Todos los días Yang Hongwei sale del trabajo y toma el autobús para volver a su casa, y en el camino observa en silencio las residencias de estilo europeo, los automóviles de lujo y las luces brillantes de los centros comerciales de la capital de China.
El joven de 25 años, oriundo de la nororiental provincia de Heilongjian, sueña con una vida como la que ve desde la ventana del autobús, sin pobreza, y esa esperanza lo ha mantenido en Beijing desde que se graduó en la universidad hace tres años.
Pero pronto Yang tiene que descender del autobús a la realidad de su vida, un puñado de maltrechos edificios agrupados junto a calles repletas de basura del pueblo de Tangjialing, al norte de Beijing.
Camina rápidamente hacia la casa donde alquila una habitación de 10 metros cuadrados por la que paga el equivalente a 81 dólares mensuales, aproximadamente una quinta parte de su salario.
"La casa es muy fría porque no tiene calefacción central, pero me estoy acostumbrando", dice mientras se ajusta su abrigada ropa al cuerpo. Muchos de sus compañeros universitarios e inquilinos en Tangjialing deben soportar el invierno de la misma manera.
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También tiene que soportar la soledad, en una sociedad regida por el dinero como es Beijing. "¿Cómo podría salir con una chica? Eso cuesta", comenta.
No ha salido con chicas desde que llegó a la capital en 2006, después de graduarse del Instituto del Petróleo Daqing, en Heilongjiang.
La frustración que siente Yang con su vida es compartida por muchos egresados universitarios de bajos ingresos que se mudaron a ciudades como Beijing.
En conjunto, son conocidos como la "tribu de las hormigas", un término acuñado por sociólogos chinos para describir la lucha de los jóvenes que, armados con sus diplomas universitarios, acuden a las urbes con la esperanza de hallar una vida mejor, pero en realidad encuentran empleos mal remunerados y pésimas viviendas.
Residen en localidades como Tangjialing por sus alquileres baratos. Este pueblo, por ejemplo, tenía 3.000 habitantes, pero la población aumentó a 50.000 personas con el ingreso de la nueva "tribu de hormigas".
"Son como hormigas: ingeniosas, débiles y viven en grupos", explicó el sociólogo Lian Si, investigador del Centro de Asuntos Chinos e Internacionales de la Universidad de Peking, que ha estudiado el fenómeno.
Lian dirigió un equipo de más de 100 estudiantes de posgrado para seguir a las poblaciones de ciudades universitarias como Beijing, Shanghai, Guangzhou, Wuhan y Xi'an.
En su libro "La tribu de las hormigas", publicado en septiembre, Lian estima que la población total que reúne estas características en las principales ciudades es de un millón personas en toda China. Solamente en Beijing halló 100.000.
La mayor parte de la "tribu" procede de familias rurales pobres y acepta empleos temporales y con bajos salarios como agentes de seguros, representantes de ventas de productos electrónicos y camareros en el área de restauración. Algunos están subempleados o directamente desempleados.
Lian, quien también es profesor adjunto en la Universidad de Negocios Internacionales y Economía, con sede en la capital, pronostica que un mercado laboral cada vez más desafiante será testigo de un mayor crecimiento de esta tribu.
La cantidad de graduados universitarios chinos, de entre 22 y 29 años, viene expandiéndose desde 2003, cuando en el país se produjo un enorme aumento de las inscripciones en los centros de educación superior.
Se espera que otros 6,3 millones de graduados se unan a los trabajadores migrantes y otros cazadores de empleos, en lo que promete ser una feroz competencia laboral este año.
Además de las malas condiciones de vida, la "comunidad de hormigas" enfrenta una falta de seguridad social en Beijing, donde el salario oficial promedio en 2008 fue de unos 586 dólares al mes. El miembro promedio de la tribu gana apenas la mitad de esa cifra.
Como en el caso de Yang, el matrimonio, por lo menos por ahora, no parece ser una opción para las "hormigas", 93 por ciento de las cuales son solteras, estima Lian.
El aumento de los precios de las viviendas y los alquileres los empuja hacia habitaciones baratas de 10 metros cuadrados o menos en las aldeas. La renta por un solo cuarto en el centro puede ser de por lo menos 293 dólares al mes, equivalente a todas las ganancias mensuales de un migrante joven.
Las viviendas baratas significan un viaje largo y en vehículos atestados para llegar al trabajo. Hay apenas seis rutas de autobús que conectan Tangjialing con el centro de Beijing.
"Es difícil subirse al autobús", dice Yang, quien trabaja para una empresa de programas informáticos en Zhongguancun, conocida como el "Silicon Valley de China", en alusión al valle en el estado de California, en Estados Unidos, donde se concentran grandes transnacionales electrónicas.
Para él y para muchos otros migrantes jóvenes, su búsqueda del sueño urbano es la única manera de lograr una vida mejor para sus familias en sus pueblos de origen. Volver a sus comunidades rurales equivale a admitir que no pudieron cumplir sus objetivos en las ciudades.
Determinadas a concretar sus sueños, las "hormigas" cambian de trabajo dos veces al año en promedio, en busca de una mejor paga y de desarrollo personal.
Yang dice que en los últimos tres años cambió de empleo varias veces, y que ahora planea renunciar a su trabajo actual. Está optimista sobre conseguir uno nuevo pronto, porque recibió ocho ofertas de entrevistas en una semana, tras enviar su currículo.
La perspectiva de conseguir un trabajo mejor pagado le mantiene con esperanzas de mudarse pronto de Tangjialing. "Pero para eso se necesita dinero", dice.
"Un tipo que vive en el piso de arriba se quedó en la aldea durante tres años. Luego se compró una casa en el centro, cuando fue ascendido a gerente de departamento", agrega con evidente envidia.
"En cuanto a mí, me he fijado un plazo de tres años más en Beijing. Si no puedo mejorar mi situación, volveré a mi ciudad natal", aseguró.
* Los autores escriben para China Features.