La semana pasada en Haití, una pequeña lata de arroz costaba dos dólares, pero pocos días después subió a 3,50. Lo mismo ocurre con el aceite de cocina, que duplicó su valor en el mismo lapso.
¿Cuánto costarán mañana? Nadie sabe.
El precio de alimentos básicos como los frijoles, la harina y la pasta se ha disparado desde el sismo de siete grados en la escala de Richter que devastó el martes 12 este país caribeño, dejando a millones de personas sin casa ni comida.
Y sin embargo, esas personas son las afortunadas. Las autoridades haitianas estiman que ya han enterrado 70.000 cadáveres, mientras que los apresurados sepelios realizados por familiares de las víctimas continúan cada día, agregando un número incalculable a esa cifra.
Para los sobrevivientes, la vida se ha vuelto extremadamente difícil y frágil. La economía está estancada, en tanto la capital y sus alrededores no cuentan con electricidad, agua corriente ni comercios que funcionen. No se sabe cuándo podrán reabrir los bancos y otros negocios.
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Mientras los precios de los alimentos aumentan, toneladas de ayuda alimentaria permanecen paralizadas en el aeropuerto por causa de la incapacidad del gobierno haitiano.
Más de una semana después del terremoto, la mayoría de la población que necesita alimentos y agua con urgencia no ha recibido nada.
Los vendedores callejeros se muestran en general renuentes a hablar sobre los precios, salvo que el periodista que los interroga les compre algo.
"¿De dónde es usted, de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos?, preguntó un vendedor enojado. "¿Por qué quiere saber esas cosas?", agregó.
Luego el vendedor se puso a la defensiva y explicó que los comerciantes no tienen más remedio que pasar a sus compradores los aumentos que ellos mismos tuvieron que pagar al adquirir las mercancías.
El valor del dólar cayó al menos 20 por ciento. La mayoría de las estaciones de gasolina están cerradas y venden sus reservas con cautela. En cuanto se sabe que una estación está abierta, se forma una larguísima fila de vehículos que obstruye el tránsito.
Unos 800 infantes de marina de Estados Unidos se instalaron el martes en Haití, llevando el total de militares estadounidenses en este país a 11.000, y comenzaron a trasladar suministros en helicópteros y vehículos militares todoterreno.
Los militares se esfuerzan por distribuir alimentos en la capital y sus alrededores sin provocar disturbios callejeros. Altos oficiales descartaron la entrega de comida en paracaídas en zonas inseguras y densamente pobladas para evitar las peleas por los alimentos.
En algunos casos, las muchedumbres impidieron aterrizar a los helicópteros y los soldados se vieron obligados a tirar las botellas de agua desde baja altura en lugar de distribuirlas sobre el terreno.
"De esa forma, se puede generar un caos", advirtió Himler Rebu, un ex coronel del ejército haitiano que se postuló sin éxito para la presidencia hace cuatro años. "Deben establecerse en un lugar y montar una red de distribución", agregó.
Sin embargo, se teme que la población se ponga más impaciente y se produzcan hechos de violencia si la ayuda no se distribuye con más rapidez y los haitianos no pueden comprar los pocos alimentos disponibles en el mercado.
*Especial para IPS de The Haitian Times.