La poesía es un lenguaje difícil de realizar y definir, pero de un profundo sentido social, según se deriva del libro «La lengua sustantiva», presentado esta semana en la capital española.
La autora es Silvia Donoso, cuyo seudónimo es Miryam Anaya, una argentina llegada a España 15 años atrás y que desarrolló una larga trayectoria profesional como profesora de semiótica literaria, tanto en su país de origen como en el de adopción.
Susana García Iglesias, la diplomática argentina que presidió el acto de lanzamiento, señaló a IPS que la obra, además de ser un desafío para que las palabras logren expresar lo real, es una llamada contra "la barbarie de la guerra", en especial "en la vida cotidiana, con sus horrores, absurdos y verdades".
"Resulta interesante para acercarnos a la nueva poesía latinoamericana, en este caso la argentina, y aún puede ser más valioso si consideramos lo difícil que a menudo es difundir la literatura actual en los demás países de habla española", destacó García iglesias en su alocución.
Al preguntarle IPS por qué afirma que existe esa dificultad, explicó que, "al revés de lo ocurrido en los años 60", en la actualidad prácticamente no existen editoriales propias en esos países, sino que el mercado está prácticamente en manos de unas pocas grandes empresas europeas, sobretodo españolas.
Eso, más la crisis económico-financiera global en curso, golpeó duramente a las editoriales latinoamericanas. Por ello la embajada argentina tiene previsto reunir a fines de noviembre en Madrid a editores, distribuidores, agentes de prensa y periodistas especializados de su país para analizar proyectos de distribución.
La ensayista, poetisa y narradora Martha Goldin, también argentina, cita en el prólogo del libro al poeta Roberto Juarroz cuando dice que "hay una única forma de entrar en la poesía: estar dentro". Y añade que "en ella entramos al abrir este libro en el que dos mujeres, una desde la palabra escrita, otra desde la plástica, logran una cálida belleza".
Al mencionar la plástica se refiere a la veintena de ilustraciones a color, incluyendo la portada, de Hilda Romano, una argentina exiliada en España en 1977 a causa de la dictadura de su país (1976-1983), donde fue fundadora de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina, el sindicato de maestros y profesores de tendencia izquierdista.
Romano utilizó diversas técnicas, desde los clásicos sobre tela, a la creación digital y también a la recreación digital de otros clásicos.
Goldin apunta que la poesía de Miryam Anaya tiene un tono fuertemente dramático en el que "una multitud de personajes nos salen al encuentro en un definido territorio del dolor cuando el lenguaje se tensa en la miseria".
Por su parte, García Iglesias sostuvo en la presentación que en la lectura de estos poemas "encontramos también las huellas que caracterizaron a la poesía de los años 60, de voluntario prosaísmo, biográfica y autobiográfica, política con diversa vocación, sin echar en falta reminiscencias del neoromanticismo de los años 40, existencial, por momentos metafísico y que nos conduce a su mundo subjetivo".
Añade que la autora "se centra en la percepción constante de la vida cotidiana con sus absurdos y sus horrores, en una realidad del objeto, en una trama en donde la lírica se desvanece a favor de un objetivismo más consumado, más descarnado".
En la obra, el primer poema, titulado "Exactamente", muestra ese objetivismo: "Exactamente/ en el estrecho tiempo/ de este poema/ un niño habrá muerto/ de hambre/ y de tristeza".
Otro habla de "El salto a la vida". "Devuelto el aliento/ saciado el hambre/ conteniendo el llanto//desde el otro lado de las vallas/ muertos muchos amigos/ estiran las miradas// al salto a la vida/ mudos de pobreza/ atónitos y heridos.// Devuelto el aliento/ saciado el hambre/ conteniendo el llanto// Reteniendo el odio/ anudando al vientre/ la vergüenza del mundo".
También dedica uno a los inmigrantes africanos que un día sí y otro también intentan llegar y ser aceptados en España, a muchos de los cuales se los encuentra pidiendo trabajo o limosnas en las puertas del Metro, el tren subterráneo.
"A las puertas del metro./ "Por Madrid con los hombros descubiertos/ al amparo de su cuerpo aceituna/ entre sus ojos náufragos de luna/ circulares cómplices en lo incierto/.
Ya sabe que ser pobre es una culpa/ que se lee en los ojos en la cara/ en la ropa en la voz en la mirada/ mientras ruega alguna que otra ayuda./
Ya sabe que ser pobre es una culpa/ y pide perdón y se dan en el pecho/ entre los golpes del tacón/ de algún transeúnte ajeno/ y el grito de una niña/ que amasa los reflejos de la luna/ entre sus dedos./
No olvida su recuerdo de la puna/ tal vez antes el cielo era cubierto/ tal vez ahora duerma al descubierto/ la noche roba certeza a su figura./
Y pide perdón y se da en el pecho/ Ya sabe que ser pobre es una culpa/".
Otro de sus poemas analiza "La lengua española cuando sustantiva" y muestra que al hacerlo es "como el sentirse el atreverse o el amarse/ y dejas que el verbo se haga/ sujeto o complemento/ y al despuntar el sonido y la palabra/ al creer en la fuerza del decir al gritar al desgarrar/ y al desgarrarte quizás entonces puedas resistir/ la continua e inevitable belleza de la aurora".
García Iglesias puntualizó que el libro "está escrito en una lengua poética peculiar que constituye la lengua nacional argentina, producto de las distintas tradiciones europeas, la gran influencia francesa e italiana junto al legado poético español, que permite que el léxico singular de la lengua española termine asumiendo en la encrucijada argentina, su estilo inconfundible".
Sin embargo, acotó, "la autora está atravesada por la experiencia de vivir en España, con la lengua española que se escribe y habla en la Península (Ibérica), aunque sin perder su referencia al ámbito de procedencia argentino", por lo que es "un testimonio poético de ese cruce de experiencias".