DDHH-CUBA: Debate racial llega al conflicto con Washington

El necesario debate sobre la persistencia de discriminación por el color de la piel en la sociedad cubana podría quedar entrampado en el viejo conflicto entre La Habana y Washington, luego de acusaciones de intelectuales afroestadounidenses rechazadas por sus pares de este país caribeño.

Varias organizaciones civiles, inclusive algunas de carácter oficial, vienen promoviendo la discusión pública del problema racial para hacerlo visible y facilitar la búsqueda de soluciones, tanto por parte del Estado como de las instituciones sociales.

En una declaración, el presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Miguel Barnet, y otras figuras de la intelectualidad admitieron que el proceso de integración racial no ha sido fácil, pero rechazan que en el país se coarten "las libertades civiles por razones de raza".

Según el texto difundido este viernes en medios digitales de la isla, en el proceso de transformaciones emprendido en el último medio siglo, "los negros y mestizos" encontraron "oportunidades de realización social y personal, sustentadas en políticas y programas" que propiciaron la integración de la sociedad.

"Se trata, lo sabemos, de un proceso no exento de conflictos y contradicciones, sobre los que gravitan tanto desventajas sociales heredadas como prejuicios secularmente enraizados", admitió la declaración, que responde a otra procedente de Estados Unidos y firmada por casi 60 intelectuales negros.
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Los afrodescendientes del país vecino exigen al gobierno de Raúl Castro que cese el "innecesario y brutal acoso de los ciudadanos negros en Cuba que defienden sus derechos civiles".

"No podemos quedarnos callados ante el aumento de las violaciones de los derechos civiles y humanos de los activistas en Cuba que tienen el valor de alzar sus voces contra el sistema racial de la isla", agrega la declaración, firmada, entre otros, por Jeremiah Wright, que fue pastor del actual presidente Barack Obama cuando éste vivía en Chicago.

Para los intelectuales cubanos, entre quienes figura la poetisa y ensayista Nancy Morejón, "detrás de esas ficciones se evidencia la aviesa intención de sumar a respetables voces de la comunidad afronorteamericana a la campaña anticubana que pretende socavar nuestras soberanía e identidad".

A juicio de los firmantes, "si la Cuba de estos tiempos fuera ese país racista que se quiere inventar", sus ciudadanos no hubieran contribuido masivamente a la liberación de los pueblos africanos, ni más de 35.000 jóvenes africanos hubieran recibido educación en escuelas cubanas en los últimos 40 años.

Tampoco estarían estudiando 2.888 jóvenes de unos 30 países de esa región en universidades cubanas, agrega la declaración, que menciona la colaboración prestada para formar personal médico y otros recursos humanos, así como la asistencia sanitaria a países latinoamericanos y del Caribe, donde es "significativa la diáspora africana".

El texto también recuerda que en los "primeros días" del proceso revolucionario triunfante en 1959 "fueron desmanteladas las bases institucionales y jurídicas de una sociedad racista, y los afrodescendientes se beneficiaron de inmediato con la batalla que dio el nuevo gobierno para erradicar toda forma de exclusión".

Según el Censo de Población y Viviendas de 2002, 10 por ciento de la población de Cuba se reconoce negra y cerca de 25 por ciento mulata o mestiza.

El artículo 42 de la Constitución proscribe y sanciona la "discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana". En mayo de 1961, el gobierno de Fidel Castro eliminó las exclusiones raciales, con la nacionalización de clubes y asociaciones.

Para Esteban Morales, académico, investigador y otro de los firmantes de la respuesta a los intelectuales estadounidenses, "nunca antes (de 1959) en Cuba, los negros y mestizos habían podido contar con un Estado y un gobierno que defendiese sus intereses como propios".

Sin embargo, varias voces coinciden en que persisten expresiones discriminatorias que se refugian en la familia, en la conciencia individual, en ciertos grupos y en actitudes de personas concretas, delineando un contexto social que no se puede silenciar y debe ser investigado.

De acuerdo a esas fuentes, hasta mediados de los años 80 prevaleció la errónea concepción teórica de que, desaparecidas las clases sociales, e incorporado el pueblo a la construcción de una nueva sociedad, la propia lógica dialéctica de ese proceso daría al traste con los prejuicios raciales y su "praxis" discriminatoria.

Pero en los últimos años hubo cambios y el tema racial se discutió en 1998 en un congreso de la Uneac, y un año después en una reunión Consejo Nacional de esa organización. Recientemente, se creó un comité permanente para luchar, desde una perspectiva cultural, contra todo vestigio de discriminación y prejuicios raciales.

En tanto, intelectuales y artistas reflotaron en septiembre la Cofradía de la Negritud (Coneg), un proyecto ciudadano empeñado en crear conciencia sobre el "agravamiento" de la desigualdad racial, cuya solución requiere una política social que considere la desventaja históricamente acumulada de la población negra.

También existe una comisión para el estudio del tema en la Biblioteca Nacional, y el gubernamental Instituto de Antropología concluyó hace poco una investigación sobre el estado actual del asunto, que está presente en debates populares realizados a partir de la muestra del documental "Raza", del joven cineasta cubano Eric Corvalán.

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