SALUD-SUDÁFRICA: Madres expuestas a la muerte

Estar embarazada en un asentamiento precario de las afueras de Montague, un poblado pobre a tres horas de esta sureña ciudad sudafricana, puede resultar peligroso por la falta de infraestructura adecuada.

Katriena Anthony, de 38 años, vive en una choza de madera con techo de zinc y dos habitaciones en el vecindario de Mandela Square, a las afueras de Montague.

No tiene electricidad ni agua corriente. Todas las mañanas debe recorrer largas distancias para conseguir leña e ir a buscar agua potable a un grifo cercano y llevarla en un balde plástico hasta su vivienda.

Katriena tuvo mucha suerte una mañana de agosto cuando pudo encontrar una persona que la llevara hasta la clínica estatal, donde tenía cita ginecológica para controlar su segundo embarazo. Normalmente le lleva una hora caminar de ida y de vuelta porque no tiene el equivalente a 1,25 dólares para pagar el taxi.

Si llega a necesitar ir a la atención de urgencia del hospital puede llamar a una ambulancia o pedirle a alguien que la lleve, pero debe pagar unos 6,25 dólares. Si no tiene dinero tendrá que pedirlo prestado.
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Una vecina, con cuatro meses de embarazo y bajo tratamiento por la tuberculosis que le diagnosticaron hace un mes, también se queja de las malas condiciones de vida.

"No tenemos baño y tenemos que ir hasta la montaña a buscar leña. El viento azota la choza y se inunda cuando llueve", se lamentó.

Las dos reciben atención médica en esta provincia que cuenta con la mejor cobertura médica del país, pero en las zonas rurales las mujeres tienen más riesgos de sufrir complicaciones en el embarazo.

La salud materna ha sido objeto de debate en Sudáfrica desde que en julio se divulgó un estudio que reveló el aumento de la mortalidad.

Hubo más de 4.000 fallecimientos, según "Salvando madres 2005-2007: cuarto informe de investigaciones confidenciales sobre mortalidad materna en Sudáfrica", que significó un aumento de 20 por ciento respecto de los 3.406 casos registrados en los tres años anteriores.

Las tres principales causas de muerte fueron afecciones no vinculadas directamente con el embarazo, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), responsable de 43,7 por ciento de los fallecimientos, complicaciones por hipertensión, 15,7 por ciento, y hemorragias obstétricas, 12,4 por ciento.

Casi cuatro de cada 10 muertes pudieron haberse evitado, según los investigadores, quienes atribuyeron la situación principalmente a la falta de atención o a las demoras, además de dificultades en el transporte, ausencia de centros de salud y escasez de personal capacitado.

La pobreza y las malas condiciones de vida en áreas rurales y en los vecindarios más pobres de las ciudades explican en parte la situación, según un estudio divulgado en la edición de agosto de la prestigiosa revista médica Lancet, dedicado a la salud de madres y recién nacidos en Sudáfrica.

"Mujeres, niños y niñas pobres sufrieron las peores consecuencias del régimen del apartheid. Nuestro análisis muestra que los servicios médicos siguen sin atenderlos como se debe y que unos 76.600 neonatos, menores y madres mueren por causas evitables", concluye el informe.

Distintos factores, como la falta de dinero para cubrir los traslados, el desempleo rural y la escasez de profesionales inciden en la mortalidad materna, señaló Marije Versteeg, directora de programa de Proyecto de Defensa de la Salud Rural.

"Los hospitales no tienen suficiente personal para supervisar el trabajo de parto de las mujeres", subrayó.

La investigación señaló que la mortalidad materna de portadoras del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), es 10 veces superior a las madres que no lo tienen.

En Sudáfrica mueren 34 madres cada 100.000 nacidos vivos, una cifra similar a la de países de medianos ingresos como Argentina, Brasil y Tailandia, pero se multiplica por 10 para las portadoras de VIH, según el estudio de Lancet.

Si las mujeres de zonas rurales no tienen acceso a centros médicos por falta de dinero, también se pierden las campañas que apuntan a evitar la transmisión del virus de madre a hijo.

El estigma asociado al VIH/sida también hace que las mujeres no quieran revelar su condición y no reciban el tratamiento adecuado para evitar el contagio.

El aumento de la mortalidad materna se relaciona con el VIH/sida y el mejor sistema de registro de casos, según Sue Fawcus, vicepresidenta del Comité Nacional para Investigaciones Confidenciales sobre Mortalidad Materna, responsable del informe "Salvando madres 2005-2007".

"El VIH ha sido un gran problema para alcanzar" el quinto de los Objetivos de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio (ODM), que se propone mejorar la salud materna, señaló, pero añadió que la situación puede mejorarse porque Sudáfrica destina más recursos que otros países a la salud.

Es necesario fortalecer el sistema de salud del distrito y disponer de más fondos y lograr una mayor eficiencia en el gasto, remarcó Versteeg.

Los investigadores del estudio de Lancet estimaron que para reducir la mortalidad infantil se necesitan 1.500 millones de dólares, que es 24 por ciento del presupuesto de salud pública, lo que también contribuirá a disminuir la mortalidad materna y servirá para que Sudáfrica alcance el cuarto y quinto ODM.

"Se puede hacer frente al costo, pero la principal falencia es la falta de liderazgo y de una efectiva implementación del sistema médico en todos los niveles", añadieron.

"Tendremos que redoblar nuestros esfuerzos", concluye el informe "Salvando madres 2005-2007".

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