AMBIENTE: La crisis es una sola

¿Cómo se verían los programas de fomento al desarrollo si se enfocaran desde la falta de alimentos, agua y energía? ¿Los políticos tienen las herramientas necesarias para fortalecer la posición de los países que sufren tal escasez?

Setenta y cinco expertos de agencias oficiales, laboratorios, fundaciones, empresas y organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos se reunieron en busca de respuesta a estas preguntas, invitados por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).

El foro procuró trazar un panorama completo de la escasez de recursos y de sus consecuencias, tanto para el Norte industrial como para el Sur en desarrollo.

Howard Passell, del equipo de Sandia National Laboratories —institución operada por el grupo aeronáutico Lockheed Martin y dependiente del gubernamental Departamento de Energía—, consideró erróneo concentrarse en alguna escasez en particular, pues, según él, es preciso atender la "crisis ecológica planetaria" en el sentido amplio, "algunas de cuyas señales son la falta de agua, energía y alimentos, los problemas climáticos y las epidemias".

Passell advirtió que "lidiar con estas crisis como si fueran independientes unas de otras es una equivocación que deriva en despilfarro de dinero y esfuerzos, ineficacia y consecuencias no previstas".
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Por lo tanto, recomendó enfoques "integrados, multidisciplinarios y multisectoriales" de carácter mundial.

Según el Foro Económico Mundial, casi 4.000 millones de personas vivirán en 2030 en países que sufren tensión a causa del agua si los gobiernos e individuos no usan con más responsabilidad este recurso.

La agricultura representa 70 por ciento del uso de agua dulce, por lo cual existe un vínculo claro entre su escasez y la de alimentos. El estudio del Foro Económico Mundial estimó que la demanda de comida crecerá entre 70 y 90 por ciento para 2050.

Mientras, la Agencia Internacional de Energía pronosticó que la demanda energética mundial aumentará 45 por ciento para 2030, y que la mitad de ese incremento corresponderá a China e India.

Los conflictos por los recursos persisten entre países en desarrollo y dentro de sus fronteras. El uso que se les da a los cursos de agua internacionales —como el río Ganges, que fluye por India, Nepal, Bangladesh y China— es sólo un ejemplo.

"A medida que estos países continúen creciendo y cambian sus aspiraciones de desarrollo y sus dietas, aumentará la demanda de agua del Ganges y de otros sistemas fluviales internacionales y nacionales", alertó en agosto el Instituto Nicholas de Soluciones en Política Ambiental de la estadounidense Universidad de Duke.

Existen numerosísimos antecedentes de acuerdos bilaterales sobre los 260 ríos internacionales del mundo, pero pocos foros regionales que atienden su situación.

En el foro del CSIS también se analizaron los vínculos entre recursos y seguridad en el Sur en desarrollo.

"Posibilidades de cambios abruptos y catastróficos amenazan la seguridad de todas las naciones", sostuvo Carol Dumaine, subdirectora de Energía y Seguridad Ambiental del Departamento de Energía estadounidense.

La crisis financiera mundial tensionó aun más la escasez de los recursos, advirtió.

Sharon Burke, vicepresidenta a cargo de Seguridad Natural del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, exhortó a analizar esos vínculos dentro del país norteamericano.

"Estados Unidos envía muchos minerales al exterior para su refinación, pero muy pocos ven las implicancias estratégicas de este flujo o lo que significa para las dependencias de la economía nacional o de la industria de defensa", sostuvo.

El foro reveló una mayor valoración del trabajo internacional. Las fuerzas armadas estadounidenses, por ejemplo, ampliaron su propia definición de seguridad más allá de su tradicional evaluación de capacidad bélica. Un signo de eso es que prestan más atención a la situación de comunidades que sufren las consecuencias del cambio climático.

El Departamento (ministerio) de Defensa incluye ahora en sus análisis cuestiones como el impacto de las migraciones y de la delincuencia en la seguridad nacional, por ejemplo.

El foro, realizado el 1 de octubre, dejó en evidencia la sensación de urgencia predominante entre funcionarios, científicos y expertos. Pero todos ellos constataron dificultades en la divulgación de las conclusiones de especialistas entre los políticos.

El problema radica, en parte, en la complejidad inherente a los modelos computarizados relativos a la escasez de recursos. La compilación y el análisis de datos en múltiples sectores son especialmente difíciles. "Ahora tenemos la capacidad de afrontar esa dificultad, con sistemas que no teníamos hace 10 o 15 años", dijo Passell.

Para las instituciones, el desafío es "manejar la complejidad, asumir un enfoque de largo plazo, construir confianza" y, en última instancia, elegir entre "cooperación y conflicto", sostuvo Alexander Evans, del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York.

El foro sugirió la creación de un "índice de vulnerabilidad de recursos" de carácter mundial o de un órgano como el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático a cargo de elaborar un informe periódico al respecto.

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