Alimentos exorbitantemente caros y millones más de hambrientos serán parte del oscuro futuro de la humanidad si no se toman acciones concertadas contra el cambio climático y se hacen más inversiones en agricultura, alertaron expertos esta semana.
La devastadora sequía que padece en estos momentos África oriental, donde millones de personas están al borde de la inanición, es un adelanto de nuestro futuro, sugiere un nuevo estudio sobre los impactos del cambio climático.
"Veinticinco millones más de niños y niñas estarán desnutridos en 2050 debido a los efectos del cambio climático", como la disminución de los campos de cultivo, la falta de cosechas y los altos precios de los alimentos, concluyó el Instituto para la Investigación de Políticas Alimentarias Internacionales (IFPRI, por sus siglas en inglés).
"De todas las actividades económicas humanas, la agricultura es por lejos la más vulnerable al cambio climático", alertó el coautor del informe, Gerald Nelson, economista del IFPRI, grupo con sede en Washington dedicado a temas de pobreza y hambre.
Las inundaciones y sequías de las últimas semanas aportan clima de urgencia a la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará del 7 al 18 de diciembre en Copenhague.
[related_articles]
El objetivo de la reunión en la capital danesa es llegar a un nuevo acuerdo obligatorio de reducción de emisiones contaminantes sucesor del Protocolo de Kyoto, que expirará en 2012.
El informe, "Cuantificando los costos de la adaptación agrícola al cambio climático", del IFPRI, asegura ser la "más completa evaluación del impacto" del recalentamiento planetario "en la agricultura hasta la fecha", pero investigadores admiten que no hay forma de cuantificar todas las repercusiones que tendrá la transformación de los patrones climáticos en el suministro de alimentos.
Un elemento clave en la agricultura es saber el mejor momento para plantar las semillas. Los productores dependen de su experiencia y de los historiales climáticos para calcularlo. Pero una de las conclusiones recientes más contundentes de la ciencia es que el recalentamiento planetario producirá un significativo aumento de la variabilidad climática.
Esto significa que extremos como sequías o inundaciones ocurrirán más a menudo o por más tiempo, y los cambios radicales de temperatura serán más probables. El pasado ya no es una guía confiable para los agricultores porque las condiciones fundamentales de la atmósfera han cambiado por causa del dióxido de carbono y otros "gases invernadero".
Nelson dijo a IPS que el informe del IFPRI es una "estimación conservadora" de los potenciales impactos, y no incluye las posibles pestes y enfermedades, la pérdida de tierra cultivable, debido a los crecientes niveles del mar, o de agua, por el derretimiento de los glaciares.
El enorme sistema de glaciares conformado por los Himalayas, el macizo montañoso de Hindu Kush y la Meseta Tibetana es la principal fuente de agua para 1.300 millones de personas en Asia.
Estudios recientes, como ha informado IPS, revelaron que estos glaciares se reducen más rápido que los existentes en cualquier otra parte del planeta y podrían derretirse por completo para 2035, según la Comisión Internacional sobre Nieve y Hielo en Katmandú, Nepal.
"Se ha producido un veloz descenso de los glaciares en la región", dijo a IPS Charles Kennel, del Instituto de Soluciones para Sostenibilidad de la estadounidense Universidad de California San Diego.
Una situación similar es ahora evidente en América del Sur, donde los enormes glaciares que han provisto de agua a decenas de millones de personas, si no a cientos de millones, se están derritiendo.
Incluso, el estudio del IFPRI no contempla la futura expansión de los biocombustibles y de los cultivos bioenergéticos, que ocuparán algunas tierras que hoy se usan para producir alimentos.
Aun sin esas adicionales y considerables presiones sobre la producción alimentaria mundial, el estudio del IFPRI estima que para 2050 los campos de trigo irrigados habrán caído 30 por ciento, y los de arroz 15 por ciento.
Es normal esperar un aumento de los precios de los alimentos en un periodo de 40 años, pero con el cambio climático estos se dispararán: los del trigo entre 170 y 194 por ciento, los del arroz entre 113 y 121 por ciento y los del maíz entre 148 y 153 por ciento, según este estudio.
Los países en desarrollo serán los más afectados por el cambio climático, y sufrirán una mayor disminución de sus cultivos y de su producción que los del Norte industrializado, según el estudio. Los efectos negativos del cambio climático se ven especialmente pronunciados en África subsahariana y Asia meridional.
"La agricultura es extremadamente vulnerable" al recalentamiento planetario "porque depende del clima". Los pequeños productores en los países en desarrollo serán los que sufrirán más", señaló el director de la División de Ambiente y Tecnología de la Producción del IFPRI, Mark Rosegrant, coautor del informe. Sin embargo, gran parte de este escenario puede ser evitado con una acción decidida contra el cambio climático y "7.000 millones de dólares al año de inversiones adicionales en productividad agrícola para ayudar a los granjeros a que se adapten a los efectos", dijo Nelson.
Esas inversiones deben ser destinadas a la investigación agrícola, a mejorar la irrigación y a crear infraestructura que facilite el acceso de los agricultores pobres a los mercados, añadió. El financiamiento de la investigación agrícola pública ha caído en la última década y más, según muchos expertos.
Actualmente, todo el presupuesto del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por sus siglas en inglés) es menor a 500 millones de dólares, dijo Nelson.
Fundada en 1971, el CGIAR es una alianza global de investigadores, gobiernos y grupos de la sociedad civil que moviliza a científicos en beneficio de los pobres.
"En el pasado, si se hacían inversiones en investigación agrícola, directamente tenían como resultado un impulso de la productividad", indicó Nelson.
Se necesitan inversiones del gobierno para proveer bienes públicos, como semillas mejoradas, irrigación más eficiente e infraestructura, señaló, y alertó sobre el peligro de buscar soluciones mágicas.
La agricultura es específica a cada lugar, y "mucho más complicada que la ciencia de los cohetes", añadió.
Nelson es partidario de la agricultura tradicional a pequeña escala, la misma conclusión a la que llegó la Evaluación de Ciencia Agrícola y Tecnología para el Desarrollo, presentada en 2008.
"La agricultura tradicional debería ser apoyada, y sus técnicas ampliamente compartidas cuando funciona, no sólo porque es tradicional", sostuvo.
Pero la futura seguridad alimentaria depende mucho más que de semillas y campos. Durante 30 años, las naciones agrícolas industrializadas en Europa y América del Norte han inundado con alimentos altamente subsidiados a los países pobres, con efectos devastadores en los sistemas alimentarios locales, dijo Michel Pimbert, director del programa de agricultura y biodiversidad del Instituto para el Ambiente y Desarrollo, con sede en Londres.
Esas políticas nacionales e internacionales deben ser transformadas a favor de la "soberanía alimentaria", respetando los diversos, locales y autónomos sistemas alimentarios, dijo Pimbert a IPS.
El llamado del IFPRI a una inversión de 7.000 millones de dólares tampoco garantiza que todos los impactos negativos serán superados, reconoció Nelson, pero alertó que si las cosas siguen así habrá "desastrosas consecuencias para la raza humana".