ECONOMÍA-ALEMANIA: Merkel celebra, pero afronta dura crisis

La canciller (jefa de gobierno) de Alemania, Angela Merkel, aún celebra su triunfo en las elecciones generales, pero también se prepara para afrontar un nuevo periodo con serias limitaciones financieras causadas por la crisis económica mundial.

Los comicios del domingo dieron lugar a un nuevo gobierno de coalición entre la Unión Democrata Cristiana (CDU), de Merkel, y el Partido Democrático Libre (FDP), que obtuvieron 34 por ciento y 14,6 por ciento de los sufragios respectivamente.

Ahora con el apoyo de los liberales, Merkel afronta un segundo periodo que estará caracterizado por casi insuperables limitaciones financieras.

Se proyecta que la producción económica alemana caiga cinco por ciento este año. La deuda pública alcanzará los 1,7 billones de euros este mes, y seguirá creciendo. El déficit fiscal cruzará el límite de tres por ciento del producto interno bruto (PIB) fijado por la Unión Monetaria Europea.

Es probable que la crisis se profundice el año próximo. El desempleo podría llegar a afectar a cuatro millones de alemanes.
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El nuevo gobierno podría verse obligado a romper las promesas electorales. El principal compromiso del FDP durante la campaña fue recortar los impuestos sin reducir los beneficios sociales.

La mayoría de los economistas coinciden en que ese plan no es realista. El asesor económico del gobierno, Wolfgang Franz, dijo en conferencia de prensa el lunes: "Los aumentos de impuestos son inevitables. Si el gobierno quiere acabar con las deudas del Estado, deberá aumentar los gravámenes, especialmente el impuesto al valor agregado".

Una drástica caída en las exportaciones también obligará a Merkel a estimular la demanda interna.

"El nuevo gobierno debe reducir el gasto, pero al mismo tiempo cuidar de no cortar la actividad económica", escribió el comentador político Ulrich Schaeffer en el periódico Sueddeutsche Zeitung.

Otros piden recortes del gasto público en sectores como ambiente, ayuda al desarrollo y defensa. Nobert Walter, economista jefe del Deutsche Bank, dijo que el nuevo gobierno debería reducir los subsidios para las energías renovables.

Hay especial preocupación sobre el futuro de los compromisos en ayuda al desarrollo, que no tienen ningún defensor en el nuevo gobierno.

Bajo la anterior administración del Partido Socialdemócrata (SPD), la asistencia al desarrollo creció de 0,27 por ciento del PIB en 1998 a 0,38 por ciento en 2009. El presupuesto del Ministerio para Desarrollo Económico y Cooperación aumentó 679 millones de euros en 2009, un incremento de casi 14 por ciento a lo largo del año pasado.

El SPD, que ha gobernado en los últimos 11 años, sufrió su peor derrota el domingo, al obtener solamente 23 por ciento de los sufragios. Desde 1998, el SPD ha perdido 10 millones de votantes.

El apoyo a la socialdemocracia cayó fuertemente. En 1969, el SPD ganó 43 por ciento de los votos, y en 1998 tenía casi lo mismo: 41 por ciento. Para 2005, el respaldo a esa fuerza política cayó a 34 por ciento, y ahora se redujo a 23 por ciento.

La caída del SPD se produce por la emergencia del nuevo Partido de la Izquierda, formado por socialdemócratas disidentes y ex comunistas de la antigua Alemania oriental, y por la consolidación del ambientalista Partido Verde. Mientras los izquierdistas obtuvieron 12 por ciento de los votos, los verdes se quedaron con 11 por ciento.

Este escenario electoral, junto a la masiva abstención (más de 18 millones de ciudadanos no votaron), obligará al SPD a adoptar reformas, sostuvo el analista Franz Walter, de la Universidad de Goettingen. "El SPD tiene que revisar sus posiciones sobre trabajo y políticas sociales, y también su actitud hacia el Partido de la Izquierda, para hacer posible una nueva alianza de izquierda", señaló.

El nuevo gobierno podría introducir cambios impopulares en políticas de energía y ambiente. Tanto la CDU como el FDP anunciaron en la campaña una revisión del plan de desmantelamiento de la energía nuclear —-decidido por el gobierno del SPD en 2002—y autorizar la agricultura genéticamente modificada.

Ambos partidos en la coalición negaron planes de construir nuevas plantas atómicas, pero sí anunciaron que su nuevo gobierno revisaría la decisión de cerrar los reactores que funcionan actualmente y aumentaría su vida útil.

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