SOMALIA: Presidente reclama más asistencia

El jeque Sharif Sheikh Ahmed, líder del gobierno federal de transición de Somalia, apeló a que Estados Unidos y el mundo presten más asistencia humanitaria y de seguridad, para derrotar a rebeldes islamistas y reconstruir su nación devastada por la guerra.

En declaraciones formuladas el miércoles en el influyente Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, con sede en Washington, Sharif lamentó que los compromisos financieros internacionales para apoyar a su gobierno han demorado mucho en materializarse.

"Nos hicieron muchas promesas y compromisos, pero el gobierno no ha (visto concretarse) esos compromisos, lo que ha enlentecido los avances", dijo, enfatizando que la capacidad del gobierno de establecer la seguridad es crucial para persuadir a casi cuatro millones de somalíes que se han convertido en refugiados o desplazados internos de regresar a sus hogares.

Sharif sostuvo conversaciones con funcionarios estadounidenses y visitó la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, donde la semana pasada habló ante la Asamblea General, y se reunió con el secretario general Ban Ki-moon y con líderes africanos.

La Unión de Cortes Islámicas de Sharif fue derrocada en 2006 por una campaña militar etíope respaldada por Estados Unidos. Sin embargo, Washington lo promovió después de que resultó elegido presidente por el parlamento del gobierno federal de transición, reunido en enero en Djibouti.
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Desde entonces la Unión de Cortes Islámicas se escindió, y dos de sus ex integrantes, Al-Shabaab y Hizbul Islam, vienen protagonizando feroces enfrentamientos en la meridional ciudad portuaria de Kismayo, luchando contra el gobierno de transición que lidera Sharif.

Se esperaba que la elección de Sharif, su adopción de la shariá (ley islámica) y la retirada de las tropas etíopes a fines del año pasado, pacificaran el país, al privar a los rebeldes de sus reclamos religiosos y nacionalistas.

Sin embargo, los insurgentes continúan controlando la mayor parte del sur de Somalia, así como muchos barrios de Mogadiscio.

Aunque éste fue su primer viaje a Washington como presidente, en agosto Sharif se reunió en Nairobi con la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton, que lo describió como "la mejor esperanza que hemos tenido por mucho tiempo" y se comprometió con que Washington brindaría un apoyo "muy fuerte" a su gobierno.

La semana pasada también se reunió brevemente con el presidente Barack Obama, como parte de un encuentro más amplio de líderes africanos en la ONU. También se prevé que se reúna con el secretario de Estado adjunto para los asuntos africanos, Johnnie Carson.

Bajo el gobierno de Obama, Estados Unidos suministró unos 150 millones de dólares en asistencia humanitaria bilateral, así como 40 toneladas de equipamiento militar, por valor de unos 10 millones de dólares.

Esto último fue canalizado a la fuerza de mantenimiento de la paz de la Unión Africana (UA) en Somalia (Amisom), para permitir que el gobierno de transición se proteja de los rebeldes y extienda su influencia hacia otras partes del país.

Insistiendo en que Estados Unidos tiene una "responsabilidad especial" de ayudar al gobierno de transición, Sharif pidió asistencia adicional en materia de seguridad, así como ayuda humanitaria para reconstruir infraestructura esencial. Específicamente, Sharif destacó la necesidad de más armas, equipamiento militar y dinero para salarios.

En abril, donantes reunidos en una conferencia en Bruselas se comprometieron a brindar asistencia por 213 millones de dólares. Apenas una fracción de esa suma llegó a Somalia hasta la fecha, según funcionarios de la Unión Africana.

"La comunidad internacional no parece estar lista para hacer nada por Somalia", se quejó Sharif este jueves, observando que incluso la asistencia de Washington ha sido "muy limitada".

Pese a que hace apenas tres meses algunos observadores en Washington y en la ONU estaban muy preocupados porque el gobierno de transición parecía al borde del colapso, ahora se muestran más confiados en su permanencia, aunque sin poder para derrotar a los grupos insurgentes.

"Ahora hay que esperar", dijo David Shinn, experto en temas del Cuerno de África en la Universidad George Washington, que entre 1996 y 1999 se desempeñó como embajador en Etiopía.

"El gobierno de transición tiene una muy buena oportunidad de esperar a que Al-Shabaab se dé por vencido", agregó.

Al-Shabaab, al que Estados Unidos categoriza como organización terrorista vinculada a la red extremista Al Qaeda, del saudita Osama bin Laden, intenta derrocar al gobierno respaldado por la ONU e instalar una forma estricta de ley islámica, similar a la impuesta en los años 90 por el movimiento Talibán en Afganistán.

Está aliado con Hizbul Islam, una red liderada por el jeque Hassan Dahir Aweys, ex camarada de Sharif en la Unión de Cortes Islámicas. Se cree que ambas organizaciones están armadas y apoyadas por Eritrea.

Altos funcionarios estadounidenses han expresado sus temores de que esa alianza rebelde pueda, como el Talibán, brindar seguro para extremistas musulmanes de otras naciones.

Mientras Aweys negó toda conexión con Al Qaeda, Al-Shabaab exageró sus vínculos con esa organización, según Shinn.

No obstante, a mediados de septiembre las Fuerzas Especiales de Estados Unidos emboscaron un convoy que transportaba a Saleh Ali Saleh Nabhan, líder de una célula de Al Qaeda en Kenia.

Según funcionarios de Washington, Nabhan jugó un rol clave en los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Nairobi y Dar es Salaam, así como en el de 2002 contra un hotel lleno de turistas israelíes en Mombasa.

Nabhan había vivido en el sur de Somalia con Al-Shabaab, tres de cuyos combatientes fueron muertos en el ataque. En la emboscada fue secuestrado Abu Mansoor al-Amriki, un somalí nacido en Estados Unidos que jugó un papel destacado en los vídeos de propaganda de Al-Shabaab.

Los esporádicos ataques con misiles crucero lanzados por las fuerzas estadounidenses contra presuntos líderes de Al Qaeda y Al-Shabaab durante la ocupación de dos años de Somalia contribuyeron a generar empatía con los rebeldes y antipatía por Estados Unidos, pues también hubo civiles muertos y heridos.

Sin embargo, las reacciones al ataque del mes pasado parecieron ser más silenciosas, según Shinn.

Pero varios días después, Al-Shabaab se declaró responsable de un atentado suicida contra altos funcionarios del gobierno de transición y de la Unión Africana en la sede de la Amisom en Mogadiscio, matando a por lo menos 15 personas, entre ellas el vicecomandante de la fuerza de paz.

Sharif estimó que hay entre 800 y 1.100 extranjeros combatiendo con los rebeldes, incluidos somalíes de la diáspora.

En sus declaraciones ante el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, llamó a ampliar la Amisom —que actualmente tiene unos 5.000 efectivos— a 8.000 miembros, lo que está autorizado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Sharif también sostuvo que está dispuesto a hablar con los líderes insurgentes, algunos de los cuales se han integrado al gobierno de transición, y que el conflicto no podrá resolverse solamente por la vía militar, sino más bien mediante la capacidad del gobierno de suministrar seguridad y servicios públicos a la población.

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