cronograma de corte, que desató una marejada de descontento.
"El presidente como que cree en el viejo dicho de que Caracas es gente y lo demás es monte y culebra. Pues no es así, todos los venezolanos somos iguales y los zulianos le pasaremos factura por su falta de previsión", dijo a IPS por teléfono la estudiante de ingeniería Rosaura Montiel, desde Maracaibo, capital del petrolero y noroccidental estado de Zulia.
"Este gobierno va pa'lante y pa'trás, y así no se puede trabajar. Voy a mantener un mínimo de inventario y no sé si habrá empleo para los siete que trabajamos aquí, ni si se dañarán las neveras (refrigeradores) o si la gente brava llegará a llevarse la mercancía", dijo a IPS, a su vez, Víctor Sosa, a cargo de una carnicería y charcutería en el oeste caraqueño.
Las quejas recorrieron como rumor sordo casas, calles, escuelas, empresas, oficinas, tiendas, cafés, restaurantes, centros de salud, el transporte colectivo y hasta las gradas de los estadios de béisbol, el deporte favorito de los venezolanos.
"Lo más serio es que el gobierno de Chávez suspenda el racionamiento eléctrico en Caracas y lo sostenga en el interior. Puede encarar una crisis no sólo de credibilidad sino de gobernabilidad", sostuvo ante IPS el politólogo Carlos Raúl Hernández.
El martes, en horas de la tarde, los presidentes de las empresas estatales de electricidad en Caracas y otras ciudades informaron en ruedas de prensa el inicio de cortes del servicio a escala nacional, de entre dos y cuatro horas diarias, en todos los centros poblados y con entrada en vigencia esa misma noche.
"Para nosotros fue un alivio. Tenemos meses y meses con cortes sorpresivos de varias horas y sin que se sepa en cuál sector ni por cuánto tiempo. Al menos así sabe una a qué atenerse", dijo a IPS Tania Ramírez, empleada de una posada turística, desde San Cristóbal, capital del sudoeste estado de Táchira, fronterizo con Colombia.
Pero en Caracas fue el caos. No hubo información oportuna y la disponible por Internet remitía a los usuarios a clasificaciones de zonas que corresponden al cableado eléctrico.
Quedaron a salvo del racionamiento servicios como el Metro (combinación de tren subterráneo y buses), hospitales, escuelas y otras instalaciones públicas. Pero súbitamente se cortó el alumbrado de calles, la electricidad doméstica en urbanizaciones y barriadas humildes y la luz de los semáforos.
También resultaron afectados comercios, fábricas, pequeños centros de enseñanza y de salud.
Sobre sus sillas de ruedas, pacientes de diálisis en una pequeña clínica del este de Caracas protestaron la interrupción del servicio con el cierre de una importante avenida capitalina. Los medios de comunicación recogían sólo quejas en hogares, pequeños negocios, de conductores de vehículos, a las puertas de los bancos, oficinas e incluso en escuelas.
Los alcaldes deploraron que las autoridades nacionales tomases, sin avisarles, una medida que afecta a sus gobernados y el trabajo de todas las dependencias municipales, incluida la policía.
"Es increíble que un gobierno que constantemente hace una cadena nacional de radio y televisión con cualquier pretexto, para algo que afecta tanto la vida de los ciudadanos no sea capaz de reunirse para coordinar el trabajo con alcaldes y gobernadores", deploró el opositor Gerardo Blyde, alcalde de Baruta, en el sudeste de Caracas.
"Lo que hacemos es por necesidad, el gobierno trata a todos por igual. Lo que pasa es que algunos sectores de clase media quisieran que el racionamiento fuera sólo para los pobres", declaró Chávez cuando el plan llevaba 12 horas, al mediodía del miércoles.
Pero cuando faltaban cinco minutos para la medianoche y se iniciaba una nueva ronda de racionamiento, Chávez telefoneó a un programa de opinión de la televisión estatal para informar que suspendía la medida, pero sólo para el área metropolitana de Caracas, y a la vez destituía a Ángel Rodríguez de su cargo de ministro de Electricidad.
"Rectificar es de sabios. Ha habido algunos errores en la implementación del plan y, como yo no quiero perjudicar a nadie, he ordenado suspenderlo, pero solamente en la capital", dijo el mandatario en su breve contacto telefónico.
El analista político Manuel Felipe Sierra comentó que "Chávez entendió que había un clima tenso que presagiaba eventuales brotes de rabia social. Reconoció que un racionamiento implantado en esa forma erosionaba su base de apoyo popular y apeló al ministro Rodríguez como chivo expiatorio".
Otro analista y ex funcionario del actual gobierno, Eduardo Semtei, dijo que "al presidente le llegaron informes de inteligencia, según los cuales había riesgo de que incidentes por los cortes de luz degenerasen en desórdenes difíciles de controlar".
Luis Vicente León, director de la firma encuestadora Datanálisis, señaló a IPS que "Chávez sacó mal la cuenta". "Racionamiento es una medida de alto costo político, el cual se amplió considerablemente con la mala instrumentación", apuntó.
La prensa regional recogió numerosas expresiones de descontento, de autoridades provinciales y municipales, y de gremios empresariales y sindicales, por la medida que discrimina a los habitantes de Caracas con respecto a los del interior.
Según León, "la población del interior está muy molesta y Chávez momentáneamente paralizado, evaluando cómo entrarle de nuevo a un tema en el que las medidas que aplique, según él mismo admitió, son negativas. Puede suspender el racionamiento, pero no la crisis eléctrica, que le resulta así, políticamente, una bomba de tiempo".
Desde hace dos años, ciudades y pueblos padecen constantes apagones, que van de dos a cinco horas, y en ocasiones más de 12. Hubo seis de alcance nacional, incluso en el área metropolitana de Caracas.
El problema es el déficit en la generación eléctrica. El país tiene una capacidad instalada teórica de 23.300 megavatios/hora (Mwh), de los cuales 70 por ciento provienen de fuentes hídricas y el resto de térmicas.
Pero la generación real, debido al estado de las instalaciones, apenas pasa de 16.000 Mwh. Además, no toda la electricidad llega eficientemente a destino.
Los apagones nacionales fueron causados por fallas en gruesas líneas de tendido. En las líneas capilares hay tal cantidad de fugas que, según expertos, más de 300.000 hogares en Caracas, con cinco millones de habitantes, se proveen electricidad desde tomas informales, por la que nunca pagan.
Por el contrario, el consumo ha crecido entre cuatro y seis por ciento anual en la última década, y la demanda, al finalizar 2009, se cifraba en casi 17.400 Mwh.
El epicentro del problema es el complejo hidroeléctrico de Guri, de unos 14.000 Mwh de capacidad instalada y que utiliza las aguas del río Caroní, afluente del Orinoco en la sudoriental Guayana. Su represa, recostada en un lago artificial de 4.000 kilómetros cuadrados, tiene una cota de 273 metros sobre el nivel del mar (msnm).
El nivel de colapso, que obligaría a apagar totalmente las turbinas de las tres represas de Guri, se ubica en 240 msnm.
Una prolongada sequía, asociada al fenómeno climático de El Niño, castiga desde hace meses la mayor parte del territorio venezolano. Hace dos días el nivel de la represa estaba en 260,35 metros, nueve metros menos que en enero de 2009, y desciende al menos 10 centímetros cada día. Un informe de la estatal Corporación Eléctrica Nacional advirtió al Poder Ejecutivo en diciembre que, si no disminuía la demanda en 1.600 Mwh, todo el sistema eléctrico nacional colapsaría.
El gobierno cerró entonces líneas de producción de sus industrias de aluminio y acero en Guayana, y Chávez designó al parlamentario y ex sindicalista petrolero Ángel Rodríguez como ministro a cargo exclusivamente del tema electricidad, para que coordinase la preparación de un plan de ahorro y contingencia.
Técnicos y políticos polemizaron y repartieron culpas por el desastre en el suministro eléctrico. "Hay que entender que esto no es culpa ni de Chávez, ni del gobierno ni de la revolución. Simplemente es que no ha llovido", argumentó repetidamente el presidente.
Víctor Poleo, viceministro de Energía en los tres primeros años de gobierno de Chávez (1999-2001), dijo a IPS que "no existe relación causa-efecto entre el fenómeno de El Niño, por lo demás errático, y nuestras carencias en materia de electricidad".
Venezuela "no efectuó a tiempo el mantenimiento y las inversiones requeridas por el aumento de la población y de la demanda", dijo Poleo, y recordó que el sector recibió en los últimos 11 años unos 34.000 millones de dólares, de los cuales 27.000 millones correspondieron a factura por sus servicios.
"La corrupción es partícipe de estas carencias, pues, por ejemplo, una de las empresas eléctricas, Cadafe, previó invertir 643 millones de dólares entre 2001 y 2005 y sólo ejecutó trabajos por 155 millones", dijo Poleo.
Chávez culpó a los gobiernos que le precedieron por no invertir en el sistema hidroeléctrico e incluso de proyectar nuevas represas en el Caroní, "lo que habría sido un desastre ecológico".
Por su parte, los dirigentes de la oposición le acusan de no invertir en plantas térmicas y desatender al sector, pese al crecimiento de la población y la demanda.