Millones de árboles, sobre todo del Sur del planeta, están destinados a incinerarse en gigantescos hornos de Europa para cumplir con supuestos propósitos de generar electricidad sin profundizar el cambio climático.
En los últimos dos meses, empresas británicas de energía anunciaron la construcción de al menos seis nuevas centrales eléctricas a biomasa para generar 1.200 megavatios. La biomasa a emplear serán astillas de madera.
En Gran Bretaña ya se están construyendo varias centrales, para generar otros tantos 1.200 megavatios, incluyendo la más grande del mundo, situada en Port Talbot, Gales, en el sudoeste.
En esas generadoras se quemarán entre 20 y 30 millones de toneladas anuales de madera, casi toda procedente de otras regiones y equivalente a por lo menos un millón de hectáreas de bosques.
"Europa cocinará los bosques tropicales del mundo para combatir el cambio climático; es una locura", dijo a Tierramérica la activista Simone Lovera, de la no gubernamental Coalición Mundial por los Bosques, con sede en Asunción.
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Europa se comprometió a reducir en 20 por ciento sus emisiones de carbono, el principal gas de efecto invernadero, para 2020. El uso de biocombustibles y la electricidad de biomasa serán centrales en esa estrategia, indican expertos.
Según Jarret Adams, portavoz de Adage —una empresa de riesgo compartido entre el gigante nuclear francés Areva y la compañía eléctrica estadounidense Duke Energy—, "la biomasa es un sector muy promisorio para las compañías energéticas".
Adage construye una central eléctrica para generar 50 megavatios de biomasa de madera en el meridional estado de Florida, dijo Adams a Tierramérica.
"Las autoridades federales y estaduales de Estados Unidos consideran que la quema de madera para obtener electricidad es neutra en carbono": el proceso de generación eléctrica mediante la quema de madera lanza menos o igual cantidad de dióxido de carbono que la absorbida durante la fotosíntesis por los árboles usados como materia prima.
Cuando Tierramérica lo interrogó sobre la certeza de esa neutralidad, Adams contestó: "Es así. Pero, ¿quién tiene la certeza?".
Brasil podría satisfacer la demanda europea de astillas, pero no talando bosques, sino expandiendo sus plantaciones forestales en 27 millones de hectáreas, principalmente de especies exóticas como el eucalipto (Eucalyptus), señaló Lovera en base a un informe al que accedió su Coalición.
"La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) también presiona a los países para que expandan las plantaciones de árboles", añadió.
Un vistazo a las empresas dedicadas al comercio internacional revela la existencia de una floreciente industria de madera para generación eléctrica.
La canadiense MagForestry, que opera en la República del Congo, embarcará 500.000 toneladas anuales a Europa. IBIC Ghana Limited dice que puede exportar 100.000 toneladas de maderas nobles y de coníferas. La estadounidense Sky Trading ofrece proveer de hasta 600.000 toneladas de astillas para biomasa de su país o de Brasil.
International CMO Business Biomass se define como dedicada a reducir el uso de carbón y ofrece madera en astillas de Brasil, Chile, Uruguay y Argentina para abastecer al mercado energético europeo.
Según Lovera, la forestación con fines industriales ha tenido impactos devastadores en poblaciones y ambiente de América del Sur.
Nadie puede creer seriamente que estas plantaciones tengan biodiversidad o función ecológica similares a las de los bosques naturales. En realidad son "desiertos verdes" por la cantidad de agua que consumen, y que quitan a la flora local.
Abundan los ejemplos sobre comunidades expulsadas de sus tierras para dejar paso a estos monocultivos, señaló Lovera.
A raíz de las crecientes evidencias de impactos sociales y ambientales negativos de las plantaciones, una coalición internacional de organizaciones no gubernamentales fijó el 21 de septiembre como Día Internacional Contra los Monocultivos de Árboles.
"Se dice que la quema de madera es neutral en materia de carbono, pero no es verdad", señaló en una entrevista Rachel Smolker, investigadora del estadounidense Global Justice Ecology Project.
Según Smolker, investigaciones de la organización no gubernamental estadounidense Massachusetts Environmental Energy Alliance muestran que la quema de árboles para producir electricidad genera 1,5 veces la cantidad de carbono emitido por la combustión de carbón mineral, y entre tres y cuatro veces más que el gas natural.
Talar un árbol, enviarlo a cientos de miles de kilómetros para quemarlo y luego sembrar un arbusto diminuto para reemplazarlo no es neutralidad en materia de carbono, declaró en una entrevista Scott Quaranda, de la estadounidense Dogwood Alliance.
Las políticas de energía del gobierno de Estados Unidos alientan planes de construir unas 102 centrales energéticas de biomasa o biocombustibles en el sudeste del país, dijo.
Una sola de ellas puede requerir millones de toneladas de biomasa, principalmente astillas de pino taeda (Pinus taeda), que crecen rápidamente y que ya cubren los estados del sur.
Éstas son plantaciones de las últimas dos décadas para abastecer a la industria de la celulosa. Casi todas se cultivaron a expensas de bosques naturales, lo que tiene numerosos impactos: contaminación del agua con herbicidas y fertilizantes, sedimentos y restos de la tala que obstruyen las corrientes, degradación de suelos y pérdida de hábitat para las especies de la zona.
Una de cada cinco hectáreas de esa enorme región ahora es un desierto verde, según Quaranda.
"Vamos en camino de destruir todos los ecosistemas de bosques y praderas que quedan para convertirlos en bioenergía", dijo Smolker, citando el estudio "Implications of Limiting CO2 Concentrations on Land Use and Energy" (Consecuencias de limitar las concentraciones de dióxido de carbono sobre el uso de la tierra y la energía), publicado el 29 de mayo en la revista Science.
La investigación sostiene que los gravámenes para desalentar el uso de combustibles fósiles y la consideración de la energía de biomasa como neutral en carbono podrían convertir los pastizales y bosques que queden en el planeta para 2065 en insumos para bioenergía.
* Este artículo fue publicado originalmente el 19 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.