El primer ministro de Camboya, Hun Sen, es célebre por su vocabulario desenfadado y directo, incluso cuando habla sobre sí mismo.
"No soy ni un gángster ni un caballero, sino un hombre real", dijo indignado a comienzos de abril este líder político que gobierna Camboya desde hace 25 años.
En esa ocasión, el blanco de su ira fue el ministro de Relaciones Exteriores de Tailandia, Kasit Piromya, por sus declaraciones durante un debate parlamentario en Bangkok.
Hun Sen criticó a Kasit por llamarlo "gángster" durante ese debate, pero Kasit se defendió señalando que sus declaraciones habían sido mal traducidas.
Las palabras reales que empleó fueron "Nak Leng", explicó Kasit, que en tailandés significa "Persona con corazón de león, caballero valiente y magnánimo".
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Ése fue el segundo roce de Kasit con el líder camboyano en un año. A fines de 2008, cuando el diplomático tailandés llamó a Hun Sen "matón" durante un discurso pronunciado en una manifestación pública.
Si el nuevo gobierno tailandés, formado en medio de controversia en diciembre de 2008, esperaba que Hun Sen dejara pasar esos comentarios, la actual guerra de palabras entre ambos países indica lo contrario.
"Los tailandeses parecen haber olvidado que Hun Sen tiene muy buena memoria. No se olvida fácilmente", dijo a IPS un diplomático de Asia sudoriental a condición de no revelar su identidad.
"Él desentierra detalles e historia que conoce bien para ir tras aquellos que lo critican", agregó.
Pero la actual guerra de palabras entre Camboya y Tailandia ha degenerado en insultos personales y en un intercambio de acusaciones sobre interferencias en los asuntos judiciales e internos del otro país.
Hun Sen elevó la apuesta esta semana al tomar por blanco a su par tailandés, Abhisit Vejjajiva, en un aluvión verbal.
"No me sorprendería que aquí hubiera un vínculo con los comentarios hechos por aliados políticos de Abhisit", dijo el diplomático. "Es el regreso de Hun Sen", agregó.
Más allá de las palabras, Phnom Penh también rechazó un pedido formulado el miércoles por Bangkok para la extradición del derrocado primer ministro tailandés Thaksin Shinawatra (2001-2006), quien llegó el martes a Camboya para comenzar su nuevo rol como asesor económico de Hun Sen.
Thaksin, cuyo gobierno electo fue depuesto en un golpe militar hace tres años, se exilió para evitar pasar dos en prisión, luego que un tribunal tailandés lo halló culpable en un caso de conflicto de intereses.
Para provocar al gobierno de Abhisit, Hun Sen recibió a Thaksin con cálidos abrazos y apretones de manos, y le ofreció su propia residencia en Phnom Penh para que el ex jerarca fugitivo se quedara allí.
Por ahora Bangkok no mordió el anzuelo. Aunque le irrita tanta hospitalidad y los disparos verbales de Hun Sen, el gobierno tailandés intenta mantenerse por encima de la disputa, ofreciendo declaraciones que parecen calmas y diplomáticas.
"El gobierno está enfatizando que el problema entre ambos países de todos modos es un asunto bilateral", dijo a IPS Thani Thongphakdi, portavoz de la cancillería tailandesa.
"Queremos ver una señal positiva de Camboya que dé precedencia a los lazos bilaterales por encima de relaciones personales", agregó.
Pero al mismo tiempo, el gobierno tailandés endurece su posición hacia la serie de vínculos que mantiene con su vecino oriental. "Estamos evaluando los acuerdos existentes, la cooperación actual y la cooperación futura entre los dos países. Todo está sobre la mesa", reveló Thani.
Tailandia retiró a su embajador en Camboya y revocó un memorando de entendimiento entre los dos países para explorar reservas de petróleo y gas en el golfo de Tailandia.
Esto ocurrió luego de la arremetida verbal de Hun Sen contra Abhisit. "La gente debería saber que cuando yo comencé mi carrera política el primer ministro tailandés todavía era un niño", dijo Hun Sen a los periodistas camboyanos el domingo. IPS accedió a las transcripciones de esas declaraciones.
"Si Abhisit está tan seguro de sí mismo, entonces debería convocar a elecciones. ¿A qué le teme usted? ¿Acaso teme ya no ser primer ministro?", continuó Hun Sen, aprovechando su logro como primer ministro de más larga data en el sudeste asiático, en oposición a Abhisit, que está en el poder desde hace menos de un año.
"Yo soy el primer ministro de Camboya que ha recibido dos tercios de los votos del parlamento camboyano. ¿Cuántos votos tiene Abhisit? Usted ha elegido la silla de otra persona para sentarse en ella", dijo Hun Sen, aludiendo a la cuestión de la legitimidad que ha acosado al gobierno de Abhisit.
"Usted reclama la propiedad de otras personas como suyas propias. ¿Cómo podemos respetar eso?", añadió.
En los 25 años que Hun Sen, de 57, lleva en el gobierno, no se ha abstenido de revelar su veta autoritaria, usando una combinación de violencia, intriga y ataques verbales para aferrarse al poder.
Su trayecto hacia el puesto de primer ministro comenzó en los márgenes económicos y sociales de la Camboya más pobre, e incluyó un breve periodo en el que, siendo todavía adolescente, se desempeñó como soldado del genocida Jemer Rojo (1975-1979).
Abhisit, de 45 años, viene del extremo opuesto. Nació en cuna de oro, recibió una educación británica y se siente cómodo entre los patricios tailandeses. Formó un gobierno de coalición luego de que, en diciembre pasado, un controvertido fallo judicial provocó el colapso de la administración electa.
La inclinación de Hun Sen a usar la historia de su país como argumento contra el gobierno de Abhisit también amenaza con exponer un lado más oscuro de la relación de Tailandia con su vecino más pobre y débil.
Para contrarrestar las actuales acusaciones de Bangkok de que Phnom Penh está interfiriendo en la política interna y el sistema judicial de Tailandia al recibir a Thaksin con la alfombra roja, Hun Sen replicó recordando a los tailandeses la hospitalidad que le ofrecieron a algunos líderes del Jemer Rojo.
Entre ellos, Khieu Samphan y Nuon Chea, que ahora están por enfrentar a la justicia en las Cámaras Extraordinarias en las Cortes de Camboya, tribunal especial respaldado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"El Poder Judicial tailandés no tiene mucho valor a respetar", dijo Hun Sen durante su encuentro del fin de semana con periodistas camboyanos.
"Los líderes del Jemer Rojo Khieu Samphan y Nuon Chea vivieron en Tailandia durante años. Esto constituyó una violación del derecho internacional que Tailandia había suscrito", agregó.
"Hun Sen tiene toda la razón. De hecho, luego de 1979, cuando el Jemer Rojo fue expulsado de Camboya por Vietnam, (su líder) Pol Pot y otros dirigentes huyeron a Tailandia", explicó Tom Fawthrop, coautor de "Getting away with Genocide? Elusive Justice and the Khmer Rouge Tribunal" ("¿Quedar impune del genocidio? La justicia elusiva y el tribunal del Jemer Rojo").
"La lucha del Jemer Rojo por recuperar el poder fue apoyada por la logística y las armas que fluyeron a través de Tailandia, incluso tanques", dijo a IPS Fawthrop, experto regional que visita frecuentemente Phnom Penh.
"Los tailandeses violaron el derecho internacional luego del acuerdo de paz de París, en 1991, dejando que el Jemer Rojo operara a lo largo de su frontera, lo que no ocurrió a lo largo de las fronteras de Vietnam y Laos", añadió.
El actual discurso de Hun Sen contra Abhisit podría encontrar eco entre su pueblo, sostuvo Fawthrop.
"La relación entre tailandeses y camboyanos debe observarse en un contexto histórico. Los camboyanos tienen una gran sensación de haber sido agraviados", dijo.