DESARROLLO: Industriales, emergentes y pobres

Un nuevo idioma se popularizó en el camino a la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) iniciada este jueves en la nororiental ciudad estadounidense de Pittsburgh. Se habla de desarrollados, emergentes y, por supuesto, de pobres. La última categoría es la que no cambia.

Las que ahora se llaman economías emergentes hasta ayer eran simplemente países en desarrollo. Raramente se cuestionaba que las naciones industriales dejaran de ser prósperas, simplemente por ser quienes eran. Y el mundo en desarrollo también seguiría siéndolo para siempre. ¿A quién se le ocurrió que los más pobres algún día serían ricos?

Pero en lo que antes se conocía como el mundo en desarrollo, hoy hay dos nomenclaturas: los países en desarrollo propiamente dichos y los emergentes. Y en el escenario mundial, los emergentes se sientan ahora a la misma mesa que los industrializados.

Y es que el G-20 está integrado por el Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) y las economías emergentes.

"Sólo necesitamos fijarnos en la historia de las negociaciones internacionales para ver los modelos de ‘divide y reinarás’. Éste es un esfuerzo para debilitar al bloque del Grupo de los 77", dijo a IPS Asad Rehman, de la organización ambientalista Amigos de la Tierra en referencia al G-77, el bloque que históricamente reunió a todos países en desarrollo dentro de la Organización de las Naciones Unidas.
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Ése ha sido un bloque efectivo, "capaz de mantenerse unido para las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Necesitamos un G-77 fuerte", señaló Rehman.

Según él, este bloque se divide en los países en desarrollo más vulnerables, por un lado, y los más grandes e industrializados, que pueden velar solos por sus intereses, por el otro.

Y con la creación del G-20, las voces de esos vulnerables no se oirán, o se oirán mucho menos que si el mundo en desarrollo se hubiera mantenido unido.

"Esto significa que la mesa del G-8 se ha expandido para incluir a las economías emergentes y plantea la gran pregunta de dónde se ubicarán éstas en relación a los otros países en desarrollo", dijo a IPS John Hilary, director ejecutivo de la organización independiente sobre desarrollo War on Want.

Esto se constituirá en un problema particular ante las inminentes negociaciones de la OMC, sostuvo.

"En la OMC los países en desarrollo tienen que verse como un bloque coherente, e identificarse por ese nombre", dijo. Puede ser muy peligroso que esto no ocurra, planteó, porque "primero está la unidad y después el poder".

Las economías emergentes están claramente ansiosas de desprenderse de la etiqueta de "tercer mundo", que les resultaba casi vergonzante. Nadie habló jamás del primer mundo de los industrializados, nadie estaba muy seguro de qué era o dónde estaba el segundo, a menos que se tratara de aquella relativa prosperidad socialista de las antiguas repúblicas soviéticas, sus aliados de Europa oriental y países como la antigua Yugoslavia.

Esa categoría de "tercer mundo" se disolvió para dar paso a una nueva que ocupará el segundo lugar. Habitualmente se la identifica con China, India, Brasil y Sudáfrica. Pero hay otros más en ese segundo lugar, de los que no se suele hablar, por lo menos no en las negociaciones mundiales: la región de Medio Oriente y África del Norte (MENA, por sus siglas en inglés).

Esa región tiene una economía más grande que varios de los emergentes. Incluye a potencias como Arabia Saudita —que integra el G-20— y Emiratos Árabes Unidos.

Pero la dificultad que presenta el bloque de países emergentes no es que excluya a sus pares, sino el hecho de que puede llegar a excluir a sus propios integrantes. Los pobres de Sudáfrica, China, India y Brasil son una suerte de garantía de que sus gobiernos no adoptarán políticas que perjudiquen a los más desposeídos.

Esto se pondrá a prueba muy pronto. La primera de esas instancias será la reunión de ministros que reanudarán las conversaciones comerciales de la OMC. El encuentro está convocado para noviembre en Ginebra.

En la cumbre del G-8 celebrada entre el 8 y el 10 de julio en la localidad italiana de L'Aquila, los líderes de los países industrializados y emergentes acordaron que el año próximo debería quedar concluido un nuevo tratado comercial. La pregunta es qué estarán dispuestas a entregar las economías emergentes para que eso pase.

Eso también podrá definir de qué lado están, o incluso si están de su propio lado.

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