AMBIENTE: Cambio climático, sólo un factor de la erosión costera

El delta del río Paraná, en el este de Argentina, es el único del mundo que no está en extinción, y eso se debe a la tala de selvas para cultivar soja, explica el geólogo Jorge Codignotto, ex miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

Jorge Codignotto. Crédito: Gabriela Cerioli/IPS
Jorge Codignotto. Crédito: Gabriela Cerioli/IPS

«Todos los deltas del mundo tienen 7.500 años y todos están en vías de destrucción», excepto el formado entre el Paraná y el Río de la Plata, señaló Codignotto, que integró el IPCC entre 1999 y 2007 y que lleva varios años estudiando la situación de las áreas costeras de este país.

«Al deforestarse la selva de Yungas, en el noroeste, para cultivar soja, el río Bermejo aporta aún más sedimentos que terminan en el delta. Si esta variable perdura, en 2050 vamos a tener el delta frente a la Ciudad de Buenos Aires, y contaminado», indicó.

Este es un ejemplo de los factores, además del cambio climático, que afectan casi 5.000 kilómetros de riberas —desde el estuario platense hasta el canal de Beagle— que hacen de Argentina uno de los 25 países con mayor longitud de línea de costa.

Es necesario «diagnosticar» de manera «holística» la erosión costera, y el Estado debe regular la actividad humana en esas zonas, sostiene Jorge Codignotto, doctor en ciencias geológicas de la Universidad de Buenos Aires, e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
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TIERRAMÉRICA: ¿Cuál es el panorama actual de las zonas costeras argentinas?

JORGE CODIGNOTTO: La costa argentina está incluida en un amplio fenómeno de erosión, que va en aumento desde los años 70. Esto se suele atribuir al calentamiento global, porque al calentarse el planeta —cuyas causas están en discusión—, los anticiclones se desplazan hacia los polos, lo que implica más tormentas en lugares más australes que antes no las tenían y más intensidad, con lo cual en las áreas costeras hay más olas, más energía, más corriente. Pero también hay un aumento de la erosión por otras causas antrópicas.

TIERRAMÉRICA: ¿Cómo influye el ascenso del nivel del mar en la erosión de las costas?

JC: En realidad, el nivel del mar sube apenas tres milímetros por año, pero lo importante es su efecto dominó: hay más corrientes costeras que erosionan, llueve más en algunas costas y esto hace que la tierra vaya hacia el mar, lo que trae aparejado un cambio en los ecosistemas. Se calcula que en 2025 habrá en el planeta 1.000 millones de habitantes más y se notará la escasez de alimentos, porque se habrán roto ecosistemas clave. Los ecosistemas pueden migrar, pero necesitan un tiempo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que, para 2025, 85 por ciento de la población va a estar asentada en áreas costeras, con lo cual las costas, que son lábiles, sufrirán aún más la presión humana.

Hay otro problema: la contaminación. Sobre la costa del Río de la Plata, este país tiene una faja contaminada de 1.000 o 1.200 metros con mercurio, cianuro, cromo, detergentes, etcétera, que no se tratan porque es muy caro.

Tenemos 14 millones de habitantes que toman agua del Río de la Plata. A la velocidad que viene avanzando el delta, en 2050 vamos a tenerlo frente a la ciudad de Buenos Aires con todos sus canales contaminados.

TIERRAMÉRICA: ¿Cómo actúa la erosión en las costas argentinas?

JG: La erosión no es la misma en cada zona. En la costa bonaerense se cayeron casas de concreto y se rompieron avenidas costaneras. Eso significa dinero tirado al mar por ignorancia. La gente ocupa el territorio costero, pero desconoce que la tierra se mueve en todos los sentidos y más en los bordes costeros.

Es muy difícil pensar que la costa puede cambiar. Sin embargo, cuando los españoles llegaron al Río de la Plata, navegaban hasta Escobar, 50 kilómetros al norte de la hoy ciudad de Buenos Aires. Y hace 19.000 años, a las australes islas Malvinas se podía acceder caminando.

Otro problema es la inundación. El pueblo de General Lavalle, en la bahía bonaerense de Samborombón, está prácticamente a nivel del mar, tiene canales de marea que se rellenan con escombros y se lotean. Eso, en un esquema de ascenso del nivel del mar, no tiene sentido.

TIERRAMÉRICA: En la ciudad de Buenos Aires se agregaron, en promedio, 20 hectáreas de terreno por año por los rellenos en la costa desde 1925. ¿Qué opina de estas acciones que ganan espacios al río?

JC: Gastemos dinero en algo que sea más útil y económico, como desalentar la población de la costa.

TIERRAMÉRICA: ¿Es factible educar a la población?

JC: Primero se debe hacer una legislación que permita usar el territorio racionalmente. En las ciudades balnearias de la costa bonaerense son frecuentes las calles perpendiculares a la costa. Cuando llueve y hay sudestada, hacen que el flujo pluvial no vuelva a la arena para evitar la erosión de la costa, sino que termine en el mar, dejando una gran canaleta en la playa, panorama que empeora a causa de la destrucción de los médanos para facilitar el acceso a las playas.

En Villa Ostende, 365 kilómetros al sur de la Ciudad de Buenos Aires, se diseñaron veredas muy anchas y verdes que cada tanto tienen una depresión para acumular el agua de lluvia que se infiltra en la tierra y vuelve a formar el ciclo.

TIERRAMÉRICA: ¿Hay soluciones adecuadas en los municipios?

JC: No, pero lo que sí hay y es bueno es el Decreto 3202 sobre manejo costero, que en noviembre de 2006 sancionó la provincia de Buenos Aires.

Tenemos la suerte de que nuestro Código Civil para el tema de las costas se haya basado en el criterio del «camino de sirga» de los romanos. En aquella época, los mares y ríos tenían una franja equivalente a 35 metros de uso público, para llevar con caballos y sogas los buques que no podían usar sus velas cerca de la costa. La costa de Argentina no se puede privatizar gracias a Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código. Aunque a veces esto se prostituyó.

TIERRAMÉRICA: ¿Hay alguna posible solución a largo plazo?

JC: Es fundamental la información con una visión holística. Hay muchos especialistas, pero la especialidad es reduccionista. Los especialistas deben integrar sus investigaciones al contexto. Y que el Estado establezca normas.

* Este artículo es parte de una serie producida por IPS (Inter Press Service) e IFEJ (siglas en inglés de Federación Internacional de Periodistas Ambientales) para la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Publicado originalmente el 10 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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