El régimen de facto abortó al menos por ahora la salida a México del legítimo presidente de Honduras, Manuel Zelaya, bajo el argumento de que se negó a firmar una «carta de reconciliación del país» y que era «improcedente» su pretensión de incluir a su familia directa en el pedido de asilo político.
Zelaya, acogido en la embajada de Brasil en Tegucigalpa desde el 21 de septiembre, había decidido viajar a México, en una medida respaldada por varios países latinoamericanos, pero el gobierno surgido del golpe cívico-militar del 28 de junio abortó su salida, en un nuevo episodio de la crisis institucional en que está sumergida Honduras, donde no faltan contradicciones.
El presidente de facto, Roberto Micheletti, dijo este jueves que "una vez más se nos engañó a quienes queremos la paz y la tranquilidad en este país". "Con mentiras, con falacias, desde la embajada de Brasil quisieron sorprender una vez más a Honduras", dijo antes de pedir respeto para la soberanía del país, en su lenguaje habitual cargado de victimismo.
Desde su país, la secretaria (ministra) de Relaciones Exteriores de México, Patricia Espinosa, reconoció que el operativo para sacar a Zelaya de Tegucigalpa quedó en suspenso porque "no están vigentes" las condiciones para el traslado, después de haber enviado un avión oficial la noche del miércoles para sacar al presidente depuesto, que no llegó a aterrizar en Tegucigalpa.
El presidente electo hondureño, Porfirio Lobo, rehusó este mismo jueves hablar directamente del impasse, pero subrayó que Zelaya "debe respetar el acuerdo que él mismo firmó" a favor de la conciliación nacional y que no llegó a ejecutarse por opuestas interpretaciones entre el gobernante institucional y Micheletti.
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Carlos López Contreras, canciller de Micheletti, dijo que se mantuvieron contactos con el gobierno mexicano la noche del miércoles y hubo aproximaciones sobre la figura del asilo político y territorial. Pero que finalmente "constatamos que la misma no reunía los requisitos de un asilo para Zelaya, por lo cual la acción se abortó".
"Nosotros dábamos el asilo al ex presidente Zelaya, pero no así a su familia porque ésta no tiene problemas acá en Honduras ni es perseguida o acosada", detalló.
La versión de Zelaya sobre su abortada salida la madrugada del jueves es diferente. Aseguró que no solicitó asilo político y que su abandono del país era un aporte "al diálogo interno". De hecho, fue la intención de Zelaya de viajar como "huésped ilustre" y en ningún caso como "refugiado político" el elemento que bloqueó la operación, según sus asesores cercanos.
Según López Contreras como contrapartida al salvoconducto, "el ex presidente se había comprometido a que iba a sacar una declaración antes de su salida donde indicaba que respetaba la etapa de reconciliación en el país y el acuerdo Tegucigalpa/San José, pero a última hora, Zelaya desistió de cumplir lo pactado".
Añadió que "al estudiar la petición vimos muchos vacíos y ambigüedades", pero subrayó que el gobierno de facto "no está cerrado a la salida de Zelaya, siempre que se cumplan los requisitos que exige el asilo político y territorial como fue lo acordado".
López Contreras dijo que la mayor evidencia de que las conversaciones y diligencias estaban "muy adelantadas" es que un avión mexicano se desplazó desde el Distrito Federal, pero al abortarse la acción, la aeronave fue desviada al aeropuerto de Comalapa, en El Salvador.
La cancillería hondureña presentó el documento enviado por su par mexicana donde se le pedía un salvoconducto para Zelaya, su esposa, dos hijos y el asesor, Rassel Tomé, con plenas "garantías de seguridad y respeto a su condición física, ya que el estado mexicano ha decidido recibirlos en su territorio".
Zelaya explicó que hay conversaciones "con varios países" para una salida, pero "no acepto ni he solicitado ningún asilo político de ningún país. Si de eso se trata, haré huesos en esta embajada hasta que Brasil me lo permita".
El gobernante depuesto volvió de manera subrepticia a Tegucigalpa tras burlar la vigilancia cívico militar, luego de la asonada del 28 de junio, cuando un pelotón militar lo sacó en pijama de su residencia y a punta de metralleta lo subió a un avión rumbo a Costa Rica.
La tarde del miércoles, al trascender la noticia del posible abandono de Zelaya de la embajada brasilera, las autoridades redoblaron el cordón de seguridad y por más de cinco horas, en medio de las protestas espontáneas de pobladores simpatizantes de Zelaya, se informaba de los detalles del traslado hacia la base militar en donde aterrizaría el avión procedente de México.
Pero Zelaya, al conocer que el estatus de asilo político le impedía hablar de la crisis política y plantear su caso en otros escenarios internacionales, rechazó las condiciones.
"Soy el presidente legítimo y necesito seguir informando a otros países sobre mi problema. He visitado casi todos los países, pero me falta Venezuela y Cuba a donde espero ir como presidente, no como asilado", dijo a medios locales.
El depuesto mandatario indicó que está anuente a "cualquier diálogo para salir de la crisis, pero sin la menor intención de renunciar a mi cargo, donde me mantengo fuerte y firme, y si acepto un asilo, se me limita la posibilidad de seguir con mi investidura de Presidente", alegó.
El nuevo impasse, de acuerdo a analistas consultados por IPS, complica las negociaciones entabladas entre el nuevo presidente electo de Honduras, Porfirio Lobo, con la comunidad internacional que exige una amnistía política para Zelaya y los implicados en la crisis política, así como el abandono del poder del presidente interino, Roberto Micheletti.
Esos requisitos, junto al cumplimiento del acuerdo Tegucigalpa/San José que busca propiciar la reconciliación en la sociedad, fueron parte de las condicionantes hechas por la comunidad internacional a Lobo para reconocer su triunfo en los comicios del 29 de noviembre.
Lobo, quien este martes viajó a San José para reunirse con los presidentes Óscar Arias (Costa Rica) y Ricardo Martinelli (Panamá), dijo a su retorno que estas condicionalidades le fueron comunicadas por ambos mandatarios, tras una conversación sostenida con Washington.
Para el politólogo hondureño Ernesto Paz, si Zelaya abandona el país, el camino para la salida de Micheletti se allana como parte de las presiones de la comunidad internacional y "Porfirio Lobo podría asumir su mandato con mayor holgura y gozando con el reconocimiento y legitimidad de la mayoría de los países".
"Eso es una posibilidad y es muy probable que la amnistía política la otorgue Lobo en su gobierno, pues con Zelaya fuera, los márgenes de negociación son más amplios y flexibles", señaló Paz a IPS.
No obstante, el jurista Mauricio Velasco, es del criterio que "esta nueva imposición de la comunidad internacional, además de arbitraria, debe ser analizada a profundidad porque una amnistía política implicaría también a los delitos comunes y conexos, y Zelaya tiene no solo juicios políticos pendientes, sino también por hechos de corrupción".
Velasco dijo a IPS que cualquier esfuerzo por procurar el diálogo en Honduras "no debe pasar por más impunidad, pues eso es lo que ha provocado un cansancio y hartazgo en la población por los arreglos bajo la mesa y la comunidad internacional debe entender en su dimensión este aspecto".
De otro lado, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, felicitó este miércoles a Porfirio Lobo por su triunfo en los comicios hondureños, los cuales, dijo, fueron "un importante hito" en el camino para solucionar la crisis, pero no suponen "el final" del proceso.
"Un proceso electoral de un año de duración culminó el 29 de noviembre cuando los hondureños expresaron su voluntad democrática de manera pacífica y con una amplia participación. Elogiamos a los hondureños por este logro y felicitamos al presidente electo (Porfirio) Lobo por su victoria", dijo Clinton.