AFGANISTÁN-PAKISTÁN: Las dos caras del combate al Talibán

Al cumplirse este miércoles ocho años de la invasión a Afganistán, Estados Unidos evalúa el envío de más tropas a ese país, mientras la población local, en general, cree que el movimiento extremista Talibán resurge con fuerza.

Crédito: Anand Gopal/IPS
Crédito: Anand Gopal/IPS

El general Stanley McChrystal, comandante máximo de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, identificó tres movimientos que hoy «amenazan la misión» de estabilizar el país: Talibán, Haqqani e Hizb-i Islami.

Según McChrystal, el Talibán continúa bajo el liderazgo del mulá Mohammad Omar, a quien muchos creen radicado en la occidental ciudad pakistaní de Quetta, 200 kilómetros al sur de Kandahar, la mayor ciudad del sur de Afganistán.

Militares estadounidenses advierten que el apoyo logístico y financiero del Talibán en Quetta amenaza directamente la seguridad de Kandahar y ha alimentado buena parte de las luchas de las últimas semanas en esta ciudad, considerada la más peligrosa de Afganistán.

En un informe reservado pero filtrado a la prensa sobre la campaña militar estadounidense en Afganistán, McChrystal admitió que el Talibán ha «trabajado para controlar Kandahar y sus accesos por varios años, y hay señales de que su influencia sobre la ciudad y los distritos vecinos es significativa y está en aumento».
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Al Jazeera viajó en agosto a esta estratégica provincia para cubrir las elecciones presidenciales y locales. Allí constató que, si bien las fuerzas del gobierno controlaban claramente la ciudad, la influencia del Talibán era ubicua.

De hecho, la fuerte presencia del movimiento en los distritos de Arghandab y Panjwaii permitió a sus miembros entrar y salir de Kandahar para arrojar panfletos por la abstención.

Durante el día, e intermitentemente, combatientes del Talibán dispararon cohetes contra la ciudad.

El año pasado, antes de que escalara la violencia en muchas provincias, el jefe de la inteligencia afgana Amrullah Saleh dijo creer que la inteligencia pakistaní podría desempeñar un papel vital para acabar con la guerra.

McChrystal indicó en su informe que, si bien la insurgencia es predominantemente afgana, cuenta con apoyo de Pakistán, donde están radicados sus máximos líderes, «vinculados con Al Qaeda», la red extremista del saudita Osama bin Laden. Además, la asisten «algunos elementos» de la inteligencia pakistaní.

Por eso, las autoridades afganas creen que enviar más tropas a su país sin una estrategia definida puede ser en vano. Según ellos, cualquier estrategia militar debería incluir presiones para que Pakistán corte relaciones con el Talibán y frenos a las remesas de dinero al movimiento.

Funcionarios afganos reconocen que su Estado es débil, pero dicen que el apoyo de la inteligencia pakistaní es el principal factor detrás del resurgimiento del Talibán.

«Nos enfrentamos con un triángulo de terror que abarca al Talibán, a Al Qaeda y a la inteligencia pakistaní», la cual usa a la insurgencia contra Afganistán e India y como herramienta de «chantaje a la comunidad internacional», dijo Daoud Muradian, alto funcionario de la cancillería afgana.

En cambio, el ministro del Interior pakistaní Rehman Malik asegura que el mulá Omar está en la afgana Kandahar. También negó que la inteligencia de su país apoye al Talibán, pues, afirmó, ésta escatimó esfuerzos en el combate al «terrorismo».

Pero el informe de McChrystal también destaca que otros grupos armados han recurrido a la violencia, lo cual constituye una nueva amenaza contra la estabilidad del país.

McChrystal cree que el movimiento Haqqani mantiene una base de poder en la región tribal pakistaní de Waziristán del Norte, que limita con la oriental provincia afgana de Khost.

«El Haqqani obtiene dinero y fuerzas principalmente de Pakistán, de redes del Golfo (Pérsico o Arábigo) y de su cercana asociación con Al Qaeda y otros grupos insurgentes radicados en territorio pakistaní», dijo.

Se cree que Haqqani, que opera en el sudeste del país, cerca de la frontera de Pakistán, está detrás de los ataques más complejos.

«Ellos operan fuera de los baluartes tradicionales del Talibán del mulá Omar, en el sur de Afganistán», dijo Wahid Muzhda, analista político que trabajó en la cancillería mientras los talibanes controlaron este país, entre1996 y 2001.

El informe de McChrystal también hace referencia a la organización Hizb-i Islami, liderada por Gulbuddin Hikmatyar, un destacado comandante de la guerra contra la ocupación soviética.

Hikmatyar mantiene baluartes en el norte y en las provincias que rodean la capital, y también está activo en las orientales provincias de Kunar y Nuristán.

Esta red «aspira a negociar un rol importante en un futuro gobierno del Talibán. Actualmente no tiene objetivos geográficos, como ocurre con los otros grupos», aunque «busca controlar la riqueza mineral y las rutas del contrabando en el este», señala el informe.

Tanto Hizb-i Islami como el Talibán se declararon responsables del ataque del 27 de abril de 2008 contra un desfile militar en Kabul, del que escapó ileso el presidente afgano Hamid Karzai. Tres personas, entre ellas un parlamentario, murieron en el atentado.

«Todos estos grupos están presentes en Afganistán. Están coordinados entre sí. Son aliados. Pueden tener cierta independencia de los otros, pero comparten objetivos comunes», dijo Muzhda.

El gobierno de Barack Obama reconoció que no puede dar seguridad a Afganistán sin intervenir en Pakistán. Los comandantes militares de Estados Unidos sostienen que los dos escenarios son parte de la misma guerra. * Publicado por acuerdo con Al Jazeera.

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