¿Una mujer en Francia puede usar el burqa y seguir siendo francesa? ¿Una inmigrante con esa prenda, que le cubre todo el cuerpo y el rostro, puede integrarse a la sociedad? La polémica es parte de una discusión sobre la identidad nacional previa a las elecciones regionales de marzo.
Esta semana, un informe del Parlamento recomendó la prohibición parcial de esa vestimenta tradicional musulmana porque, sostuvo, constituía un "desafío" "inaceptable" para la república francesa.
El informe, presentado tras seis meses de deliberación oficial, recomienda que el burqa, o velo de cuerpo completo, sea prohibido en escuelas, hospitales, oficinas estatales y el transporte público. Eso implica, por ejemplo, que un conductor de autobús puede negarse a aceptar a una pasajera vestida con esa prenda.
"Creo que el comité procuró buscar lo que consideró una solución viable política y legalmente, en lugar de una prohibición lisa y llana", dijo Judith Sunderland, investigadora para Europa Occidental de la organización de derechos humanos Human Rights Watch.
"Pero aún nos preocupa mucho que las restricciones interfieran seriamente con los derechos de las mujeres musulmanas en Francia a manifestar su religión" y "a la autonomía personal", comentó a IPS en entrevista telefónica.
"Definitivamente somos contrarios a todo tipo de medida absoluta. Pero las medidas graduales también violarían los derechos y serían contraproducentes porque no ayudarán a las mujeres que posiblemente utilicen el velo por la fuerza, y violaría los derechos de quienes eligen usarlo libremente", agregó.
"La medida contribuirá con la estigmatización del Islam y de los musulmanes en general. Sencillamente es una pésima idea", sostuvo la representante de Human Rights Watch.
Otros opositores de la recomendación parlamentaria expresaron distintas críticas.
El informe final recibió el boicot del opositor Partido Socialista, por ejemplo, como protesta contra el "gran debate" sobre la identidad nacional que impulsó el gobierno en noviembre. Algunos consideran que ese "debate" pretende conquistar, con vistas a las elecciones, a la población de derecha que es contraria a la inmigración.
Pero el ministro de Inmigración, Eric Besson, subrayó a la prensa la semana pasada que "Francia sigue siendo un país abierto", con una tradición de recepción de los inmigrantes.
La discusión en torno al burqa se agitó en círculos políticos y el público en general desde que el presidente Nicolás Sarkozy declaró, en junio, que la prenda no tenía lugar en Francia.
"El burqa no es un símbolo religioso, es un indicio de subyugación, de la sumisión de las mujeres. Quiero decir solemnemente que no será bienvenido en nuestro territorio", dijo Sarkozy en esa ocasión a un grupo de legisladores, en un discurso pronunciado en Versailles, en las afueras de París.
Desde entonces, las encuestas indican que 65 por ciento de la población francesa, incluso parte de la comunidad musulmana, desea una ley que prohíba el burqa.
Paradójicamente, casi la mitad de los ciudadanos franceses dicen que rara vez ven a una mujer con el burqa o el niqab, la variación que deja los ojos al descubierto, según una encuesta de la empresa GN Research publicada por el diario Le Parisien.
El ministerio del Interior calcula que 2.000 mujeres, en la población de 65,4 millones de franceses, utilizan este tipo de vestimenta, sobre todo en los suburbios de París. Quienes lo visten en los distritos más ricos de la capital suelen ser turistas adineradas de Medio Oriente.
Pero aunque tan pocas mujeres utilicen el burqa en este país, los franceses siguen hallándolo ofensivo. La comisión de 32 legisladores que redactó el informe asegura que toda Francia le dice que "no" al burqa porque este "es contrario a los valores de la república".
"Si el burqa es esencialmente ofensivo para la mayoría en la cultura del país anfitrión, y no es de importancia esencial para la mayoría de los musulmanes franceses o inmigrantes musulmanes en esa cultura, entonces quizás no debería ser presentado como esencial y por lo tanto puede ser eliminado", opinó la artista Linda Bernhardt.
"La comunidad musulmana y árabe debe definir lo que para ellos es importante compartir con la comunidad en la cual se habrán de integrar", dijo a IPS. "El burqa no es algo que yo vea esencial desde el punto de vista de los musulmanes moderados".
"Creo que cada parte define lo que puede darle a la otra y así se produce una mezcla. Nadie tiene una identidad fija. Hay cambios y las cosas evolucionan. Eso construye una humanidad más fuerte", sostuvo Bernhardt.
Pero si el gobierno ha de prohibir el burqa también deberá otorgar concesiones a los cinco millones de musulmanes que viven en Francia, así como a otras comunidades no cristianas, adoptando feriados públicos que no sean exclusivamente "tradicionalmente católicos", agregó la artista.
De hecho, el informe parlamentario sugiere medidas para integrar a la comunidad musulmana y otras, como la creación de una "escuela nacional de estudios islámicos" y la adopción de feriados nacionales que celebren festivales religiosos como el Eid islámico y el Yom Kippur judío.
Estos contenidos del informe recién se debatirán en el parlamento después de las elecciones de marzo, y nadie sabe con certeza cómo procederá el gobierno una vez que se sepan los resultados de los comicios.
Algunas voces musulmanas advierten que si las recomendaciones parlamentarias conducen a la prohibición las mujeres podrían verse obligadas a elegir el burqa como forma de desafío, o simplemente para reafirmar sus derechos en un país que se enorgullece de sus ideales de libertad e igualdad para todos.
Los juristas dicen que la prohibición sería difícil de aplicar y que el asunto podría terminar ante la Corte Europea de Derechos Humanos.
"Es una medida de integración por la fuerza que está destinada al fracaso", dijo Sunderland, de Human Rights Watch. "Es una estrategia errónea. No me imagino cómo una ley que limita el uso del niqab pueda ayudar a las mujeres que están obligadas a ponérselo. Es posible que las aísle aun más y las excluya de la sociedad francesa", opinó.
"Existen todo tipo de medidas políticas que deben adoptarse para tenderle una mano a las mujeres cuyas familias y comunidades donde viven violan sus derechos en forma cotidiana", aseguró Sunderland a IPS.
"No pensamos que este tipo de medida legislativa vaya a ayudar a las mujeres que usan el niqab. Sólo hará que sus vidas sean imposibles. ¿Cómo podrán ir a buscar a sus hijos en el autobús, o hablar con los profesores que sean hombres, por ejemplo?", preguntó.