La visita prevista por el Dalai Lama al nororiental estado indio de Arunachal Pradesh molesta a China, pese a que allegados al líder espiritual tibetano sostienen que es una simple respuesta al llamado de feligreses budistas.
"Su santidad visitará Arunachal Pradesh en noviembre invitado por budistas locales. Simplemente eso", dijo a IPS el asesor del Dalai Lama, Chhime Chhoekyapa, en entrevista telefónica desde la septentrional ciudad india de Dharamsala, donde se asentó el gobierno tibetano en el exilio.
Pero las cosas no son simples entre los dos gigantes asiáticos desde que hace 50 años el Dalai Lama huyó de su palacio de Lhasa, capital de Tíbet, cruzó la zona montañosa y se refugió en Arunachal Pradesh, tras el masivo levantamiento tibetano contra Beijing.
No tiene ninguna diferencia con las otras visitas que el Dalai Lama ha hecho a numerosos monasterios y centros lamaístas, o budismo tibetano, que existen en el Himalaya, subrayó Chhoekyapa.
Practicantes del lamaísmo, que defienden la total obediencia al Dalai Lama, se ubican en el Himalaya: Bután, India, Nepal y Tíbet.
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Chhoekyapa dijo no estar al tanto de una disputa diplomática entre Nueva Delhi y Beijing por este asunto y, añadió, el gobierno tibetano en exilio no anunció ni publicitó el hecho.
Beijing señaló que el viaje revela "la esencia separatista y antichina del camarilla Dalai Lama", reza una declaración divulgada la portavoz del gobierno central, Jiang Yu, el 11 de este mes.
China llama "Tíbet meridional" al estado de Arunachal Pradesh. Alrededor de 13 por ciento del millón de habitantes practica el budismo. Los seguidores del lamaísmo se concentran en el valle de Tawang y en el distrito de Kameng occidental.
"Arunachal Pradesh forma parte de India y el Dalai Lama, su santidad el Dalai Lama, tiene libertad para ir a cualquier parte" de este país, declaró el miércoles el canciller indio S. M. Krishna, en entrevista con un canal de televisión en hindi.
Krishna se refería a que el líder tibetano tiene libertad para visitar el monasterio de la localidad de Tawang, donde la tradición cuenta que nació el sexto Dalai Lama, Tsangyang Gyatso, en el siglo XVII.
El templo es considerado el más importante después del palacio de Potala en Lhasa y alberga lo que queda de la prístina cultura lamaísta, la mayoría destruida por la llamada "Revolución Cultural", a fines de los años 60 en China.
Se conoce así a una campaña de persecución y muerte de muchos cientos de personas en el marco de difamaciones de personalidades públicas, torturas y golpizas, dirigida por el entonces líder del Partido Comunista Mao Zedong (1893-1976).
"Realmente creo que la visita del Dalai Lama a Arunachal Pradesh tiene un contenido espiritual", dijo a IPS Pushpita Das, investigadora del Instituto de Análisis y Estudios de Defensa, con sede en Nueva Delhi, y especialista en asuntos chinos. "Pero como defiende la causa tibetana es natural que Beijing le atribuya una connotación política".
Al ser consultada por las razones que llevaron al gobierno indio a aceptar esta visita del Dalai Lama, cuando el año pasado rechazó un pedido similar, Das especuló que podría relacionarse con el malestar de Nueva Delhi respecto de ciertas acciones de Beijing consideradas poco amistosas.
"Nueva Delhi hizo todo lo posible para que no hubiera inconvenientes durante el pasaje de la antorcha de los Juegos Olímpicos de Beijing de 2008 por este país, pero China le aguó la fiesta en el encuentro del Grupo de Suministradores Nucleares (GSN)", indicó Das, en alusión a la oposición de esa nación a que India participara en el comercio atómico durante una reunión en Viena en septiembre del año pasado.
El GSN reúne a los países proveedores atómicos, entre los que están China e India, a fin de contener la proliferación de dispositivos nucleares, como armas.
Al albergar a 110.000 refugiados tibetanos, los que huyeron con el Dalai Lama y su descendencia y los que llegaron después, era previsible que el pasaje de la antorcha olímpica fuera problemático.
Pero el 18 de abril de 2008, no hubo incidentes gracias al fuerte cordón de seguridad dispuesto a lo largo de su recorrido de casi tres kilómetros por el centro de Nueva Delhi y a la detención de algunos líderes de la resistencia tibetana.
Otra actitud poco amigable de China fue su decisión de bloquear un préstamo de 60 millones de dólares del Banco de Desarrollo Asiático para este país a fin de construir una represa hidroeléctrica en Arunachal Pradesh, indicó Das. Finalmente fue aprobado en junio, pero con oposición de Beijing.
En 2005, ambos países establecieron ciertos principios rectores a fin de convertir la línea que divide a ambos países en una frontera internacional real, lo que nunca llegó a concretarse.
La prensa local ha informado de frecuentes incursiones del Ejército Popular de Liberación chino en zonas sensibles, como Arunachal Pradesh y Ladakh, importante localidad del norteño estado de Jammu y Cachemira.
La consolidación de India como otra potencia asiática no cae bien a Beijing, según Das, y "es lo que parece haber atentado contra la concreción de un acuerdo fronterizo amigable", sostuvo la especialista.
Las incursiones del ejército chino en varios puntos de los 3.500 kilómetros de frontera son sintomáticas del malestar entre ambos países, añadió. Una situación similar ocurrió en 1962 cuando tras una reivindicación territorial de China hubo una breve, pero sangrienta guerra.
Desde entonces, China ocupa 38.000 kilómetros cuadrados en Aksai Chin, en Ladakh. Beijing ha mejorado la infraestructura a lo largo de la frontera y construido redes de caminos y vías férreas.
India, por su parte, con menos recursos, trata de seguirle el paso, en especial tras las últimas incursiones militares del ejército chino.
El gobernador de Arunachal Pradesh y ex comandante del ejército nacional, J. J. Singh, declaró en junio que la fuerza tenía previsto reforzar su presencia en el estado con unos 50.000 efectivos y aviones de combate.
Sus dichos generaron respuestas provocadoras en el vecino país.
Al reforzar su presencia militar en la frontera, India no logrará más que aumentar "la rivalidad entre ambos países", advirtió un editorial del periódico Global Times, reproducido por el influyente diario chino en inglés Diario del Pueblo.
El gobierno indio debe considerar "si puede afrontar, o no, las consecuencias de un posible enfrentamiento con China", remarcó.