Hace sólo una década, llovían las críticas sobre el soleado y ventoso Portugal por ignorar las condiciones favorables que le ofrecía la naturaleza para la explotación de energías renovables. Ahora todo indica que alguien escuchó y este país pasó a ser un ejemplo en la materia.
En la actualidad, este país ibérico occidental con 10,5 millones de habitantes redujo sustancialmente su dependencia de la importación de combustibles fósiles, al punto de que la energía de origen eólico y solar representa 35,9 por ciento del consumo de electricidad.
Esta cifra asciende a 41,1 por ciento si se toma en cuenta la corrección del 23 por ciento de merma promedio en 2009 en la producción hidrológica, según la medición efectuada por la Asociación Portuguesa de Energías Renovables (Apren).
El mayor desarrollo se registró en la energía eólica, colocándose en segundo lugar en el mundo, después de Dinamarca, desplazando a España, que pasó al tercer puesto.
Según la especialista ambiental del diario Público de Lisboa, Lurdes Ferreira, por cada 100 vatios de electricidad consumidos el año pasado en hogares lusos, 15,03 provienen del viento, mientras que Dinamarca continúa ocupando el cetro con poco más de 20 por ciento de eólica y España cubrió 14,3 por ciento de la demanda.
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En 2009, de acuerdo a la información de balance divulgada a comienzos de este mes por las Redes Energéticas Nacionales (REN) de Portugal, por cada 24 horas, tres horas y 36 minutos, en promedio, procedían del viento, un aumento de 31,6 por ciento respecto de 2008.
La batalla para promover la energía eólica se da en varios frentes, incluida la promoción del uso privado, incentivando la utilización de pequeños aerogeneradores.
En São Pedro do Estoril, una localidad de la costa de la comarca de Cascais, cuya carretera de 26 kilómetros hasta Lisboa es una de las más frecuentadas del país, han sido erigidos siete pequeños aerogeneradores, destinados a promover su uso particular.
Los aparatos proporcionan electricidad al Centro de Interpretación Ambiental de Pedra do Sal (Ciaps) instalado en São Pedro do Estoril, produciendo la cantidad de energía que el edificio necesita para uso convencional y demostrando a los visitantes sus beneficios potenciales.
Los aerogeneradores instalados en el Ciaps "integran un proyecto de optimización y compensación energética desarrollado por la agencia Cascais Energía", explicó Vera Ferreira, una de las responsables de esa organización privada municipal sin fines de lucro.
"El objetivo de la agencia es promover un consumo sustentable y controlado del edificio donde funciona el Ciaps y, al mismo tiempo, poner a disposición de los visitantes un espacio de demostración y sensibilización para los conceptos de eficiencia energética", precisó en su respuesta por escrito a la consulta realizada por IPS.
Asimismo, el centro cuenta con una estación meteorológica ambiental equipada con equipos que permiten medir el viento, la lluvia y los índices de radiación solar, lo cual permite verificar estos valores en tiempo real.
Este seguimiento, además, admite conocer "los valores resultantes de los sistemas de generación de energías renovables" y estos mismos datos "servirán también para estudios meteorológicos y climatológicos", añade Ferreira.
El Ciaps fue concebido como un lugar apto para "divulgar los valores de la diversidad biofísica y de la riqueza del paisajística, asociadas a la vertiente pedagógica, permitiendo el intercambio de conocimientos entre la comunidad científica y los visitantes", concluyó la funcionaria.
En los últimos tres años, otras fuentes de energías renovables acompañaron el sustancial aumento de la producción eólica a gran escala y también de nivel modesto, como el proyecto de Cascais.
La captación de energía mediante el sistema fotovoltaico registró un incremento de 315 por ciento en el lapso medido, explicable porque partió de una base muy baja y la hidroelectricidad aumentó su producción en 24,7 por ciento.
Todo este significativo crecimiento resultó en que las energías renovables el año pasado representaron 35,9 por ciento del total del consumo de energía eléctrica del país, acercándose así a la meta de 45 por ciento de renovables para 2010, que fue la promesa del primer ministro socialista José Sócrates.
El presidente de Apren, Antonio Sá da Costa, admitió días atrás que se podrá llegar a 45 por ciento a fines de este año, "pero será difícil".
Para cumplir la meta, será necesario iniciar todos los proyectos eólicos que todavía están en el limbo de la pesada burocracia estatal a la espera de licencias, reforzar la potencia de las represas de Electricidad de Portugal (EDP) y tener más cogeneración con la energía renovable.
Sá da Costa advierte que para cumplir la meta será necesario sobretodo que el consumo no aumente y, si sube, que no supere uno por ciento. Si crece más, será necesario importar energía y esta será de origen fósil, diluyendo el peso de las renovables.
Con casi la mitad de la energía de origen renovable en 2010, EDP promete reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 70 por ciento hasta 2020, anunció la empresa de control público en comunicado divulgado l6 de enero.
Portugal y España están en una posición ventajosa en cuanto a las energías renovables, pero lo mismo no se puede afirmar en la mayor parte del resto de Europa, preocupada por reducir las emisiones de CO2 y a la vez garantizar un futuro menos dependiente de la importación de combustibles fósiles.
Como respuesta al fiasco de la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, celebrada en Dinamarca del 7 al 18 de diciembre, nueve países europeos decidieron el mes pasado en Irlanda, crear una nueva red eléctrica para energía verde, informó a comienzos de este mes la agencia de noticias Lusa.
Esa ha sido la principal reacción de Alemania, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Irlanda, Luxemburgo, Noruega y Gran Bretaña ante el fracaso de esta cumbre organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en Nueva York en mayo de 1992 y que entró en vigor en marzo de 1994.
La red agrupará 65 centrales energéticas de los nueve países, ocho de la Unión Europea a los que se une Noruega, mediante un sistema ultramoderno de abastecimiento con el recurso exclusivo de energías renovables, un proyecto estimado en 30.000 millones de euros (43.000 millones de dólares al cambio actual).
La mayor parte de estos costos serán asumidos por empresas privadas, en especial los grandes consorcios energéticos europeos, reveló Lusa.
Para crear la nueva red, en los próximos 10 años serán extendidos miles de kilómetros de cables submarinos de alta tensión, principalmente frente a las costas de Alemania y de Gran Bretaña, que permitirán transportar hasta el corazón de Europa la energía eólica recogida en esos países, así como la hidroeléctrica de Noruega y del Mar del Norte.
Su propósito principal será equilibrar el abastecimiento eólico, hídrico y solar, evitando las oscilaciones del mercado energético, a lo que se une el que la red actual no tiene condiciones para almacenar la energía producida por los vientos.
En declaraciones reproducidas por Lusa, Sven Teske, perito en cuestiones energéticas de la organización ambientalista no gubernamental Greenpeace, aplaudió la iniciativa, porque "es urgente ampliar la actual red energética europea, que ya no está en condiciones de almacenar la energía de los parque eólicos existentes".
El colosal aumento de los proyectos europeos para desarrollar las energía alternativas "tiene su origen en el brutal aumento de la polución, o dicho de otro modo, con la irracionalidad, el fracaso del modelo de crecimiento dominante, que crea la necesidad de una nueva cultura energética que rompa con la dependencia del petróleo", dijo a IPS la ambientalista portuguesa Isabel de Castro.
Un factor determinante, incluso para quienes no defienden la energía limpia, "es la permanente inestabilidad política de la zona en que se concentra la mayor parte de la producción de petróleo y las reservas de gas natural, lo cual convierte en prioritaria la búsqueda de soluciones alternativas a nivel mundial".
De Castro, que entre 1992 y 2002 fue diputada del partido Ecologista-Verde, defiende la apuesta en las energías renovables, en la eficiencia, pero "sobretodo en la capacidad de poner en práctica nuevas formas de vivir, de producir y de consumir".
Según la activista, se debe "apostar a las energías alternativas, no solo eólica, sino también solar térmico, fotovoltaica, biomasa, olas y mareas, estimular la eficiencia energética, alterar procesos productivos, recurriendo a la innovación y a la producción limpia".
"Una política eco-eficiente para la energía debe ser una estrategia mundial. Para salvar el clima, no bastan los estados de alma", concluyó De Castro.