Su discurso de asunción fue un éxito en Internet, su imagen es promocionada en todas partes y su libro es un best seller en las grandes ciudades. Pero la emoción popular que vive China por la visita del primer presidente negro de Estados Unidos se ve mezclada con inquietud política.
Por un lado, los líderes comunistas están preocupados por el proteccionismo comercial mostrado por el mandatario estadounidense, y por otro, disidentes y activistas muestran aprehensión porque, desde que asumió, Barack Obama no ha condenado abiertamente el desempeño de Beijing en materia de derechos humanos, y ha mantenido silencio sobre las más que evidentes y persistentes violaciones a las libertades civiles.
Expertos creen que con su gira de una semana por Asia, que incluye Japón, Singapur, China y Corea del Sur, el presidente de Estados Unidos procura reclamar su liderazgo en la región y seguir de cerca el crecimiento chino.
El mandatario estadounidense iniciará este domingo una visita de tres días a Beijing y Shangai.
"La verdad es que Washington espera que China ayude a combatir la actual crisis económica y en última instancia mantenga el orden mundial dominado por Estados Unidos. Si Beijing se niega, entonces seremos vistos como irresponsables y como la fuerza que socava ese orden", dijo Yuan Shan, investigador sobre política y administración pública de la Universidad de Wuhan.
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Cuando el subsecretario de Estado (vicecanciller) estadounidense, James Steinberg, se refirió al futuro de las relaciones entre Washington y Beijing en términos de "tranquilidad estratégica", analistas chinos expresaron desconfianza.
Justo cuando Estados Unidos y sus aliados deben dejar en claro que "están preparados para recibir la llegada de China como una potencia próspera y exitosa", sostuvo Steinberg, Beijing "debe asegurarle al resto del mundo que su desarrollo y su crecimiento no serán alcanzados a expensas de la seguridad y del bienestar de otros".
"El nuevo concepto (de las relaciones) se basa en las aspiraciones de ambos países para construir confianza mutua, pero su creación demuestra exactamente la falta de confianza", escribió en el periódico en inglés China Daily el analista Fu Mengzi, investigador del Instituto de Relaciones Contemporáneas Internacionales.
El propio Obama ha sido franco sobre los desafíos de su viaje por Asia, anticipando resistencia a sus llamados para revisar el equilibrio económico mundial.
En víspera de su viaje, el mandatario estadounidense alertó que habría "enormes manchas" en las relaciones bilaterales si ambas naciones no lograban resolver las tensiones comerciales durante esta visita. Entre los temas de disputa se destacan las exportaciones de China y el valor de su moneda, que se cree ha contribuido a la crisis mundial.
"Si no solucionamos algunos de esos problemas, entonces creo que pondremos enormes manchas tanto económicas como políticas a las relaciones", coincidió Fu.
Pero Beijing se ha anticipado a parte de las inminentes críticas defendiendo su manejo de la crisis y cuestionando a Washington por su proteccionismo comercial.
Al participar el viernes en la cumbre del foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), celebrada e Singapur, el presidente chino Hu Jintao afirmó que su país estaba trabajando duro para incrementar la demanda interna, y que esos esfuerzos contribuirían a reducir los efectos de la crisis internacional y recuperar el crecimiento económico mundial.
China y Estados Unidos han mantenido una serie de disputas comerciales este año. Para contrarrestar las tarifas a los neumáticos y caños de acero chinos adoptadas por Washington, Beijing ordenó controles las exportaciones de aves estadounidenses.
Muchos políticos en Washington creen que las importaciones chinas son la razón de la pérdida de miles de empleos en Estados Unidos.
Pero Obama parece estar convencido de poder lograr la cooperación china en varios temas internacionales, como el cambio climático, la recuperación económica y la no proliferación nuclear. "Es difícil que triunfemos en nuestras metas sin trabajar juntos. Y ése es, creo, el propósito de la sociedad estratégica, y es por eso que el viaje a China es tan importante", dijo el mandatario estadounidense.
Mientras, activistas políticos chinos esperan que Obama se atreva a poner incómodos a sus anfitriones, aunque arriesgue así la tan importante sociedad bilateral, adoptando una firme postura a favor de los derechos humanos durante su visita.
"Como último ganador del premio Nobel de la Paz y presidente del país democrático más grande del mundo, usted tiene una enorme influencia en el gobierno chino y su gente", señalaron en una carta a Obama los disidentes Yang Zili y Zhang Honghai, enviada a la embajada estadounidense en Beijing.
Tras cumplir ocho años de prisión por integrar un grupo político de discusión sobre reformas democráticas, Yang y Zhang ahora buscan la ayuda de Obama para obtener la libertad por razones médicas de otros dos prisioneros políticos.
La secretaria de Estado de Estados Unidos (canciller), Hillary Rodham Clinton, decepcionó a los activistas febrero cuando se negó a referirse a la situación de derechos humanos en China durante un viaje a Beijing, señalando que no dejaría que esos temas interfirieran en la cooperación bilateral para resolver la crisis mundial.
En vez de condenar abiertamente el desempeño de Beijing en derechos humanos, la administración de Obama ha optado por influir en la clase media china con valores democráticos.
"El gobierno chino ahora apuesta a que el presidente Obama no plantee el tema de los derechos humanos, mientras que activistas de la sociedad civil, abogados y pacifistas la clase de personas con las que habitualmente el presidente se vinculaesperan fervientemente que lo haga", señaló en un comunicado el director ejecutivo de la organización Human Rights Watch (HRW), Kenneth Roth.
En vísperas de la visita de Obama a China, activistas han redoblado sus campañas para llamar la atención sobre las violaciones a los derechos humanos de disidentes, abogados y personas comunes.
Esta semana, HRW reveló la existencia de una red de "cárceles negras" para miles de personas que han tenido el coraje de quejarse por la forma de vida en este país de régimen comunista.