CAMBIO CLIMÁTICO: Bosques en busca de un acuerdo

Mientras se intensifica el debate para llegar a un acuerdo climático en Copenhague, un estudio holandés señala que los daños a la atmósfera derivados de la deforestación y la degradación de suelos son mucho menores de lo que se presumía.

Las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cuya 15 Conferencia comenzó el lunes en la capital danesa y se extenderá hasta el 18 de este mes, suponían que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) como resultado de la tala de árboles representaban alrededor de 20 por ciento del total mundial.

Pero investigadores holandeses de la Universidad Vrije calcularon que el porcentaje real se acerca más a 12.

Los resultados de recalcular esta fracción usando los mismos métodos, pero estimaciones actualizadas, sugieren que en 2008 el aporte relativo de emisiones de dióxido de carbono a partir de la deforestación y la degradación de bosques "fue sustancialmente menor, de alrededor de 12 por ciento", escriben los científicos.

"A consecuencia, es probable que los ahorros máximos de carbono a partir de las reducciones en el declive forestal sean menores de lo que se esperaba", concluyen.
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La tala de árboles y la conversión de bosques en tierras de cultivo emiten gases de efecto invernadero, al liberar el carbono almacenado. Después de la quema de combustibles fósiles, es la mayor fuente de emisiones causadas por la acción de los seres humanos.

Y también es la más fácil de combatir.

"Incluso con menos emisiones, evitar la deforestación es la manera más barata y más rápida de concretar enormes reducciones", dijo Herbert Christ, de la Asociación Forestal de la Cuenca del Congo, que reúne a 10 países.

La Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD, por sus siglas en inglés), mecanismo mediante el cual se destinarán fondos a países en desarrollo a cambio de protección forestal, ha estado en la mesa de negociaciones durante un tiempo. Se espera que sea formalizado en Copenhague.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los países africanos albergan a 16 por ciento (635 millones de hectáreas) de los bosques del mundo.

En Zambia, la degradación forestal es la mayor fuente de emisiones de dióxido de carbono, y el REDD promete decenas de miles de millones de dólares anuales destinados a la mitigación.

En su forma más acotada, el REDD beneficiará principalmente a la cuenca del Congo, que es el mayor sumidero de carbono luego del Amazonas en América. Pero científicos y negociadores presionan para que se concrete un acuerdo extendido, llamado REDD+, que idealmente incluya manejo de bosques, reforestación y secuestro de carbono en otros paisajes.

En África, 70 por ciento de la población depende de la agricultura, y 80 por ciento obtiene su combustible de uso doméstico a partir de la biomasa. Así, el continente es un importante vector de la deforestación.

Pero, ¿acaso las últimas cifras tendrán un impacto negativo en las negociaciones del REDD? Los científicos y las organizaciones de la sociedad civil parecen esperanzados.

"Inicialmente, esto puede hacer que algunos pierdan el entusiasmo por el REDD, pero en una reflexión más profunda 12 por ciento todavía es una cantidad enorme para un sector", dijo el investigador Rodel Lasco, del Centro Mundial de Agrosilvicultura en Nairobi.

"Esto no debilitará realmente nuestra posición negociadora. De hecho, señala la necesidad de un acuerdo REDD+ más amplio", agregó.

Según Doug Boucher, director de la iniciativa de Bosques Tropicales y Cambio Climático en la Union of Concerned Scientists, "todavía es una gran cantidad, comparable a las emisiones totales de la Unión Europea, y mayor a la del transporte mundial".

Por este motivo, es muy urgente concretar el REDD+, sostuvo. "No creo que la posición negociadora de los países forestales cambien mucho a raíz de las nuevas cifras", dijo.

El estudio de la Universidad Vrije señala que las emisiones, antes sin calcular, derivadas de las turberas, representan tres por ciento de las emisiones mundiales, más que las generadas por el tráfico aéreo internacional. Incluirlas en un acuerdo REDD+ puede hacer que los ahorros totales vuelvan a 15 por ciento.

La desventaja es que las turberas son relativamente inusuales en África, constituyendo como mucho 14 por ciento de la distribución mundial y estando desparramadas por todo el continente.

"Es verdad que las turberas son mucho más grandes en países como Indonesia", dijo Godwin Kowero, director del Foro Forestal Africano.

Pero lo más importante es que este tema subraya la necesidad de un acuerdo REDD más inclusivo y de que se defina mejor la palabra "bosques", dado que actualmente se excluye a la mayor parte de la cobertura vegetal africana por ser "bosque seco", enfatizó.

"Con el tiempo, el debate debería incluir cada vez más a todos los sectores clave basados en la tierra. No se trata solamente de reducir las emisiones, sino también de incrementar la capacidad de secuestrar carbono. Para África, esto significa involucrar a nuestros bosques naturales, plantaciones, árboles en establecimientos rurales y árboles fuera de los bosques", expresó Kowero.

Las varias constelaciones regionales del Grupo Africano del Grupo de los 77 (G-77, integrado por 130 naciones en desarrollo) y China han enfatizado reiteradamente la importancia de un enfoque de agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra (Afolu, por sus siglas en inglés) en conexión con el REDD.

"Necesitamos tener un arreglo de la clase del Afolu que salvaguarde al REDD+ y agregue árboles mediante el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto. África puede manejar y beneficiarse de las dos cosas", dijo Kowero, quien cree que en Copenhague se decidirá un mecanismo REDD+.

Previsto en el Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 y en vigor desde 2005, el MDL es un instrumento mediante el cual las naciones ricas pueden superar sus cuotas de emisiones de gases de efecto invernadero si financian proyectos para reducirlas en los países en desarrollo.

Según Christ, "las necesidades de los países africanos tienen que ser reconocidas en Copenhague".

En la cuenca del Congo, la proporción de la deforestación es baja, comparada con la del Amazonas. ¿Cómo se reflejarán en un acuerdo estos históricos esfuerzos de conservación?

Pero también preocupa que el relativo optimismo que rodea al REDD sea usado para disimular un fracaso más amplio de la COP 15.

"El hecho de que el REDD sea visto como una cuestión ‘no controvertida’ mientras que la mayoría de las negociaciones se estancaron en Bangkok y Barcelona debería alertarnos a todos", dijo Simone Lovera, de la Coalición Mundial por los Bosques.

"Estas últimas rondas de negociaciones dejaron en claro que el REDD es visto como una manera potencial de crearle una fachada verde al fracaso de Copenhague, por parte de una cantidad cada vez mayor de países dispuestos a aceptar cualquier clase de acuerdo blando" en la capital danesa, agregó.

Lovera teme que ése sea el estado de ánimo dominante. "No volvamos esto demasiado controvertido. Hagámoslo simple. Después de todo, todos queremos (llegar a un) acuerdo en Copenhague, ¿no?", planteó.

REDD en duda

La mayoría de los expertos creen que el mecanismo de la REDD avanzará en Copenhague, pero también hay preocupaciones al respecto.

"Nos preocupa particularmente que el texto de la negociación del REDD no incluya explícitamente lenguaje que proteja a los bosques naturales intactos, pese a que se comprende ampliamente que ésta es la aspiración del mecanismo", dijo Peg Putt, de la Alianza para el Clima y los Ecosistemas, que reúne a organizaciones forestales internacionales.

"Éste será un tema importante en Copenhague. ¿REDD subsidiará la introducción de la tala a los bosques naturales intactos o pagará para protegerlos?", planteó.

El estudio holandés de Guido van der Werf y sus colegas parece dar crédito a esta línea de razonamiento.

"Por ejemplo, reemplazar los bosques de turba por plantaciones de palma aceitera puede no cambiar la densidad de la cobertura forestal, pero sí conducir a un gran impulso de las emisiones de dióxido de carbono, a causa de las reducciones tanto en la biomasa de árboles como en el carbono del suelo", escribieron los científicos de la Universidad Vrije.

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