La pakistaní Mai Asi deja de llorar por sus dos hijos pescadores. Ambos están tras las rejas en India acusados de realizar pesca ilegal, delito por el cual fueron sentenciados a dos años de prisión.
Pero, debido a las históricas tensiones políticas entre Nueva Delhi e Islamabad, la pena se ha estirado 16 años, y continúa en forma indefinida.
El 25 de este mes, Asi vio una luz de esperanza cuando las autoridades de Pakistán, en un gesto de buena voluntad, liberaron a 100 pescadores indios, incluyendo a nueve jóvenes. Esto le hizo creer que India haría lo propio, pero no ha habido aún indicios de que vaya a suceder.
Muchos celebraron la decisión del primer ministro pakistaní Yusuf Raza Gilani de liberar a los pescadores indios.
"No sólo los pescadores, sino todos nosotros estábamos entusiasmados y felices por esta sorprendente noticia. Espero que India responda con la misma magnanimidad", dijo a IPS en entrevista telefónica Ashraf Nizamani, superintendente de la cárcel de la localidad de Malir, donde los pescadores fueron detenidos.
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Los pescadores pakistaníes arrestados en India son alrededor de 200, mientras que los indios en Pakistán superan los 400, según datos oficiales.
Asi, quien parece tener más de 80 años (no puede recordar su edad exacta), llora y espera desesperadamente a sus hijos cada día. En los últimos 16 años, recibió sólo nueve cartas de ellos, y la última llegó hace un año.
"Fue un momento de alegría", dijo Bachal, otro de los hijos de Asi, para quien la última carta de sus hermanos fue una suerte de "media visita", aunque dejó a su madre llorando sin parar por horas.
Ella guardó las cartas de sus hijos como tesoros, y le pide al resto de su familia que se la lean una y otra vez.
"Al menos están vivos", dijo Bachal, evitando los ojos de su madre, otra vez llenos de lágrimas.
Bachal se gana la vida como pescador. Desde que sus hermanos fueron encarcelados, él mantiene a 15 familiares, incluyendo a otro hermano sin empleo que sufre de tuberculosis.
En los últimos 20 años, un total de 4.516 pescadores indios y 729 botes fueron detenidos por las autoridades pakistaníes, según un estudio de 2008 del Foro de Pescadores de Pakistán (PFF, por sus siglas en inglés), organización no gubernamental que trabaja por los derechos de las comunidades pesqueras indígenas.
Cuando las pequeñas embarcaciones no encuentran pescado cerca de la costa, se alejan más profundo en el mar, a veces incursionando en aguas extranjeras, según explicaron fuentes del sector.
El presidente del PFF, Mohammad Ali Shah, señaló que la desaparición de los peces en la costa se debía a la sobreexplotación causada por la "entrega de licencias a empresas pesqueras extranjeras que trabajan todo el año".
Por eso, Shah no considera un delito ir en busca de pescado a aguas de otro país. "No hay una demarcación visible en el agua, y muchas veces no es intencional cuando vas tras una caza, o cuando una fuerte corriente lleva al bote al otro lado", sostuvo.
"Aun si fuera hecho intencionalmente, no es un delito", añadió, citando el artículo 73 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, que establece que "los buques apresados y sus tripulaciones serán liberados con prontitud, previa constitución de una fianza razonable u otra garantía", y que estas violaciones no pueden ser castigadas con penas privativas de libertad ni castigos corporales.
El cruce fronterizo de pescadores es un fenómeno común, dijo. Cuando los países limítrofes, como India y Pakistán, no tienen buenas relaciones, se convierte en un problema político con graves repercusiones en las familias de los afectados, mientras los gobiernos permanecen por lo general indiferentes.
Shah también lamenta que los pescadores detenidos languidecen en las prisiones indias y pakistaníes incluso mucho después de que se han cumplido sus sentencias, lo que calificó de grave violación a los derechos humanos.
"El trato dado a estos pescadores es una mancha tanto en el historial de India como de Pakistán lo que sufren los pescadores es ilegal e inhumano", afirmó Ali Dayan Hasan, investigador para Asia meridional de la organización Human Rights Watch.
Cuatro años después de que las autoridades indias detuvieran a los hijos de Asi, junto a otros tres pescadores, incluyendo a su yerno, ella y su familia se vieron obligados a abandonar la aldea de Kharo Kun, sobre la costa, para mudarse a Ibrahim Hyderi, un barrio pobre en la ciudad portuaria de Karachi, en busca de trabajo.
Nasir Ali Panhwar, de la oficina pakistaní del Fondo Mundial para la Naturaleza, señaló que los ingresos de los pescadores han caído en forma significativa, y varias comunidades se han visto obligadas a emigrar en busca de empleo.
Panhwar añadió que los pescadores y sus familias tienen que realizar sus actividades fuera de temporada, lo que contribuye a acabar con las reservas.
"Antes practicaban agricultura suplementaria, que les proveía de granos y compensaba sus ingresos cuando no era temporada" de pesca, explicó. Pero, debido a que sus tierras se han anegado y salinizado por el crecimiento del nivel del mar, la pesca es todo lo que hacen.
Bachal sólo sabe pescar, y piensa seguir haciéndolo. "El fuego en estos estómagos es mucho más fuerte que el temor a ser detenidos", afirmó.
Incluso si los pescadores fueran liberados, no hay garantías de que pudieran volver a su antiguo trabajo.
Cuando los pescadores son detenidos, explicó Shah, sus embarcaciones son incautadas. "Cada bote cuesta el equivalente de entre 3.000 a 3.600 dólares", indicó.
"Estos barcos nunca son devueltos, aun si los pescadores son liberados. Para muchos pequeños pescadores, esto es un golpe mortal. Sin un barco, no hay cómo pescar. Compran sus embarcaciones en cuotas o deben pedir grandes préstamos", añadió.
Pero nada de esto parece preocupar a Asi, quien sólo piensa en sus hijos y espera que India los libere.