MIGRACIONES-PARAGUAY: La sangría no para

Freddy Garcete tiene 50 años, es pintor de obras y hace dos años había viajado a España en busca de mejor vida. Se convirtió entonces en uno de los 500.000 paraguayos y paraguayas que residen fuera del país, expulsados por la situación socio-económica.

Pero el impacto de la emigración es aún mayor en la familia Garcete. Su esposa, Rosa María, había partido un tiempo antes que él, hacia el mismo destino. El objetivo de la pareja era saldar una deuda hipotecaria que pesaba sobre la vivienda familiar y asegurar el estudio de las dos hijas del matrimonio.

Pero los primeros coletazos en el mercado español de la crisis económico-financiera global minaron las posibilidades de Garcete, quien no pudo conseguir un trabajo seguro en la construcción y decidió regresar a Paraguay.

"Un tiempo después de mi ida falleció mi papá y tuve que volver. Pero no tener trabajo en forma permanente en España, hizo que decidiera quedarme en mi país, en gran medida para estar cerca de mis hijas", narró a IPS.

La familia Garcete tiene así su capítulo, entre otros miles, dentro de la historia del movimiento migratorio de Paraguay rumbo al extranjero.

Una radiografía de las implicancias de este fenómeno en la sociedad de este país se dio a conocer a través de un estudio presentado esta semana por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Se trata del informe de Desarrollo Humano 2009 "Ampliando Horizontes" elaborado en forma conjunta con el PNUD, el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El documento señala que, de la cifra de 500.000 personas mencionada, más de 250.000 emigraron en los últimos cinco años.

Argentina sigue siendo el principal país de destino, a donde van seis de cada 10 emigrantes paraguayos, España se ubica en el segundo lugar con tres de cada 10, en tanto que Estados Unidos y Brasil recibieron menor cantidad de connacionales en los últimos años.

Sobre quiénes son los que se van, el estudio señala que más de la mitad tienen entre 15 y 24 años de edad, lo cual echa por tierra la impresión que se tenía de que la mayor cantidad de los que partían era personas con 30 años o más, o sea jefes y jefas de hogar.

Sobre las condiciones en que se hallan en el país de destino, 77 por ciento de los paraguayos residentes en España se encuentran residiendo sin la documentación requerida, situación que los convierte en un grupo muy vulnerable a abusos y explotaciones de diversa índole.

"Estamos hablando de más de 50.000 personas que se encontraban en esa situación hasta enero de 2008, pues se suman 18.000 varones y más de 35.000 mujeres", explicó a IPS Jorge Méndez, coordinador del estudio.

Otro dato que arroja el informe es que, al momento de salir del país, 70 por ciento de ellos sólo hablaban guaraní, el idioma autóctono de Paraguay y que es utilizado por 94 por ciento de sus 6,1 millones de habitantes.

Según Méndez, la barrera del idioma se convierte en un obstáculo serio a la hora de insertarse laboralmente en los países a donde van a trabajar.

Sobre el nivel de instrucción, los que emigran a Estados Unidos y a España presentan mayor nivel académico, por lo general de educación secundaria y terciaria. Por el contrario, los que van a Argentina y Brasil tienen menos estudios por haber cursado sólo la enseñanza primaria.

La investigación también asegura que más de 182.000 de los 1,4 millones de hogares paraguayos tienen por lo menos un integrante viviendo en el exterior.

Los departamentos (provincias) que presentan las cifras más elevadas de emigrados son Central, el más poblado del país, el central San Pedro, el de mayor índice de pobreza, Alto Paraná, en la zona de frontera con Brasil y Argentina, y el sureño Caaguazú.

Entre los hogares receptores de remesas de dinero de la emigración, los de Asunción reciben el mayor monto mensual, pero este ingreso no es sostenido. En departamentos como San Pedro, el monto es mucho menor, pero sostenido.

"Los montos mayores de remesas son de Estados Unidos y España", indicó Méndez. En un promedio, el ingreso mensual recibido del exterior por cada hogar de Asunción es de 2,2 millones de guaraníes (unos 460 dólares), mientras que en San Pedro es de casi 590.000 guaraníes (poco más de 120 dólares), y en promedio del país es de 810.000 (cercano a los 200 dólares).

Según el informe, las remesas anuales se cuadruplicaron de 2004 a 2008. También se afirma que, una vez que se cancelan las deudas asociadas al traslado, ese dinero ayuda a reducir la pobreza extrema. En este país, 37,2 por ciento de los habitantes no satisfacen sus necesidades básicas, según datos divulgados este año por la Dirección General de Encuestas, Estadísticas y Centros.

Para Méndez, estos datos revelan que, si por un lado la necesidad de empleo expulsa a tantos paraguayos, las remesas disminuyen la condición de pobreza de las familias en este momento, lo cual implica que a la larga la carencia de capital social llevará al país a un inexorable mayor deterioro.

De 2001 a 2008, el monto de remesas recibidas pasó de 30.000 millones de guaraníes (6,3 millones de dólares) mensuales a casi 100.000 millones, equivalentes a 21 millones de dólares.

El caso de las licenciadas en enfermería, quienes viajan con contrato de trabajo en mano, es diferente al resto del grueso de los emigrados que viajan indocumentados. Corresponde a un sector de la población que desde hace tres años parte a Europa, principalmente Italia, para ejercer la profesión.

A la fecha, más 300 enfermeras han viajado con contratos de tres años como mínimos y salarios de más de 3.000 euros (4.520 dólares). Otras 150 están actualmente preparándose para el viaje, según estadísticas que maneja la Asociación Paraguaya de Enfermeras.

Méndez resaltó que, entre las recomendaciones del informe, se halla la necesidad de poner en marcha una política nacional de migración, que brinde garantías tanto a los que quieren emigrar, como a los que desean volver. Pero que sobre todo que se orienten los esfuerzos a hacer que muchos de los que se han ido vuelvan a trabajar y forjar el país.

Estas remesas le han permitido a Garcete sustentar la economía de su hogar, pues sigue sin conseguir trabajo permanente en Paraguay. Su esposa es la que aporta de modo permanente dinero cada mes desde su residencia en España.

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