La comunidad musulmana de Suiza soporta una nueva campaña xenófoba a menos de un mes de que se plebiscite una reforma constitucional para prohibir la construcción de minaretes.
La iniciativa de reforma constitucional "contra la construcción de minaretes", fue presentada el año pasado por un comité de políticos del ultraderechista Partido Popular Suizo (SVP, por sus siglas en alemán) y la conservadora Unión Democrática Federal (EDU).
El SVP ocupa 58 asientos en el Consejo Nacional (cámara alta de la Asamblea Federal legislativa), de 200 escaños, en tanto la EDU sólo uno.
El argumento del comité es que los minaretes constituyen un "símbolo de aspiraciones de poder político-religiosas" y una muestra de la espeluznante "islamización de Suiza".
El minarete es la elevada y casi siempre delgada torre de las mezquitas, desde donde el almuédano convoca a los creyentes musulmanes a la oración.
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Consciente del malestar que esta iniciativa puede causar en los musulmanes del mundo entero, el Consejo Federal, Poder Ejecutivo en Suiza, pidió a los votantes que rechazaran esa enmienda constitucional.
En Suiza viven unos 350.000 musulmanes, alrededor de cinco por ciento de la población de este país. En los últimos 50 años, la comunidad islámica habilitó más de 150 templos, la mayoría en casas, garajes o zonas industriales.
Pero hay sólo cuatro minaretes en este país y la construcción de uno nuevo está detenida por una disputa legal en la ciudad de Langenthal, en el norte del cantón de Berna.
La tensión aumenta a medida que se acerca la consulta popular del 29 de noviembre. Uno de los afiches propagandísticos muestra a una mujer con una negra burqa (vestimenta tradicional islámica que cubre el cuerpo de la cabeza a los pies) delante del pabellón suizo, atravesado por siete minaretes del mismo color, que semejan misiles, y la leyenda: "Alto. Sí a la prohibición de los minaretes".
Hisham Maizar, presidente de la Federación de Organizaciones Islámicas de Suiza, que reúne a la mitad de los centros musulmanes del país, cuestionó el argumento de que "los minaretes se propagarán como hongos".
La reforma consiste en incorporar una sola oración a la Constitución: "La construcción de minaretes está prohibida". Pero para los opositores, no se trata sólo de eso.
"El propósito no es prohibir que se erijan unos pocos minaretes en Suiza", señaló Balthasar Glättli, secretario general de Solidaridad sin Fronteras, que promueve los derechos de los inmigrantes. "Es obvio que la campaña busca infundir miedo al Islam y prejuicios contra las personas originarias de países musulmanes".
El Consejo Suizo de las Religiones, órgano nacional integrado por judíos, cristianos e islámicos, rechaza la reforma constitucional. Maizar, un médico suizo de origen palestino y uno de los musulmanes más influyentes del país, es uno de sus fundadores.
Los organizadores de la campaña están usando los minaretes para promover un debate sobre el Islam, señaló Maizar.
"Su falta de argumentos se expresa en la forma en que estereotipan. Alegan que los minaretes representan a la shariá (ley islámica), la islamización y las burqas. Pero eso no refleja en nada a la comunidad musulmana de Suiza. No me puedo acordar cuándo fue la última vez que vi a una mujer con ese atuendo en este país", señaló.
No es la primera vez que en estos últimos años hay campañas extremistas en Suiza.
En 2002, la ciudadanía aprobó una ley para frenar el "abuso de asilo". Uno de los afiches propagandísticos mostraba a un hombre negro, con lentes, guantes y ropa del mismo color, que emergía de la bandera suiza rompiéndola.
Entre 2007 y 2008, el SVP organizó la recolección de firmas para reclamar la deportación de delincuentes extranjeros. En esa oportunidad la propaganda mostraba una oveja blanca pateando a una negra fuera del pabellón nacional.
"La iniciativa tiene continuidad en lo que respecta al contenido y se enmarca en una tradición de campañas populistas de derecha en Suiza", señaló Damir Skenderovic, profesor de historia contemporánea de la Universidad de Friburgo, cerca de la capital.
"Pero el enfoque actual en un sector específico de la población es notable. Las campañas y plebiscitos vinculados con la inmigración en los años 90 eran de carácter general. Se concentraban en 'los extranjeros' o 'los otros', principalmente apuntaban a los solicitantes de asilo", dijo Skenderovic a IPS.
"Pero ahora se concentran en un sector específico: los inmigrantes musulmanes", añadió Skenderovic, quien tiene varios estudios publicados sobre racismo, extremismo de derecha y políticas migratorias en Suiza, y sitúa los orígenes de ese discurso de derecha en los últimos años de la década de 1980.
"En aquellos años, grupos como Vigilancia, Acción Nacional y Unión Democrática Federal esgrimían la amenaza de una supuesta islamización, el avance del Islam en el Occidente cristiano", señaló.
El atentado del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington "reforzó ese discurso, pero el fenómeno en sí mismo tiene una tradición anterior", añadió.
La adopción de una plataforma xenófoba fue clave para el crecimiento registrado en estas dos últimas décadas por el SVP. A escala nacional, el partido trató de absorber a todas las fuerzas a la derecha del espectro político.
En las elecciones federales de 2007, el partido Demócratas Suizos, de extrema derecha, perdió el último asiento que el quedaba en el Consejo Nacional a manos del SVP, que obtuvo 29 por ciento de los votos.
Al igual que en muchos países europeos, aquí se dice que los musulmanes no se pueden integrar. Los debates más acalorados surgen porque las mujeres usan velo, por la negativa de algunos padres a que sus hijas practiquen natación en la escuela y la concepción general de la mujer en el Islam.
"Las comunidades musulmanas son muy diversas. Es absurdo agruparlas como hacen los populistas", señaló Maizar.
La concepción hostil hacia el Islam en Suiza "se cultiva independientemente de la cantidad de musulmanes que hay en el país", según Balthasar Glättli, de Solidaridad Sin Fronteras.
Valentina Smajli es una musulmana originaria de Kosovo, el territorio serbio que se proclamó Estado independiente en 2008. En el corazón católico de Suiza donde vive, es una integrante activa del Partido Socialista y trabaja en varios proyectos políticos sobre migraciones.
Al igual que ella, "muchos inmigrantes de países islámicos son indiferentes a la religión y no se definen en función de ella. Pero a veces son víctimas de prejuicios solapados o declarados" contra el Islam.
"Los musulmanes de Suiza son víctimas de títulos de la prensa y de generalizaciones negativas", coincidió Andi Geu, uno de los directores del Instituto para Crear una Coalición Nacional (NCBI por sus siglas en inglés), dedicado a luchar contra los prejuicios, la discriminación racial y la violencia.
El NCBI organiza una campaña de información sobre el Islam y contra la reforma constitucional.
Los gobiernos de la nororiental ciudad de Basilea y de la occidental Lausana decidieron prohibir la propaganda xenófaba. Varias ciudades y cantones pidieron asesoramiento a la Comisión Federal contra el Racismo. El organismo consideró que los carteles reforzaban los prejuicios contra el Islam y los consideró negativos y una potencial amenaza.
Pero Maizar, de la Federación de Organizaciones Islámicas de Suiza, no está de acuerdo.
"Estoy contra las prohibiciones y defiendo la libertad de expresión. Pero también me opongo a que se crucen las líneas rojas de nuestra democracia de esta forma y de que un sector de la población como los musulmanes sea atacado de forma impía", indicó.