Un hermano del presidente afgano Hamid Karzai, Ahmed Wali Karzai, ha recibido durante mucho tiempo un salario de la CIA estadounidense, según informó el miércoles el diario The New York Times. Pero esto es apenas la punta de un enorme iceberg.
El dato constata la fuerte dependencia de las fuerzas contrainsurgentes de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con los señores de la guerra de Afganistán, queiens les garantizan su seguridad. Así lo advierten informes realizados por periodistas australianos y canadienses.
Contingentes militares estadounidenses y de la OTAN que operan en las provincias del sur y el este del país donde predomina la etnia pashtun (patana) contratan milicias privadas controladas por señores de la guerra para que les brinden servicios de seguridad en sus bases y convoyes, según las fuentes de esos reportes.
El general Stanley A. McChrystal, principal comandante estadounidense en el país asiático, admitió que los vínculos entre las fuerzas occidentales y los señores de la guerra son causa de malestar en la población local. Y no parece haber cambios a la vista en esa política, pues las tropas extranjeras no tienen otro modo de darse seguridad.
El Centro sobre Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York publicó en septiembre un informe según el cual Estados Unidos y la OTAN contratan con frecuencia a empresas de seguridad propiedad de señores de la guerra cuyas milicias compiten por el poder con instituciones del Estado afgano.
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El informe menciona el ejemplo de empresas propiedad de familiares y aliados de jefes de grandes milicias que han sido contratadas en cuatro provincias.
En la de Uruzgan, las fuerzas especiales estadounidenses y australianas contrataron al Kandak Amniante Uruzgan, ejército privado del coronel Matiullah Khan que cuenta con 2.000 milicianos, para garantizar la seguridad de sus bases.
Este dato salió a la luz en un informe publicado en abril del año pasado por el diario The Australian y firmado por los periodistas Mark Dodd y Jeremy Kelly.
Las fuerzas de seguridad del coronel Khan también brindan el servicio a los convoyes de la Fuerza Internacional de Asistencia en Seguridad (ISAF) de la OTAN en la carretera que conduce de Kandahar a Tarin Kowt, donde se encuentra Camp Holland, cuartel donde residen un millar de soldados australianos, según ese reporte.
El coronel Khan, actual jefe de policía de la provincia, factura 340.000 dólares mensuales —casi 4,1 millones de dólares al año— por hacer ese trayecto dos veces al mes.
Resulta evidente que Khan consiguió el contrato gracias a que es sobrino de Jan Mohammad Khan, un comandante que ayudó a la OTAN a derrotar al régimen del movimiento extremista Talibán en Kandahar en 2001 y que llegó a ser gobernador de Uruzgan en 2002, designado por Karzai.
La Fuerza de Defensa Australiana indicó a The Australian que el dinero recibido por el coronel Khan es abonado por el Ministerio del Interior afgano.
Los periodistas Mike Blanchfield y Andrew Mayeda, de la agencia de noticias CanWest News Service, informaron en noviembre de 2007 que las fuerzas canadienses habían contratado al señor de la guerra conocido como general Gulalai para que le brindara servicios de seguridad en una base militar que no fue identificada.
Las milicias privadas de otro señor de la guerra, el coronel Haji Toorjan, garantizan la seguridad del cuartel Camp Nathan Smith, en la ciudad de Kandahar, donde está apostado un equipo canadiense de reconstrucción de la provincia.
Blanchfeld y Mayeda constataron que las fuerzas armadas canadienses habían asignado 29 contratos por un total de 1,14 millones de dólares a una compañía identificada como "Sherzai", y sugirieron que su propietario era el señor de la guerra Gul Agha Sherzai, ex gobernador de Kandahar y luego de la provincia de Nangarhar.
Las autoridades canadienses se negaron a confirmar el dato.
En Badakhshan, el general Nazri Mahmed, un señor de la guerra que "controla una parte significativa de la lucrativa industria del opio de la provincia", según los periodistas, se encarga de la seguridad del equipo alemán de reconstrucción que actúa allí, según el informe publicado por la Universidad de Nueva York.
El estudio sugiere que Estados Unidos y la OTAN gastan cientos de millones de dólares por año en contratos con servicios de seguridad afganos, la mayoría de los cuales son brindados por jefes de milicias locales acusadas de violaciones de derechos humanos.
Además de Ahmed Wali Karzai, el informe identifica a otro hermano del presidente, Hashmat Karzai, y al hijo del ministro de Defensa Rahim Wardak, Hamid, como figuras poderosas que controlan las empresas de seguridad, las cuales no están registradas ante las autoridades.
Dos funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que solicitaron mantener su identidad en reserva, según los autores del informe, calcularon que entre 1.000 y 1.500 grupos sin registro han sido "empleados, entrenados y armados por la ISAF ( )y fuerzas de la coalición" para que ofrezcan servicios de seguridad.
Las fuentes estimaron, además, que 120.000 personas pertenecen a unas 5.000 milicias privadas en Afganistán.
La mayoría de los señores de guerra son mal vistos en este país, en particular porque los ejércitos privados que comandan cometen robos y diversos actos de violencia contra civiles con total impunidad.
El general McChrystal sostuvo en agosto que existe "ira y molestia" de la población hacia la ISAF porque se la percibe como "cómplice" de "corrupción y abuso de poder generalizados".
Fue el propio McChrystal quien implementó en el pasado la policía de dependencia de los señores de la guerra, y ahora es quien manifiesta preocupación por sus consecuencias.
"No veo cómo las tropas de Estados Unidos y de otros países podrían mantener sus bases operando sin pagarle a estos tipos", dijo a IPS uno de los coautores del informe de la Universidad de Nueva York Jake Sherman, funcionario de la ONU que trabajó en el proceso de desarme de los señores de la guerra entre 2003 y 2005. Ahora no cree que Washington sus vínculos con ellos.
Además, si los comandantes rompieran relaciones con las milicias privadas, ellas "se convertirían en una amenaza real a la seguridad", agregó.
Sherman recordó, incluso, el ataque con un cohete a un depósito del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Badakhshan mientras él estaba allí, el cual, según se supo luego, fue cometido por policías para que esa agencia de la ONU contratara más vigilancia, como se supo luego.
En los años siguientes a la caída del Talibán, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense comenó a pagarles salarios a los comandantes de las milicias que derrotaron a la organización islamista, y les entregó armas y equipos de comunicaciones.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005 y reeditado en 2006.