DROGAS-BRASIL: Epidemia de crack agrava fracasos

J. abandonó su casucha en una favela cuando tenía ocho años de edad, al darse cuenta de que el dinero que pedía en las calles lo gastaba su padre en alcohol y drogas. Eligió la vida callejera, como ya lo habían hecho sus dos hermanos mayores, de quienes hace mucho no tiene noticias.

También lo empujaron los frecuentes golpes que recibía del padre. De la madre, costurera, no se queja de agresiones, pero sí de "indiferencia". Uno de sus dos hermanos menores, de 6 años, sigue en la tarea de limosnear para el padre, quien enseñó a sus hijos las mejores maneras de abordar a posibles donantes.

La decisión la tomó hace cuatro años. Hoy tiene 12. En pocas semanas J. se sumó a la legión de fumadores de "crack" que deambulan por las grandes ciudades brasileñas. En Río de Janeiro, entre 80 y 90 por ciento de la gente que vive en las calles se volvió dependiente de esa mezcla de cocaína con bicarbonato de sodio o amoníaco, según estimaciones de profesionales que les prestan asistencia social o psicológica.

Este año la cantidad de esa droga incautada por la policía carioca se multiplicó por seis en comparación con 2008. Una creciente mayoría de niños y adolescentes asistidos por los servicios municipales afirman ser consumidores de crack. Por eso la alcaldía de Río de Janeiro decidió crear centros de atención específica para las personas adictas a esa droga.

El nombre "crack" es la onomatopeya inglesa del ruido que las piedritas de esta droga hacen al calentarse. Su expansión, visible en algunas calles y plazas donde se juntan los "fumadores de piedras", afecta principalmente a los pobres, pero también ha llegado a sectores ricos de la población.
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La gravedad de esta epidemia urbana tuvo amplia divulgación en la prensa cuando Bruno Kligierman de Melo, un guitarrista de 26 años, asesinó el 24 de octubre a su amiga Bárbara Calazans, estudiante de 18 años, aparentemente estrangulándola en un rapto de locura atribuida al crack, un vicio que había adquirido hace seis años.

El consumo de drogas, que había empezado por el alcohol en la escuela, transformó a "una buena persona en un asesino", lamentó Luiz Proa, padre de Bruno Kligierman, en una carta abierta en la que abogó por la internación compulsiva de drogadictos que no se autocontrolan, contrariando la norma de tratamiento voluntario y fuera de los hospitales.

La proliferación del crack representa un nuevo desafío para la acción antidrogas en Brasil, en un momento en que el mismo presidente Luiz Inácio Lula da Silva reconoce la ineficacia de las políticas nacionales de represión al narcotráfico.

El fracaso de la "guerra a las drogas" fue diagnosticado en un informe presentado en febrero de este año por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, creada en 2008 y encabezada por los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso (1985-2003), de Brasil, César Gaviria (1990-1994), de Colombia, y Ernesto Zedillo (1994-2000), de México.

Algunas de las recomendaciones que formuló la Comisión, compuesta por 17 personalidades latinoamericanas, fueron despenalizar la posesión de marihuana para consu