Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos siguen enmarañadas en el viejo diferendo político-ideológico, pese a las señales de distensión y posibilidades de diálogo abiertas con la llegada a la Casa Blanca de Barack Obama, del Partido Demócrata.
Durante su campaña electoral, Obama se mostró dispuesto a emprender una diplomacia directa con La Habana. Una vez sentado en el sillón presidencial, eliminó restricciones impuesta por su antecesor George W. Bush, del hoy opositor Partido Republicano, a las remesas de dinero y viajes de cubano-estadounidenses y reabrió las pláticas migratorias suspendidas desde 2003. Asimismo, entabló conversaciones oficiales para el eventual restablecimiento del servicio postal directo y dio paso a un clima menos hostil, respondido en Cuba con una retórica también más distendida y la disposición a entablar un "diálogo respetuoso" para resolver el conflicto que separa a los dos países desde hace casi medio siglo.
No obstante, la percepción inicial de que Obama podría ser el presidente que pusiera en rumbo la política hacia este país caribeño por caminos diferentes a los de sus predecesores parece haber cambiado cuando faltan pocas semanas para la celebración, en enero entrante, de su primer año de mandato.
"La situación ha variado mucho, Obama cada día se acerca más a la era Bush respecto de la política hacia Cuba y volvió a poner sobre el tapete el tema de los condicionamientos para conversar", comentó a IPS Esteban Morales, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (Cesheu), de la Universidad de La Habana.
El académico admitió como positiva la visita en septiembre pasado de la subsecretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, Bisa Williams, para negociar la reanudación del servicio de correos entre ambos países, entre otros temas que convienen a la nación norteña.
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"Todo eso aparenta un ambiente de distensión, pero en realidad Obama no ha dado señales reales de que quiere conversar con Cuba acerca de las relaciones. Se ha hablado de asuntos bilaterales de interés para ellos, pero no de cuestiones básicas como sería la creación de un clima de confianza que permitiera sentarte a conversar distendidos", dijo.
Durante su permanencia en la urbe habanera, Williams se reunió por separado con un grupo de disidentes y con académicos. A la vez, la Oficina de Intereses de Estados Unidos (SINA) en Cuba ofreció una recepción a la que se abstuvo, por primera vez en varios años, de invitar opositores. En cambio, asistieron muchas personas del mundo artístico.
A juicio de Morales, se trata de una política subversiva más inteligente, aunque igual a la de Bush. "Evitan discurso y actitudes demasiado agresivas, dividen los espacios, es decir no nos mezclan para poder conversar con los dos sectores, porque cuando los disidentes van a una recepción, nosotros no acudimos. Es propio de los demócratas", comentó.
El caso de un estadounidense detenido el 5 de este mes por distribuir entre opositores ordenadores portátiles, móviles y otros equipos tecnológicos y la participación de funcionarios de la SINA, junto a otros diplomáticos, en manifestaciones disidentes el 10 de este mes, Día de los Derechos Humanos, enrareció el delicado clima bilateral.
Para el presidente de Cuba, Raúl Castro, tales hechos demuestran que "crece el aliento a la subversión abierta y encubierta contra la isla", a cuyo financiamiento Washington dedica, según aseguró, una partida pública de casi 55 millones de dólares que salen del presupuesto federal de Estados Unidos.
La disposición estadounidense "de dar un giro en el diferendo bilateral" es sólo aparente, se "mantienen intactos los instrumentos de la política de agresión a Cuba" y Washington "no renuncia a destruir la Revolución" y generar un cambio de régimen económico y social en este país, afirmó Castro ante el parlamento.
No obstante, en ese discurso, transmitido a todo el país al atardecer del domingo 20, el gobernante ratificó la voluntad de su gobierno "de solucionar definitivamente el diferendo con Estados Unidos, a partir de un diálogo respetuoso, entre iguales, sobre cualquier asunto", aunque sin menoscabo de la independencia y soberanía de este país.
"Si el gobierno norteamericano realmente desea avanzar en las relaciones con Cuba, le recomiendo dejar atrás los condicionamientos de orden interno que pretende imponernos y que sólo a los cubanos compete decidir", puntualizó Castro, en una idea reiterada en varias ocasiones.
Según el canciller cubano Bruno Rodríguez, el gobierno de Castro propuso al de Estados Unidos en julio los temas que considera necesario abordar en un eventual proceso de diálogo dirigido a mejorar las relaciones, que incluye el "levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero", como primer punto.
Le siguen la exclusión de Cuba de la lista de países terroristas, el cese de la Ley de Ajuste Cubano y la "política de pies secos-pies mojados", que La Habana denuncia como normativas que fomentan la emigración ilegal al garantizar a nacionales cubanos prerrogativas especiales para residir en Estados Unidos que no ofrece a personas de otros países.
La agenda también contempla la devolución a Cuba del territorio de la isla ocupado por la Base Naval de Guantánamo, el fin de las agresiones radiales y televisivas desde los Estados Unidos contra este país, el cese del financiamiento a la subversión interna y, como aspecto esencial, la liberación de cinco cubanos encarcelados en el país norteño, bajo cargos de espionaje.
La isla considera luchadores "antiterroristas" a Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González, e insiste en que el presidente Obama "tiene las prerrogativas constitucionales para ponerlos en libertad, como acto de justicia y de compromiso de su gobierno contra del terrorismo".
La Habana también está interesada en pláticas con Washington para establecer cooperación en el enfrentamiento al narcotráfico, al terrorismo y al tráfico de personas, para proteger el medio ambiente y enfrentar los desastres naturales, asuntos que impactan a los dos países tan cercanos en geográficamente.
Pero Morales y otros analistas de la isla no esperan mucho en el segundo año de gobierno de Obama, especialmente por los complejos problemas internos y externos que debe atender, incluidas dos guerras "sin salida" (Afganistán e Iraq) y la crisis económica y financiera.
"En ese contexto, las relaciones con Cuba quedan complicadas… Creo que al sector de derecha que controla el poder en el gobierno demócrata no le interesa mejorarlas", alertó el experto, quien cree que su país enfrenta a la más compleja y difícil administración estadounidense de los últimos 50 años.
"Sabíamos por donde venía Bush (2001-2009), Bill Clinton (1993-2001), también, pero con Obama no se sabe. Pone el indicador por la izquierda y va por la derecha", comentó Morales, al insistir en que el actual inquilino de la Casa Blanca "se desdice" con frecuencia y asume posturas "cínicas" ante problemas como la paz o el cambio climático.
A su vez, el secretario de Estado adjunto de Estados Unidos para América Latina, Arturo Valenzuela, comentó a periodistas en Washington el 10 de este mes que su administración no busca en este momento un cambio súbito en su relación con Cuba y está tomando las cosas "con calma".