Madre y esposa, en su puesto tradicional de ama de casa y sumisa al marido, era el retrato de las portuguesas trazado por el dictador Antonio de Oliveira Salazar, quien no les reconocía el derecho al voto ni a ocupar cargos públicos. Ahora, tras 35 años de democracia, los hombres aún predominan en el gobierno.
Oliveira Salazar (1889-1970) es el arquitecto del régimen corporativista instaurado en 1926 y del que se mantuvo al frente hasta 1968, cuando fue reemplazado por incapacidad por su "delfín", Marcello Caetano (1906-1980), quien fue derrocado por militares izquierdistas en 1974.
A lo largo de esas décadas en Portugal sólo se reconoció derechos a las mujeres si eran casadas y siempre que fuesen ejercidos en su nombre por el marido, que la ley definía "jefe de la familia".
Antes de la llamada Revolución de los Claveles, a muchas portuguesas se les impidió unirse en matrimonio con quien querían, las casadas no podían vender sus propiedades sin permiso del marido, las enfermeras debían ser obligatoriamente solteras y las profesoras tenían que pedir autorización a su superior jerárquico para contraer matrimonio.
Treinta y cinco años más tarde y 24 gobiernos después, a pesar del aumento de dos a cinco mujeres en el nuevo gabinete del primer ministro socialista, José Sócrates, y una mayor presencia femenina en el parlamento, el poder real continúa con un perfil predominantemente masculino.
Entre los nombres del nuevo gobierno, que juró en la víspera ante el presidente Aníbal Cavaco Silva, se destacan los de cinco ministras en un total de 16, el mayor porcentaje registrado desde la revolución democratizadora de 1974, cuando las mujeres fueron legalmente reconocidas como iguales a los hombres.
Isabel Alçada juró como ministra de Educación, Dulce Pássaro lo hizo en Ambiente, Helena André en Trabajo, Gabriela Canavilhas en Cultura y Ana Jorge en Salud.
Sin embargo, la cuota legal de un tercio de mujeres en cargos electivos no fue cumplida este año al cabo de tres convocatorias a las urnas, destinadas a renovar la legislatura y las autoridades municipales, y a designar representantes al Parlamento Europeo.
La cuota de 33 por ciento no fue observada al conformarse el nuevo gobierno nacional, tampoco por el parlamento unicameral que inició una nueva legislatura de cuatro años a comienzos de este mes y menos aun en el caso del poder autárquico de las alcaldías elegidas también en esta fecha.
Entre los partidos representados en el Congreso legislativo, sólo los ex trotskistas del Bloque de Izquierda superan el tercio legal, con 37,5 por ciento de diputadas. El Partido Socialista (PS) alcanza 28,9 por ciento y el Socialdemócrata (PSD), conservador pese a su nombre, cuenta con 27,2 por ciento de parlamentarias.
En el lado opuesto se ubican los comunistas, con 20 por ciento, seguidos de cerca por el Centro Democrático Social, de derecha nacionalista, con 19 por ciento de diputadas.
El gobierno se acerca más al cumplimiento de la ley, al contar con 31,25 por ciento de ministras, abriendo una brecha enorme con la avasalladora diferencia en el poder autárquico, donde sólo 22 de las 328 ciudades del país son gobernadas por alcaldesas, es decir un modesto 6,7 por ciento.
El índice global que mide la desigualdad de géneros, presentado este martes en Nueva York por el Foro Económico Mundial, indicó que Portugal descendió cinco posiciones respecto de 2008. La mayoría de los asientos del poder político continúan siendo ocupados por hombres.
Entre los 134 países analizados en el mundo, Portugal ocupa ahora el puesto 46, en una lista encabezada por Islandia, Finlandia y Noruega y que cierran Yemen, Chad, Pakistán y Benín. En el caso de la Unión Europea (UE), el último de la lista es Italia.
Portugal también perdió posiciones en el campo económico, con una caída en las oportunidades de carrera dadas a las mujeres, en la igualdad de salarios y en las ventajas en el acceso a la educación y a altos cargos en las empresas, la justicia y las profesiones técnicas.
El índice evalúa la manera como cada país adjudica las oportunidades existentes, más allá de de los recursos disponibles. Ello explica que Portugal quedara debajo de Uganda, en el lugar 40, y en particular de Botswana, que llegó al 39 tras subir 26 escalones gracias al notable aumento de la participación de las mujeres en la fuerza laboral y avances en la igualdad salarial.
Pasados siete lustros desde que los capitanes revolucionarios abolieron toda restricción a la mujer en Portugal, el poder político continúa reproduciendo discriminaciones de sexo.
"Esta democracia es incompleta", opinó ante la consulta de IPS Manuela Góis, vicepresidenta de la Unión de Mujeres para Alternativa y Respuesta (UMAR), la más activa organización portuguesa dedicada a la igualdad de géneros.
A pesar de integrar 14 deputadas más que en el periodo anterior de 2005 a 2009, el parlamento que resulto de las elecciones del 27 de septiembre no cumple con la ley de paridad aprobada en agosto de 2006, que establece el mínimo de un tercio de legisladoras, al contar con sólo 27,3 por ciento de mujeres.
"Se continúan reproduciendo las discriminaciones de género que se pensaba fuesen reducidas al mínimo con la ley de la paridad, que establece una representación mínima de 33 por ciento de cada sexo en los parlamentos nacional y europeo, así como para los municipios", lamenta Góis.
La activista, cuyo itinerario de lucha incluye acciones clandestinas durante la dictadura, sostiene a título personal, "porque aún no nos hemos reunido en la dirección para debatir el tema" que el nuevo gobierno también es "carente de igualdad de géneros".
Explica que "el ingreso de tres mujeres más en el nuevo ejecutivo de Sócrates evidencia el andro-centrismo endémico que enferma las consciencias de los responsables políticos de este país".
"En una sociedad con mayoría de mujeres, que representan más de la mitad de personas con licenciatura universitaria, es difícil concebir que un gobierno, que asume en 2009, sólo tenga cinco ministras asociadas a estereotipos de género, tales como cuidar, educar y su relación con la naturaleza, como indican las carteras que toman a su cargo", añadió.
Más optimista, pero también crítica, es la opinión de la presidenta del Departamento Nacional de las Mujeres Socialistas, Maria Manuela Augusto, quien confesó a la prensa su "insatisfacción" con la aplicación de la ley, inclusive en el PS.
La dirigente afirmó que "las mujeres son sacrificadas en las listas y, salvo rarísimas excepciones, son colocadas en tercero, sexto o noveno lugar entre los candidatos a deputado", que en los círculos electorales más pequeños, "no son elegibles".
Con 35 años de democracia, Portugal "ofrece a las mujeres paridad en la ley, pero se las niega en la práctica", acusa Góis, pese a reconocer que "el peso cultural, histórico e ideológico han sido grandes obstáculos para que las mujeres ejerzan sus derechos".
Añadió que no es posible "conciliar con un gobierno que en la práctica reproduce las discriminaciones de género, apagando a las mujeres del poder político, considerándolas ciudadanas de segunda".
Al concluir su diálogo con IPS, la vicepresidenta de UMAR recordó que las exigencias de las activistas son "la paridad en los organismos del poder político, en las actividades económicas y sociales, y, ¡también exigimos igualdad en casa!".