Los 200 millones de migrantes de todo el mundo suelen ser evaluados en términos de dólares y centavos. El indicador más destacado sobre su situación es el dinero que envían a sus países de origen. La política queda fuera del análisis.
Pero la última edición del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, divulgada este lunes, concentra la atención en ese aspecto casi secreto, al pasar revista a la influencia de los migrantes en la política o incluso en guerras civiles, en naciones como Líbano, Sri Lanka, Liberia, Mozambique, Turquía o Marruecos.
En Líbano, por ejemplo, muchos expatriados han usado, al retornar, la riqueza que obtuvieron en los países de destino para involucrarse en la actividad política nacional, en particular luego que el Acuerdo de Taif puso fin en 1989 la guerra civil iniciada en 1975.
"La evidencia de que los emigrantes estimularon mejoras en las instituciones políticas de sus países de origen se acumulan", concluye el informe de 217 páginas, que en esta edición se subtitula "Superando barreras: Movilidad y desarrollo humanos".
El estudio del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) destaca que Marruecos y Turquía ampliaron los derechos económicos y políticos de sus emigrantes y les permitió gozar de doble nacionalidad, de modo que puedan mantener la de su país de origen y adoptar la del lugar donde residen. Mauricio e India son mencionados en el informe como naciones que establecieron mecanismos especiales para el retorno de sus emigrantes por razones políticas o económicas.
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Así como los migrantes enriquecen el tejido social de los países que los reciben, también pueden actuar como agentes de cambio político y social en los de origen si regresan a ellos con valores e ideas moldeadas por sus experiencias en el exterior.
El estudio del PNUD resalta dos casos célebres: el de la liberiana Ellen Johnson-Sirleaf, primera jefa de Estado de África, y el del ex presidente mozambiqueño Joaquim Chissano.
Johnson-Sirleaf, quien cursó estudios en Estados Unidos, dirigió la oficina regional para África en la sede neoyorquina del PNUD antes de regresar a su país.
Chissano estudió medicina en Portugal y representó al movimiento independentista Frente de Liberación de Mozambique en Francia mientras vivió en París.
Pero el informe también deja en evidencia algunas aristas inconvenientes de las corrientes migratorias.
En la mayoría de los casos, los emigrantes tuvieron un compromiso constructivo con sus países de procedencia, pero algunos grupos de expatriados apoyaron a bandos en pugna en guerras civiles, como fue el caso de los tamiles de Sri Lanka.
El embajador de ese país en la ONU, Palitha Kohona, dijo a IPS que los emigrantes tamiles desempeñaron un papel crucial en el conflicto armado que acabó con 70.000 vidas humanas a lo largo de 30 años.
Las comunidades tamiles en Europa occidental y Canadá "fueron las principales fuentes de financiamiento" de los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil "para la compra de explosivos, armas y minas terrestres", sostuvo Kohona.
El diplomático estimó ese aporte a la guerra civil en alrededor de 300 millones de dólares anuales, y aseguró que muchos emigrantes eran presionados para que donaran dinero a través de sus tarjetas de crédito.
Concluido el conflicto este año, los tamiles en el extranjero tienen ahora la oportunidad de asumir un rol genuinamente constructivo, confió el embajador. "Pueden invertir esos mismos fondos para mejorar la situación de la población del norte" de Sri Lanka, la región donde son mayoritarios, afirmó.
El Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos indicó que parte del financiamiento del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), al que considera una organización terrorista, procede de palestinos en el exilio.
También recibe fondos por vía de remesas, especialmente desde Europa occidental, el Grupo Islámico Armado (GIA), que promueve en Argelia la creación de un estado islámico, según Washington.
El Ejército Republicano Irlandés (IRA) recaudaba dinero de las comunidades irlandesas en las ciudades de Nueva York y Boston. Mientras, el Movimiento Khalistán, que promueve la independencia de un estado sij en India, recibe fondos de emigrantes en Canadá y Estados Unidos. El informe del PNUD también arroja nueva luz sobre malentendidos muy comunes.
La mayoría de los migrantes, por ejemplo, son internos. Unos 740 millones se trasladan sin cruzar las fronteras de sus países, es decir, casi cuatro veces más que los migrantes internacionales.
Y entre los internacionales, menos de 30 por ciento son naturales de países en desarrollo que se mudan al mundo industrializado.
El estudio prevé que las remesas al Sur en desarrollo caerán de los 308.000 millones de dólares de 2008 a unos 293.000 millones al cabo de este año, a causa de la crisis financiera mundial.
La recesión mundial se convirtió rápidamente en una crisis del mercado de trabajo. Y tales crisis son, usualmente, malas noticias para los migrantes y sus familias.
En ciertas regiones, la cantidad de inmigrantes está a la baja. Al mismo tiempo, algunos países de destino toman medidas para alentar u obligar a sus extranjeros a irse.