El depuesto presidente de Honduras, Manuel Zelaya, ingresó subrepticiamente al país y se refugió este lunes en la embajada de Brasil para desde allí presionar hasta que la movilización popular y la huelga general convocadas por la resistencia lo regresen al gobierno.
"Ya estoy en Tegucigalpa decidido a reconstruir la democracia mediante el diálogo", dijo Zelaya en un contacto con Canal 36, una emisora de televisión favorable al movimiento liderado por el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado (FNR)
La noticia se regó inmediatamente por todo el país y los miembros del FNR que comenzaban a concentrarse en el instituto Central "Vicente Cáceres", el mayor centro de enseñanza secundaria, inmediatamente se dirigieron hacia la "Casa de las Naciones Unidas", ubicada en una céntrica zona de Tegucigalpa, pero poco después se confirmó que esta versión era falsa.
Luego se trasladaron a la embajada de Brasilia en Tegucigalpa y allí lo vieron a Zelaya, quien, vestido con su habitual sombrero blanco, chaqueta de cuero marrón y pantalón negro, se reunió con su esposa, Xiomara Castro, que llegó a la sede diplomática al frente de millares de seguidores.
El gobierno de facto de Roberto Micheletti, que había negado la presencia de Zelaya en el país a mediodía, reimplantó el toque de queda apenas fue confirmada la novedad y se movilizaba la resistencia.
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Simultáneamente, el alto mando de las Fuerzas Armadas y policía ordenó el bloqueo de carreteras para evitar la afluencia de caravanas desde diversos puntos del país hacia Tegucigalpa. También dispuso la suspensión del tráfico de llamadas telefónicas nacionales e internacionales.
En su primera declaración a la prensa, Zelaya confirmó que tuvo que viajar dos días desde Nicaragua hacia las montañas de Honduras. "No puedo dar detalles para que las personas que me ayudaron no sean molestadas", agregó.
Antes había conversado telefónicamente con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a quien solicitó que se comunicara con sus pares de América Latina para obtener apoyo diplomático para una solución pacífica de la crisis hondureña.
También dialogó telefónicamente con el canciller de Brasil, Celso Amorim, quien autorizó su ingreso a la embajada de ese país sudamericano y le prometió una conversación con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en las próximas horas.
Zelaya fue recibido al grito de "si, se pudo" al salir al balcón de la sede diplomática para saludar a la manifestación, conformada en su mayoría por militantes del centroderechista Partido Liberal, al que pertenecen tanto el mandatario derrocado como el golpista, y del izquierdista Partido Unificación Democrática (UD), quienes ondean sus banderas rojas y amarillas.
También estaban presentes dirigentes y militantes de organizaciones obreras, campesinas, maestros y profesores de educación primaria y secundaria, así como pobladores de barrios pobres de Tegucigalpa.
Juan Barahona, coordinador del Bloque Popular, declaró a IPS que la presión del pueblo hondureño en las calles logró el primer objetivo, que era el retorno de Zelaya, y ahora será su restitución en la presidencia. "Luego vamos por la Asamblea Nacional Constituyente para promulgar una nueva ley fundamental y de esta manera cerramos el paso al proceso electoral espurio", dijo.
Tras 86 días de exilio luego de que fue sacado de su casa en la madrugada por la fuerza militar y puesto en un avión que lo llevó a Costa Rica, Zelaya igual llamó al diálogo a todos los sectores sociales para resolver la crisis institucional.
"No debe haber violencia, soy hombre de paz y de Dios", dijo ante una gran cantidad de periodistas locales y extranjeros, en la legación diplomática brasileña.
"Los oficiales y soldados de las Fuerzas Armadas no deben agredir al pueblo. Somos gente desarmada. Llamo a todo el pueblo hondureño, mis amigos y simpatizantes para que vengan a Tegucigalpa y se mantengan en los alrededores de la embajada de Brasil, que reconstruyamos el poder popular", arengó.
Luego agregó que la reconciliación pasa por el diálogo y que hay que dejar a un lado todo tipo de prejuicios, con el apoyo de la diplomacia de la comunidad internacional. "Estoy con el corazón abierto y que Dios premie al que tenga que premiar y castigue al que tenga que castigar", añadió.
En un principio, Micheletti negó la versión periodística de que Zelaya había ingresado a Honduras. "Se trata de esa guerra mediática emprendida por un canal de televisión y una radio que diariamente lanzan datos falsos para intimidar y confundir a la población", sostuvo con énfasis.
El ministro de Defensa, Leonel Sevilla, y el director de Migración, Nelson Mejía, también negaron la presencia de Zelaya en el territorio nacional. Luego, ambos funcionarios afirmaron que la Policía Nacional cumplirá la orden de captura que fue librada por la Corte Suprema de Justicia el 28 de junio, cuando fue expulsado del gobierno y de su país.
Ese día, comandos especiales de las Fuerzas Armadas, cubiertos el rostro con pasamontañas, abrieron a tiros la puerta principal de la modesta residencia de Zelaya en un barrio de clase media de Tegucigalpa y, luego de reducirlo a la impotencia lo subieron a un camión militar y lo llevaron a la base del aeropuerto Toncontín.
Vistiendo aún ropa de dormir, fue abandonado en el aeropuerto Juan Santamaría de San José de Costa Rica.
Tras el golpe de Estado, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas, además de una gran cantidad de gobiernos y organizaciones privadas desconocieron al gobierno que instaló Micheletti, quien alega que no hubo golpe de Estado, sino "una sucesión presidencial conforme a la Constitución".
El gobierno de Estados Unidos canceló el visado para ingresar a ese país del propio Micheletti, del presidente del parlamento, Alfredo Saavedra, de 14 de los 15 miembros de la Corte Suprema de Justicia y de otros funcionarios claves de la administración, como el ministro de la Presidencia, Rafael Pineda Ponce, Sevilla, el canciller Carlos López y la ministra de Finanzas, Gabriela Núñez.
Además, Estados Unidos canceló más de 15 millones de dólares en ayuda militar al país centroamericano y otros 14 millones de la llamada Cuenta del Milenio para apoyar la construcción de importantes carreteras y la producción agroindustrial.
Sólo los gobiernos de Japón, Israel y Taiwán mantuvieron sus relaciones diplomáticas con Honduras y la mayoría de países retiraron sus embajadores de Tegucigalpa.
En las últimas semanas, una serie de gobiernos latinoamericanos, de la Unión Europea y el de Estados Unidos indicaron que desconocerían un gobierno surgido de las elecciones programadas para el 29 de noviembre, fijadas antes del golpe conforme el cronograma del Tribunal Supremo Electoral iniciado en 2008 con los comicios primarios.
En esa instancia se escogió a los candidatos a la presidencia de Honduras, a diputados y para alcaldes en los dos grandes partidos históricos, el Liberal y el opositor y derechista Nacional. Las otras tres agrupaciones más pequeñas escogieron sus postulantes mediante convenciones y otros mecanismos internos.
El plan de Zelaya y sus seguidores es generar una gran movilización hacia Tegucigalpa y mantener rodeada la embajada de Brasil para protegerlo, además de una huelga nacional en todas las instituciones del Estado, donde hay sindicatos de trabajadores de las tres centrales sindicales y del Bloque Popular, integrantes del Frente de Resistencia.
Dirigentes de los colegios (sindicatos) de profesores de educación primaria y media llamaron a sus miembros a un paro total de actividades en el sistema educativo y viajar a Tegucigalpa para apoyar al depuesto presidente Zelaya.
César Ham, candidato presidencial del izquierdista partido Unificación Democrática, sostuvo ante IPS que habrá un fuerte cordón humano en torno a la embajada de Brasil, ya que "no vamos a permitir que Zelaya vuelva a ser secuestrado".
"Después del trabajo de las comisiones de diálogo, vamos hacia la Casa Presidencial (sede del gobierno) para que retorne a su cargo y se convoque a una Asamblea Nacional Constituyente para que el país no siga bajo la dirección de 10 familias ricas, sino de los siete millones de hondureños".
Rasel Tomé, secretario de la Comisión de Diálogo del presidente Zelaya, indicó que el FNR se va a quedar el tiempo que sea necesario en las afueras de la embajada y para ello ya se comenzó a organizarse la entrega de agua, alimentos y abrigos para descansar. Pero advirtió ante IPS que se mantendrá una férrea vigilancia para evitar infiltraciones y rechazar cualquier ataque de fuerzas combinadas del ejército y la policía.
Otros miembros de la resistencia confirmaron que no se van a ir y exhortaron a las Fuerzas Armadas y a la policía a evitar cualquier enfrentamiento violento.
Mientras, la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas se reunió de emergencia para analizar la situación ante la presencia de Zelaya en Tegucigalpa. Lo mismo ocurrió con la cúpula de mando de la Policía Nacional.
Por otra parte, el secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza, es esperado por Zelaya este martes, para participar en este diálogo para reconstruir la institucionalidad del país.