CAMBIO CLIMÁTICO: El mundo se hunde en Copenhague

Los más pobres del mundo sufrirán un «horrible» impacto si no se logra un acuerdo en los días que quedan de la COP-15. Ese fue el reclamo lanzado por el Sur este viernes en la capital danesa, en unas negociaciones que, al terminar su primera semana, no logran salir de la ciénaga.

Delegados de los principales grupos negociadores Crédito: Raúl Pierri/IPS
Delegados de los principales grupos negociadores Crédito: Raúl Pierri/IPS

En esta jornada se difundió el borrador de un acuerdo para la COP-15 (la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que permite apreciar cuáles son los elementos en discordia, sobre todo cifras y años, colocados en el texto entre corchetes.

Por ejemplo, se incluyen dos cifras para el aumento aceptable de la temperatura media del planeta respecto de los niveles pre-industriales: 1,5 o dos grados centígrados.

Mientras, la meta de reducción de emisiones para 2050 respecto de los niveles de 1990 debería ubicarse entre 50 y 95 por ciento.

El texto, elaborado por el Grupo de Trabajo Ad Hoc sobre Acción Cooperativa de Largo Plazo (AWG-LCA) de la Convención, expresa las diferencias entre los bloques negociadores de los países del Norte industrializado y del Sur en desarrollo.

Quedan pendientes detalles sobre las acciones de adaptación, vitales para que los países pobres puedan afrontar los efectos del recalentamiento planetario, así como en varios aspectos de la financiación, y no establece el año en el que las emisiones de gases invernadero deben llegar a su pico.

«Las naciones desarrolladas partes como grupo deberían reducir sus emisiones de gases invernadero en (75-85) (al menos 80-95) (más de 95) por ciento respecto de los niveles de 1990 para 2050″, afirma el texto.

Pero en las metas a cumplir para 2020, el borrador menciona objetivos de reducción conjunta de los países industriales desde 25 hasta 45 por ciento.

Para las naciones en desarrollo establece la necesidad de que adopten recortes de sus emisiones entre 15 y 30 por ciento para 2020, tanto con financiamiento y tecnología suministrados por el mundo rico como asumidos por cada país.

En conferencia de prensa, el enviado especial de Estados Unidos, Todd Stern, cuestionó el borrador pues no presiona lo suficiente a los países en desarrollo, e indicó que su gobierno no lo considera una base para la negociación.

No obstante, el texto sí exige a todas las partes un régimen para verificar y medir sus recortes de emisiones.

También fue presentado el borrador del Grupo de Trabajo Ad Hoc del Protocolo de Kyoto, que propone para las naciones del Anexo I (países industriales) una reducción de emisiones de entre 30 y 40 por ciento para un periodo que podría ser 2013-2018 o 2013-2020.

INCERTIDUMBRES Y DIVERGENCIAS

Delegados de los principales grupos negociadores aceptaron sentarse en la misma mesa para hablar con la prensa. Pero no sólo confirmaron sus posturas encontradas, sino que incluso se enfrascaron en discusiones entre ellos.

La urgencia de un acuerdo quedó clara, pero no la forma de alcanzarlo. India insistió en que contribuir al desarrollo del Sur es el mejor plan de adaptación al recalentamiento planetario.

«El impacto del cambio climático será más evidente en los países más pobres… porque tienen una insignificante capacidad para afrontarlo y adaptarse», afirmo el negociador indio Chandrashekhar Dasgupta.

«La única salida es lograr cierto grado de desarrollo económico y social, y erradicar la pobreza lo más rápido posible», añadió.

«Si no logramos el más alto nivel de desarrollo posible, condenaremos a futuras generaciones en nuestros países a un horrendo impacto del cambio climático», alertó.

Pero el negociador de la Unión Europea (UE), el alemán Karl Falkenberg, subrayó la importancia de que el Sur también contribuya con los esfuerzos de mitigación, y que su crecimiento económico sea sostenible.

El Sur tiene la ventaja de poder gestar su desarrollo por vías limpias, sin liberar carbono, alegó. «Tenemos que asegurarnos de que se usen fuentes de energía limpias en los países en desarrollo.

Esa tecnología se conoce hoy, no hace 20 ni 25 ni 30 años. Sería un enorme desperdicio si nos vamos de Copenhague sin comprender que ese crecimiento en los países en desarrollo es crucial», afirmó.

«Necesitamos reducir colectivamente 40 por ciento nuestras emisiones a nivel mundial para 2020. Nosotros somos muy claros en que necesitamos contribuciones de todos, y que esas contribuciones sean fiables a través de una forma vinculante para todos», sostuvo.

Falkenberg eludió la insistencia de los países en desarrollo en la responsabilidad histórica del Norte por su contaminación. «Cualquiera haya sido el origen del problema», se debe procurar un tratado mundial «vinculante y verificable para todos», insistió.

En el encuentro con la prensa, organizado por la Climate Change Media (Sociedad de Medios sobre Cambio Climático), el representante especial de China,Yu Qingtai, se sumó a las opiniones de su par indio.

«No aceptaremos nada que sacrifique nuestro derecho a desarrollarnos y que ignore nuestra condición de pobreza», afirmó.

El intercambio se tornó tenso cuando el negociador de la UE acusó a sus compañeros de mesa de atribuirse el «derecho a contaminar».

«No conozco (que exista) un derecho a contaminar, ni para los países industrializados ni para los en desarrollo», dijo Falkenberg mientras el delegado indio le respondía fuera de micrófono.

Yu sostuvo que el reclamo de las naciones del Sur, coaligadas en el Grupo de los 77 más China, se basa en el concepto de «espacio de emisión» al que tiene derecho cada habitante de la Tierra.

«La actitud fundamental de los países industrializados es esta: ‘Lo mío es mío, y lo que te saque me lo quedo’. Para nosotros, los países en desarrollo, la posición es: ‘Nuestro espacio de emisión esta bajo ocupación, y lo queremos recuperar’», dijo el delegado chino.

El embajador de Dominica, Crispin Gregoire, se refirió a la destrucción de ecosistemas, la migración de comunidades e incluso la desaparición de islas enteras, la hablar en nombre de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus siglas en ingles), los más amenazados por el cambio climático.

«Las Islas Marshall han iniciado contactos con Estados Unidos. Podría haber algún tipo de acuerdo sobre migraciones. Estados Unidos podría estar abierto a aceptar una mayor cuota de inmigrantes» de este país, informó.

La Organización de las Naciones Unidas pronostica que 150 millones de personas podrían perder sus hogares y convertirse en «refugiados climáticos» para 2050. Bahamas, Maldivas y Tonga están entre los más amenazados.

«En el Caribe tenemos el problema adicional de que nuestra pesca se muda a aguas más frías, y con un recalentamiento de dos grados centígrados, nuestros arrecifes de coral desaparecerán», alerto Gregoire.

El coordinador de la delegación de Estados Unidos, Jonathan Pershing, estaba invitado al encuentro, pero no asistió.

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