AMBIENTE-ESPAÑA: De la contaminación a la sostenibilidad

Los 60 millones de kilogramos de basura que cada día se recogen en España, a razón de unos 1,3 kilogramos por habitante en promedio, comienzan a ser manejados de modo más adecuados para la protección del ambiente, con mejoras en la recuperación y el tratamiento.

Una de las medidas adoptadas en esa dirección en la Comunidad de Madrid es una tasa extrafiscal, "que podemos calificar de tributo verde", dijo a IPS Javier Martín Fernández, profesor de derecho financiero y tributario de la Universidad Complutense.

Esa tasa está en línea con la posición del gobierno español, presidido por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, quien propuso en septiembre una ley de Desarrollo Sostenible.

Fuentes parlamentarias consultadas por IPS aseguran que el proyecto oficial reúne todas las condiciones para ser aprobado, aunque algunos partidos de oposición podrían proponer ciertas reformas.

El gobierno adoptó la definición de Desarrollo Sostenible aprobada en 1988 por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y el Desarrollo, creada por la Organización de las Naciones Finidas en 1983.

La Comisión definió el desarrollo sostenible como la relación existente entre los sistemas humanos y los ecológicos, que de coordinarse permiten mejorar y aumentar la calidad de vida, manteniendo la estructura, las funciones y la diversidad de los sistemas ambientales que sustentan la vida.

Este proyecto de ley de Zapatero apunta a promover la competitividad a través de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación Tecnológica (I+D+I), con el objetivo de aumentar de aquí a 2020 en 20 por ciento las energías renovables y reducir en otro 20 por ciento el consumo de energía.

En esa línea, la reducción de la basura y su reciclaje juegan un gran papel. La más eficiente es la nororiental ciudad de Pamplona, que en 2008 y sobre 18 urbes estudiadas es la que está más cerca de cumplir con el Plan Nacional de Residuos, ya que en ella se recuperan 53 por ciento del vidrio, 69 del papel-cartón y 28 de los envases que se tiran. Otro ejemplo se acaba de poner en marcha en Madrid, con la instalación de una maquinaria en el distrito de Villaverde para la recolección de los residuos.

En ese lugar se han ubicado 120 paneles solares que producen la energía necesaria para el funcionamiento del sistema y se utiliza agua reciclada para los camiones recolectores de la basura y que funcionan con gas natural comprimido, que reduce la contaminación en más de 80 por ciento respecto de los vehículos convencionales que utilizan motores diésel.

Otra iniciativa se puso en acción en el ayuntamiento de Elche, en la Comunidad Autónoma de Valencia, sobre la costa norte del mar Mediterráneo, donde se están instalando contenedores, mediante los cual los vecinos colocan un recipiente con basura y recogen otro vacío, para facilitarles la tarea.

Un sistema que está tomando mucha fuerza es el recolector automático y subterráneo de residuos, que a fines de este año se prevé esté en funcionamiento en 55 lugares, de los que se destacan barrios de las ciudades de Barcelona, Tarrasa, Vitoria, Burgos y Mollerusa, dando servicio a más de un millón de habitantes.

El más destacable es el que está en construcción en el aeropuerto de Barcelona, que tiene una capacidad de servicio para 35 millones de pasajeros anuales.

Este sistema está construido con buzones colocados en la calle o en sitios de vertido en el interior de los edificios, los cuales tienen un hueco para cada vecino, en el que éste deposita la basura sin limitación de horario para hacerlo.

Desde allí se trasladan automáticamente por medio de una red de tuberías subterráneas que lo hace llegar a una central ubicada a 60 kilómetros por hora, impulsados por una fuerte corriente de aire.

Esas centrales tienen un sistema por el cual el aire impulsor es filtrado antes de salir limpio hacia la atmósfera y la basura es automáticamente separada antes de ser retirada para enviarla a sus respectivos destinos de reciclaje.

Una ventaja de este sistema es que el usuario no debe trasladarse hasta la calle con la bolsa de residuos para tirarla en un contenedor, otro es que no aparecen desparramados por las veredas y, finalmente, es que deja de funcionar el camión tradicional de recolección, que pasaba por las madrugadas o a altas horas de la noche, molestando con su ruido.

En Majadahonda, un municipio de Madrid en el que ya está en marcha ese sistema, Juan Barrios, vecino del mismo, dijo a IPS que, además de la comodidad y ahorro de tiempo, el sistema ha significado que se termine con las basuras desparramadas alrededor de los contenedores a los que tenían que llevarlas.

A diferencia de otros barrios madrileños y de otras ciudades españolas, en éste no se aprecian restos de basura por sus calles.

Un tema, bastante importante por cierto, que está en estudio y que todavía ocasiona problemas, es el destino final de los residuos, con reciclaje según las materias que se hayan separado.

El último informe del oficial Instituto Nacional de Estadística señala que la recolección selectiva de basuras se aplica solo a 10 por ciento del total producido en España. De ese porcentaje, una cuarta parte fueron vidrios y otro 10 por ciento de papel y cartón, siendo el resto residuos mezclados.

A esto la organización no gubernamental Greenpeace hizo notar que, de esos residuos recuperados, una buena parte se pierde sin ser aprovechada debido a la mala o nula clasificación de los mismos y al "olvido" de la basura orgánica y su recuperación posterior.

El plan del gobierno español establece que para 2015 los ayuntamientos deberán tener colocados en las calles un contenedor para recoger vidrio y otro para papel y cartón por cada 500 habitantes y uno de envases por cada 300, algo que ya una veintena de ciudades está cumpliendo.

Otra iniciativa que se está aplicando cada vez más es la de que los ciudadanos que posean un jardín, una huerta o un terreno mayor reciclen sus restos orgánicos en contenedores especiales (llamados compost) para convertirlos en abonos fertilizantes.

Por otro lado, el 10 de octubre se constituyó la Coordinadora Estatal contra la Incineración de Residuos en Cementeras.

Sus creadores se basan en que "la incineración es la forma más insostenible y peligrosa de tratar los residuos, puesto que no los elimina, sólo los traslada y dispersa, generando emisiones contaminantes y tóxicas", posición que Greenpeace apoya con firmeza.

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