Desde la calle costera Pantai Kelapa, en la capital de Timor Oriental, se ve la playa rocosa, los niños que disfrutan del agua y los botes pesqueros amarrados. En ese paisaje, los lugareños perciben la influencia del cambio climático, inadvertida para un recién llegado.
"La costa ha cambiado. Vivo en Dili y sé muy bien dónde estaba la orilla antes. Su avance es uno de los efectos físicos atribuibles al cambio climático", dijo el activista Demetrio de Carvalho, de la organización ambientalista Haburas.
Los datos son limitados, porque las estadísticas del periodo de ocupación indonesia (1975-1999) son escasas. Pero la observación empírica lleva a algunos timorenses a prever un aumento futuro de la erosión costera.
Pero hay otros indicadores sobre el fenómeno.
"Algunas cosechas fracasaron por los cambios en los patrones climáticos. Hay más inundaciones repentinas. Algunas cascadas se secaron y hay escasez de agua", dijo Joana de Mesquita Lima, oficial de proyectos de la Unidad Ambiental y de Reducción de la Pobreza del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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Se espera que un estudio lanzado por el gobierno arroje nueva luz sobre el asunto el año próximo.
"Trataremos de ver cómo se ven afectadas las comunidades por el cambio climático", dijo Lima. "Luego, desarrollaremos un plan de acción hacia la adaptación para que Timor Oriental priorice ese asunto y solicite financiamiento internacional. En esta etapa todo es recolectar datos."
El gobierno también se prepara hacia la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, que se celebrará en diciembre en Copenhague.
El principal problema previsto en Timor Oriental como consecuencia del recalentamiento planetario es la incidencia del fenómeno sobre la seguridad alimentaria. Cuarenta por ciento de la población vive en la pobreza y tres cuartas partes en áreas rurales, la mayoría de los cuales dependen de la agricultura de subsistencia.
Las estaciones son hoy impredecibles, lo cual es una muy mala noticia para los campesinos, dijo el jefe del Directorio Nacional para Asuntos Ambientales Internacionales, Mario Ximenes.
La temperatura aumenta y al parecer habrá menos lluvias en la estación húmeda y más en la seca, lo cual distorsionará los ciclos de siembra y cosecha, explicó.
"La temperatura en Timor Oriental aumentará entre 0,88 y 3,68 grados centígrados para 2070", dijo Ximenes, apoyado en un estudio de la australiana Universidad de Melbourne. Las temperaturas promedio en este país insular oscilan entre 15 grados en las áreas montañosas y 28 grados cerca del nivel del mar. Un aumento importante acabará con los actuales patrones de lluvia.
"Los agricultores afirman que ya están sufriendo daños por el cambio climático, en primer lugar por las lluvias", agregó.
La sequía registrada en 2001 y 2002 y la tardía estación seca de 2002 y 2003 causaron una caída de 34 por ciento en la producción de maíz, principal cultivo alimentario timorense.
Estos problemas son conocidos por el gobierno. El canciller Zacarias Albano da Costa dijo el mes pasado que Timor Oriental ha sido "afectado por cambiantes patrones climáticos".
"Estamos naturalmente preocupados por la preservación de nuestro ambiente y le damos mucha importancia a la forestación", agregó.
El presidente José Ramos-Horta dijo en septiembre, en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre cambio climático, que su país se enfrenta con una "severa amenaza".
"El tiempo se vuelve cada vez más extraño e impredecible. Parece haber más chaparrones, deslizamientos de tierra y grandes inundaciones de los que se recuerde", agregó.
"La experiencia de nuestros agricultores sugiere que las prácticas tradicionales y ciclos de cultivo dejaron de ser adecuadas para los cambios climáticos", advirtió Ramos-Horta.
Las emisiones de dióxido de carbono de Timor Oriental promedian 0,2 toneladas por habitante, muy por debajo del promedio mundial, de 4,22 toneladas, pero aun así el país hace su parte en respuesta al cambio climático.
Al mismo tiempo, la ubicación de Timor Oriental vuelve al país muy susceptible a los efectos de la corriente de El Niño, que en este caso ocasiona sequías muy intensas. En 2007, este evento redujo 30 por ciento las cosechas de cereales.
"En los últimos 10 años ya experimentamos dos ciclos de El Niño. Llueve mucho en la estación seca. Los chaparrones a veces son muy breves pero también muy pesados, lo cual causa daños a viviendas y a los puentes y otras obras de infraestructura", explicó De Carvalho.
Al mismo tiempo, buena parte de la pobreza se vincula con la deforestación. La agricultura de rozas y quema es una práctica común, y la tala con fines de calefacción y combustible es masiva.
Entre 1990 y 2005, desaparecieron 17,4 por ciento de los bosques del país, lo cual agrava la vulnerabilidad del país al cambio climático.