Una especie de nata achocolatada ha invadido las otrora aguas cristalinas del lago Atitlán, en el sudoccidental departamento guatemalteco de Sololá, producida por las aguas negras que se vierten desde las localidades y fincas aledañas y de los fertilizantes usados en la agricultura.
Los científicos identificaron a esta variedad como cianobacteria lyngbya, un microorganismo en forma de filamento (alga) que ha crecido vertiginosamente en los últimos años desde las entrañas del lago hasta la superficie y que podría producir toxinas que afectan a los peces, crustáceos, plantas acuáticas y a los humanos que tengan contacto con el agua contaminada.
"La cianobacteria tiene la capacidad de alimentarse del fósforo y puede buscar nitrógeno ya sea en la superficie o en la profundidad del lago y su erradicación depende de evitar que ambos elementos lleguen al lago", explicó la especialista Margaret Dix.
Este tipo de alga se encontró por primera vez en el lago en 1976 aunque con muy poca presencia. Sin embargo, hoy se puede observar en la superficie como un enorme manto que enturbia sus aguas debido a los altos niveles de fósforo y fertilizantes que absorbe, detalló Dix al programa radial Despacho Presidencial transmitido el martes por la emisora estatal TGW.
Un estudio realizado el año pasado por el Instituto de Agricultura Recursos Naturales y Ambiente (Iarna), de la Universidad Rafael Landívar, reveló que entre 2002 y 2003 el lago recibió aproximadamente 972 toneladas de nitrógeno y 381 de fósforo.
"Encontramos varias cosas. Una es la relación que hay entre los cultivos que se hacen arriba en la cuenca y los niveles de turbiedad y los elementos nitrógeno y fósforo relacionados con la actividad agrícola", dijo a IPS Pedro Pineda, técnico del Iarna.
Si bien esta situación es lamentable por el daño al ambiente, no es lo más preocupante para los técnicos. "También encontramos que hay niveles de contaminación por Escherichia coli y otras bacterias fecales, que detonan enfermedades diarreicas enormes", indicó Pineda.
Los resultados son terribles. Para el área de la cuenca, el sistema de salud reportó una incidencia de diarrea de cinco por ciento de la población, reflejado en un total de 9.322 casos en el período estudiado, se lee en el informe.
Las aguas servidas de por lo menos 12 poblaciones asentadas alrededor del lago y los fertilizantes químicos, en otras palabras, le han servido de alimento a la cianobacteria para expandirse, al punto que esta joya natural que participó en el concurso para ser una de las Siete Maravillas del Mundo paradójicamente está a punto de convertirse en un pantano.
El viceministro de Ambiente, Luis Zurita, admitió que un lago normal tiene un nivel de oxígeno de ocho por ciento y Atitlán apenas tiene dos por ciento, muy cerca de un pantano cuyo promedio es de uno por ciento.
Juan Skinner Alvarado, ambientalista de la Asociación Prolago, una agrupación que protege a Atitlán, dijo a IPS que el problema es más complejo aun, ya que la ecología del lago cambió con la última introducción de peces exóticos hace aproximadamente 10 años
Según este experto, fue introducida en el lago en 1968 la lobina y en la década de los 90 la carpa, los cuales se comen ciertas especies que se alimentan de organismos donde se desarrolla la cianobacteria.
"Además, el incremento de nutrientes (fósforo y nitrógeno) por la contaminación ha alimentado ese desequilibrio ecológico produciendo el florecimiento de cianobacteria", añadió.
Precisamente una de las mayores preocupaciones ahora ha sido determinar si este microorganismo puede ser venenoso tomando en cuenta que las poblaciones circunvecinas se surten del agua del lago.
Por suerte un primer estudio para determinar el grado de toxicidad de la cianobacteria elaborado por la Facultad de Ciencias Ambientales y Agrícolas de la estadounidense Universidad de California ha resultado negativo.
No obstante, las alertas para los vecinos se mantienen. Se aconseja no bañarse con agua del lago ni mucho menos beberla, mientras se realiza un segundo estudio para confirmar su toxicidad.
Mientras, la población de Sololá, mayoritariamente indígena, sufre las consecuencias del desastre ambiental. Joel Francisco Mendoza, alcalde municipal de San Pedro La Laguna, ubicado a orillas del lago, dijo a IPS que uno de los principales problemas que tienen ahora es el abastecimiento del agua debido a que históricamente se han surtido de las aguas del lago.
De tal modo es el problema que vecinos de San Pedro, al igual que otros de municipios circunvecinos, han tenido que buscar otras fuentes de agua para surtirse ante el riesgo de consumir contaminada.
Sin embargo, la contaminación no es un tema nuevo para estas poblaciones.
Mendoza reconoció que la población no cuenta con un sistema recolector de aguas servidas. "Lo que funciona acá es que cada vivienda está obligada a hacer su pozo ciego y desafortunadamente hay muchas fugas y definitivamente esto llega a descargar al lago", expresó.
Otro problema que acarreará la cianobacteria será la baja en el turismo "porque esta noticia corre a los visitantes", indicó, a la vez que aseguró que se está haciendo "lo que humanamente podemos". "Estamos poniendo medidas de control y tratando de limpiar un poco", informó.
El lago, rodeado de los volcanes San Pedro, Atitlán y Tolimán, es uno de los principales sitios turísticos del país, el cual capta 20 por ciento de los visitantes extranjeros, según el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat).
Ante el desastre ambiental en el lago, el gobierno planteó 32 acciones en seis ejes de trabajo: agrícola, saneamiento ambiental, infraestructura, manejo de desechos, eje social y turístico, e institucional, cuya ejecución costará casi 40 millones de dólares, según el Ministerio de Ambiente.
Germán Rodríguez, coordinador de la Red Nacional de Formación e Investigación Ambiental (Redfia), fue más al fondo del asunto y dijo a IPS que no se puede hablar nada más de una crisis ambiental o de un lago.
"No se trata sólo de una crisis ecológica en términos de pérdida y degradación ambiental, si no de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y que privilegia un modo de producción y un estilo de vida insustentable", explicó.
Para Rodríguez, las medidas que se tomen para salvar el lago de Atitlán, así como cualquier otra decisión ambiental, no serán suficientes si no se considera que el modelo de desarrollo económico, tecnológico y cultural ya se agotó.
El experto del Redfia mencionó por ejemplo la necesidad de una ley general de aguas, así como una de ordenamiento territorial que protejan el ambiente, aunque barreras como la falta de conciencia y el hecho de privilegiar intereses económicos, ha impedido que se logren.
Mientras tanto, la contaminación continúa incesante en esta maravilla de la naturaleza que pide auxilio antes de desaparecer.