El presidente de México, Felipe Calderón, dispuso este miércoles rotaciones en su gabinete ministerial con el propósito de insuflar nuevos aires ante la crisis económica que afronta. Pero el paquete de cambios está envuelto en un papel de claro tinte político.
Ernesto Cordero, hasta ahora secretario (ministro) de Desarrollo Social (Sedesol), pasó a encabezar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) en sustitución de Agustín Carstens.
A su vez, Calderón propuso al Senado que Carstens sustituya a Guillermo Ortiz en la presidencia del autónomo Banco de México (Banxico), emisor y que entre sus objetivos tiene, por ley, combatir la inflación y el mandato de su titular es por ocho años.
De esa forma, el mandatario del conservador Partido Acción Nacional apuntala a cercanos colaboradores suyos en cargos fundamentales como el manejo de las finanzas públicas y de la política social, que involucra entre otros asuntos el combate contra la pobreza.
"El Poder Ejecutivo dejó pasar una oportunidad de demostrar que en su toma de decisiones se da más privilegio a una evaluación objetiva", analizó ante IPS José de la Cruz, académico del privado Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
"Con la decisión se privilegió la confianza en gente que ya había trabajado con el presidente a lo largo de la primera mitad de su sexenio (iniciado en diciembre de 2006), luego viene el orden político y la parte económica quedó en tercer término", explicó.
Carstens, quien encabezó la SHCP desde el inicio de la gestión de Calderón, conoce bien el Banxico, donde trabajó entre 1980 y 2000, cuando fue nombrado subsecretario de Hacienda.
Aunque su nombramiento, que la Cámara Alta debe ratificar en las próximas semanas, encierra alguna amenaza a la independencia de ese órgano, por su cercanía con el presidente, es la asunción de Cordero lo que más preocupa a los expertos.
"El mensaje es muy claro. Habrá un manejo político de las finanzas públicas, la agenda política impondrá a la agenda financiera", dijo a IPS el analista económico Edgar Amador, en alusión a las elecciones presidenciales de 2012.
Amigo de Calderón desde hace muchos años, Cordero, un doctor en Economía, llegó a la Sedesol en enero de 2008.
La recesión ha colocado a la baja la credibilidad de Carstens y Cordero. Este año la economía mexicana caerá entre siete y ocho por ciento, en el peor desempeño en la historia del país y en la región latinoamericana. Además, más de 800.000 personas habrán perdido su empleo al cerrar los indicadores del año.
A mediados de 2008, cuando la crisis global despuntaba desde su cuna en Estados Unidos, Carstens se volvió célebre cuando dijo que la coyuntura significaría para México "un catarrito", pero el padecimiento pulmonar predicho por el tecnócrata devino en una grave infección financiera.
Las autoridades han creído que la estabilidad macroeconómica, asentada en un déficit fiscal igual a cero, una inflación baja y tasas de interés flexibles, bastaría por sí sola para sostener al país, pero el paso del huracán financiero ha demostrado que no es así.
A Cordero no le ha ido mejor. La pobreza alcanzó ya a 41 millones de los 105 millones de mexicanos, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, y amenaza con expandirse aún más el año venidero. Además, la debilidad de las arcas estatales no alimentará adecuadamente los programas sociales oficiales.
El flamante secretario de Haciendo protagonizó un exabrupto en noviembre, cuando mandó a informarse de México al estadounidense Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, quien junto a otros cinco galardonados ha criticado duramente el manejo mexicano de la crisis económica.
En reemplazo de Cordero, el mandatario nominó a Heriberto Félix, hasta ahora subsecretario para la Pequeña y Mediana Empresa, de la Secretaría de Economía.
Para Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (adscrito a la mayor patronal del país), Carstens "es un buen sustituto" de Ortiz. "Somos optimistas. Creemos que habrá una buena alineación de las políticas y se mantendrá el principio de la estabilidad económica", manifestó.
"¿Qué pasará en Hacienda con la llegada de Cordero? Es la pregunta que circula con preocupación dentro y fuera de la secretaría que hasta hace poco manejaba el rumbo de la economía nacional.
Las respuestas pueden ser preocupantes en la medida en que Cordero será un amplificador fiel de la voluntad presidencial en Hacienda", escribió este miércoles el economista Samuel García en El Semanario Agencia.
"En los siguientes meses veremos si las decisiones en el banco central no están contaminadas nada más por cierto grado de dependencia del Ejecutivo sino por tratar de alinear la política monetaria a la fiscal que Carstens aplicó y que no fue del todo exitosa", indicó de la Cruz.
En el Banxico se hallan cuatro subgobernadores por debajo del gobernador, lo cual sirve de contrapeso a la influencia de quien dirige la institución.
Con el apuntalamiento de Carstens, el presidente Calderón puso fin al periodo de 12 años de Ortiz al frente del Banxico, en un ajuste de viejas cuentas políticas.
En 1997, cuando Calderón era diputado y Ortiz iniciaba su gestión en el Banxico, sostuvieron diferencias en torno a la creación del oficial Instituto para la Protección de Ahorro Bancario, el sustituto del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), surgido en 1990 para garantizar los depósitos.
El Fobaproa absorbió las deudas ante los bancos y avaló el dinero de los ahorradores a raíz de la crisis de 1994 que llevó a la quiebra a varias instituciones financieras mexicanas.
Ortiz y Calderón nunca enterraron esas disputas y desde entonces mantuvieron una guerra fría. Durante esta coyuntura financiera, el ahora ex presidente del Banxico pedía una política económica más dinámica y Calderón respondía con reclamos de una estrategia monetaria más flexible.
"El trabajo de Carstens no ha sido ejemplar, aunque tiene el perfil para dirigir el Banco de México. Pero Cordero dista de ser una figura conocida en los mercados", puntualizó Amador.
Para García, se vive "un momento que combina una alta inestabilidad financiera global, con un presidente con una elevada ingerencia en los asuntos económicos e incentivado a mantener las preferencias electorales para su partido hacia 2102 y con una secretaría de Hacienda en reconstrucción. Un cóctel no recomendable pero que el presidente ha decidido tomar".
"El reto es el desarrollo de una reforma fiscal que sea integral y que aborde los puntos fundamentales. Ahora hay muchos balances y contrapesos, esperamos que tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo vayan por las reformas fundamentales", planteó Foncerrada, en alusión al plan gubernamental de impulsar el año próximo una reforma fiscal.
Los últimos cambios en el equipo de gobierno sucedieron en septiembre, cuando renunciaron Eduardo Medina a la fiscalía general, Alberto Cárdenas a la Secretaría de Agricultura, y Jesús Reyes Heroles a la dirección de la empresa estatal Petróleos Mexicanos.