DDHH-YEMEN: Catástrofe humanitaria a la vista

En el calor abrasador del desierto en Yemen, cerca de la frontera con Arabia Saudita, el sonido de la artillería pesada retumba cada pocos minutos entre las montañas, martillando los oídos de la agricultora Askar Ragass y su aterrorizada familia.

Los ataques con mortero y los bombardeos aéreos ahora resultan familiares a los simples cultivadores y pastores que huyen de la guerra que estalló en agosto entre el ejército de Yemen y los rebeldes chiitas houthi, en el montañoso territorio del norte del país.

«Tenemos mucho miedo», dijo Ragass a Al Jazeera desde su tienda ubicada en el campamento de Al-Mazraq, donde vive con su familia y con otras 500 de desplazados desde que huyeron de sus aldeas.

«Cada vez que oímos algo corremos hacia nuestras tiendas. Recordamos lo que ocurría en nuestros hogares. El sonido de los bombardeos nunca se olvida. Cuando escuchamos un avión, simplemente no nos podemos mover: pensamos que está por disparar sobre nosotros», señaló.

Es comprensible que las familias de este lugar se sientan inseguras. El 16 de este mes, 80 personas fueron asesinadas en un ataque aéreo contra un asentamiento para civiles desplazados en la noroccidental provincia de Amran, a pocos kilómetros de distancia.
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POLÍTICA DE TIERRA CHAMUSCADA

En agosto, el ejército lanzó la «Operación Tierra Chamuscada» contra los rebeldes chiitas que luchaban por una mayor autonomía en la noroccidental provincia de Saada.

El empobrecido Yemen no pudo soportar el conflicto que siguió, por lo cual los habitantes de esta región agrícola resultaron muy perjudicados.

Casi 10 por ciento de los niños y niñas que llegan al campamento de Al-Mazraq están muy desnutridos, y tienen que ser enviados a un hospital local para recibir una inmediata alimentación terapéutica, a fin de impedir un daño permanente en sus cuerpos frágiles y sus mentes jóvenes.

No obstante, estos refugiados se consideran afortunados.

De los 150.000 civiles desplazados en el norte de Yemen, ellos son los únicos con un acceso inmediato a agua potable, alimentos, atención médica y, lo que es más importante, seguridad. Decenas de miles más que huyeron de sus hogares ahora están atrapados por los enfrentamientos, viviendo bajo puentes y árboles con poco o ningún acceso a la asistencia.

La organización yemenita de asistencia Al-Amal es una de las pocas con trabajadores en el terreno, dentro de la zona de guerra.

«Estamos al borde de una importante catástrofe humana», dijo Tayyib Izzedeen, subdirector de Al-Amal.

«Dentro de la ciudad de Saada no hay nada que comer, ni electricidad, ni agua, ni medicinas, y si se puede encontrar algo, cuesta el triple», agregó.

SIN AGUA NI ALIMENTOS

Izzedeen indica que la situación es aún más crítica en Baqim, a 20 kilómetros de la frontera saudita, donde hasta 30.000 civiles, la vasta mayoría de ellos mujeres y niños, están varados a la intemperie, sin alimentos ni agua y atrapados en el fuego cruzado.

«Están rodeados por las luchas entre las tribus y los houthis, y por el bombardeo de los aviones de combate del gobierno», dijo Izzedeen.

«No tienen nada que comer, ni medicinas, ni seguridad, ni refugio. No tienen nada de lo que se necesita para sobrevivir», añadió.

A las agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) les han impedido el paso en la frontera entre Yemen y Arabia Saudita, no pudiendo brindar asistencia y luego de haber visto el sufrimiento de civiles inocentes a pocos kilómetros de allí.

«No hay corredores humanitarios», dijo Laure Chedrawi, de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

«De hecho, el acceso de ayuda humanitaria es cada día más estrecho. Continuamos llamando a los gobiernos yemenita y saudita a que nos permitan asistir a los habitantes del campamento de Baqim», señaló.

CORDÓN DE SEGURIDAD

El ejército de Yemen bloquea el acceso a la asistencia destinada a la población civil dentro de la zona de guerra con puestos de control, argumentando que las condiciones son demasiado inseguras para que los civiles salgan o los socorristas entren.

El gobierno saudita impide cualquier movimiento transfronterizo de trabajadores humanitarios o familias, temiendo que los rebeldes houthi puedan hacerse pasar por refugiados para ingresar al reino.

Mientras, la falta de campamentos civiles organizados y claramente demarcados dentro de la zona de guerra se suma a la confusión y la bruma del conflicto, con consecuencias trágicas.

«La gran cantidad de personas asesinadas recientemente en la provincia de Amran envía un mensaje muy perturbador a los civiles desplazados», dijo Naseem Ur-Rehman, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

«El gobierno dice que allí no hubo desplazados, pero la realidad es que los desplazados están desparramados por vastos sectores de tierra. Ahora están confundidos en cuanto a dónde deberían ir», agregó.

EL ESCAPE

Hassan Ahmed Naba’ee y su familia estuvieron entre los pocos que pudieron hallar la manera de salir de la zona de guerra y de llegar al campamento de Al-Mazraq.

«Un ataque con morteros y artillería se desató sobre nosotros por la noche», dijo Naba’ee a Al Jazeera, mientras gotas de sudor caían por su rostro en el sofocante calor de la tienda de campaña familiar.

«Hubo un ataque contra blancos estatales, y luego el gobierno contraatacó. Bombardearon al azar sobre nuestras aldeas y hogares. No podíamos quedarnos, simplemente dejamos nuestras casas y huimos», relató.

Los gemelos recién nacidos de Naba’ee, Abdullah y Noura, lloraban desconsoladamente mientras los miembros de la familia se turnaban para abanicarlos con pedazos de cartón. Nadie sabe cuánto tiempo se quedará en este campamento.

La guerra, que se desató intermitentemente desde 2004, parece no tener fin, y ahora se está propagando.

Actualmente se desarrolla mucho más allá de las fronteras de la provincia de Saada, y ha envuelto partes de las vecinas Amran, Jowf y Hajja, amenazando con desestabilizar el país y causar hambruna en el norte.

Si la situación en el campamento de Al-Mazraq revela las mejores condiciones en que viven los civiles del norte, entonces hay muchos motivos para preocuparse.

«Al-Mazraq es seguro. Es por eso que se ve organizaciones de asistencia trabajando allí. Pero en todas las otras áreas del Yemen septentrional, enfrentamos un desastre humanitario inminente», advirtió Izzedeen.

* Publicado por acuerdo con Al Jazeera.

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