Funcionarios de seguridad nacional de Estados Unidos, preocupados por mantener una guerra contrainsurgente total en Afganistán, sugieren que la red extremista Al Qaeda podría volver allí tras un eventual triunfo de las milicias del Talibán.
Pero destacados analistas en información de inteligencia cuestionan tales informes. Para ellos, el movimiento islamista Talibán, que dominó Afganistán entre 1996 y 2001, responsabiliza de su desalojo del poder al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
La cooperación entre el Talibán y Al Qaeda, red que se atribuye los atentados que acabaron con 3.000 vidas en Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001, es mucho menor de lo que era hasta entonces, cuando Bin Laden y gran parte de sus fuerzas estaban refugiadas en Afganistán.
La relación entre estas dos organizaciones es clave en el debate sobre la estrategia estadounidense en Afganistán iniciado el mes pasado, según el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, y el consejero de Seguridad Nacional, general James Jones.
Allegados al diplomático Richard Holbrooke, enviado especial del presidente Barack Obama para Afganistán y Pakistán, aseguran que Talibán no permitiría a Al Qaeda volver a instalar bases en territorio de ese país en caso de ganar la guerra, según informó el diario The Wall Street Journal el día 5.
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Este argumento se basa sobre la convicción de que Talibán responsabiliza a su alianza con Al Qaeda de su pérdida de poder.
Pero la cadena de periódicos McClatchy aseguró el domingo que, según coincidieron 15 funcionarios de inteligencia, diplomáticos y militares no identificados a los que entrevistaron, Talibán y otros grupos insurgentes afganos tienen "vínculos más estrechos con Al Qaeda ahora que antes del 11 de septiembre" y que permitirían el restablecimiento de bases.
En cambio, el experto John McCreary, ex analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa, aseguró que el Talibán "acusa abiertamente a los árabes de Al Qaeda de su desventura", según consignó en un artículo publicado por el servicio de noticias y análisis en línea NightWatch.
Los líderes talibanes "prometieron no permitir nunca más a los extranjeros —en especial a los arrogantes e insensibles árabes— de vuelta en Afganistán", escribió McCreary.
El mulá Mohammad Omar, líder del Talibán, "fue dejado en ridículo en diciembre de 2001 por sus propios comandantes por invitar a los árabes y otros extranjeros" a refugiarse en Afganistán, lo cual "derivó en su huida a Pakistán".
"La premisa según la cual Afganistán se convertiría en un refugio seguro para Al Qaeda en un gobierno futuro es alarmista y refleja falta de comprensión de (la etnia) pashtun, así como conocimiento superficial de la historia afgana reciente", sostuvo.
"No entiendo cómo pueden decir eso", dijo a IPS el ex encargado de Medio Oriente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Paul Pillar. "La relación entre el Talibán y Al Qaeda entes del 11 de septiembre era, en muchas áreas, mucho más intensa que la actual."
En la guerra civil entre el régimen del Talibán y sus enemigos de la Alianza del Norte, que transcurrió entre 1996 y 2001, "los árabes y el dinero de Bin Laden" jugaron un papel muy importante en el vínculo, según Pillar.
"Puede inferirse que muchos grupos tienen hoy vínculos con Al Qaeda, pero no veo ninguno tan estrecho como el que la unía a Talibán antes del 11 de septiembre", agregó el analista.
En 1997, unos 300 árabes entrenados por Al Qaeda combatían junto con los talibanes al norte de Kabul, según indicó el editor de información internacional de la cadena McClatchy, Roy Gutman, en su libro "How We Missed the Story" ("Cómo perdimos la noticia"), publicado en 2008.
El apoyo militar y financiero de Bin Laden ganó relevancia en los últimos años del régimen del Talibán. En la última etapa del conflicto, entre 1.500 y 2.500 combatientes árabes y de otros puntos de Asia central luchaban contra la Alianza del Norte, cuyo comandante, Ahmed Shah Massoud, los consideraba sus enemigos más duros y comprometidos.
Para su ofensiva contra las fuerzas de Massoud en 1998, el Talibán contó con unas 1.200 camionetas todoterreno traficadas desde Japón y compradas con dinero aportado por Bin Laden.
En cambio, Al Qaeda se encuentra hoy en serias dificultades financieras y cuenta con pocos combatientes en Afganistán. La situación en filas del Talibán es la contraria: no le falta dinero ni milicias.
Al Qaeda está "financieramente en su momento más débil en varios años" y "su influencia se desvanece", dijo el martes a la cadena de radio y televisión británica el experto en terrorismo del Departamento del Tesoro (ministerio de hacienda) estadounidense David Cohen.
La presencia de Al Qaeda en Afganistán es hoy "mínima", con un "máximo estimado" de 100 "combatientes extranjeros" en sus filas, afirmó el general Jones a la CNN el día 4. El cálculo de funcionarios occidentales entrevistados por The New York Times en 2007 situaban esa cifra a apenas entre 100 y 300 ya entonces.
Además, muy pocos de los "combatientes extranjeros son, como solían ser antes la mayoría, árabes o naturales de Asia central —uzbekos o chechenos—, indicó Seth Jones, de la Corporación Rand: el grueso de ese contingente se forma hoy por pashtunes de Pakistán, y no hay evidencia de su afiliación a Al Qaeda.
Este mes, los servicios de inteligencia estadounidenses elevaron su estimación de talibanes armados de 10.000 en 2007 a 17.000 hoy. Alrededor de 1,5 por ciento serían extranjeros, y muchos menos de ellos pertenecerían a Al Qaeda.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.