La segunda cumbre de países africanos y sudamericanos concluyó en la caribeña isla de Margarita, en el noreste de Venezuela, con una declaración que ratificó las tesis del Sur frente a la agenda internacional y renovó compromisos de cooperación para luchar contra la pobreza y por el desarrollo.
Asistieron ocho mandatarios sudamericanos y 20 africanos, más varios vicepresidentes, primeros ministros, cancilleres y otros funcionarios de un total de 61 países, y esa nutrida asistencia fue considerada un éxito por los participantes, después de la modesta asistencia a la primera cumbre, en Abuja, hace tres años.
La Declaración de Nueva Esparta (nombre del estado venezolano que integran Margarita y dos pequeñas islas) es un texto "ómnibus" de 30 páginas, que recoge las tesis del Sur en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y propone reformar el Consejo de Seguridad de ese foro mundial.
"Afirmamos nuestro total apoyo a la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU como proceso que garantice una mayor participación de los países en desarrollo de las regiones suramericana y africana, y el mejoramiento de sus métodos de trabajo, con el fin de corregir los actuales desequilibrios", señaló la declaración.
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, que aspira a un asiento permanente en el Consejo de Seguridad (como los que ocupan China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia) dijo en la cita que "el Consejo de Seguridad de la ONU perdió importancia y debemos trabajar juntos para su reforma".
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El texto recordó "la necesidad de solucionar de manera pacífica cualquier problema o disputa que pueda poner en peligro la seguridad regional o mundial", pero también "la determinación de tomar medidas apropiadas y efectivas contra cualquier amenaza a la paz ocasionada por la proliferación de armas químicas, biológicas y nucleares".
En materia de defensa se destacó la intervención del líder libio Muammar Gadafi, presidente de turno de la Unión Africana (UA) y quien pisaba suelo latinoamericano por primera vez en sus 40 años como gobernante.
Gadafi propuso que africanos y sudamericanos creasen una organización de defensa del Atlántico Sur, al estilo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte —iniciativa que no recogió la declaración final y que tampoco fue respaldada por otros expositores— y reiteró las críticas que días antes hizo en Nueva York al sistema de Naciones Unidas.
El gobernante libio también criticó a las potencias militares que sembraron minas antipersonales y anti-tanque en los países del Sur, y defendió que éstos empleen minas con carácter defensivo, pero la declaración condenó "la producción y uso de minas antipersonales por cualquier país".
Toda forma de racismo, discriminación y trata de personas fue condenada, y se asentó "la importancia de promover el intercambio de experiencias en el área de los derechos de la mujer, niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad".
Se recogieron los reclamos de que Gran Bretaña negocie con carácter de urgencia con Argentina la soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, que haga otro tanto con Mauricio respecto del archipiélago Chagos, y de que Francia examine con las Comoras la situación de las islas Mayotte.
El texto reafirmó el compromiso de "intensificar esfuerzos para erradicar la pobreza y el hambre", en el marco de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio.
Al cónclave asistió el director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), Jacques Diouf, quien impactó con su exposición sobre el avance del hambre en el mundo, al afirmar que por primera vez en la historia hay más de 1.000 millones de hambrientos, en el marco de la actual crisis global.
"Es un contraste porque por primera vez también hay en el mundo recursos suficientes para solventar el problema del hambre", observó el mandatario ecuatoriano Rafael Correa, presidente de turno de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
La cuestión agrícola y de alimentación mereció intervenciones a favor de la cooperación bi-regional e interés por participar en la cumbre sobre seguridad alimentaria que la FAO ha organizado para noviembre en Roma.
La presidenta argentina, Cristina Fernández, dijo que la naciente cooperación entre África y América del Sur puede desarrollar un nuevo modelo de comercio, en el que no sólo se venda y se compre, sino que se transfieran tecnologías y se creen empleos.
"Desde Argentina podemos aportar tecnología, experticia y maquinaria, para que África no dependa de lo que les dan por caridad desde misiones internacionales, sino que puedan producir ellos mismos sus alimentos", dijo Fernández.
Otro tema abundantemente mencionado fue el de la energía y la minería, y en la declaración los participantes "acordamos consolidar nuestros esfuerzos para el intercambio de experiencias en lo referente a uso de fuentes y ahorro de energía, en particular fuentes de energía limpias, renovables y alternativas".
Ambas regiones "cooperarán en temas relacionados con la producción y uso sostenible de combustibles fósiles, en especial petróleo y gas".
Chávez, casi después de cada intervención que tocaba el punto, destacaba el potencial de ambas regiones, que tienen la cuarta parte de las reservas petroleras del planeta, y lanzó la idea de crear una corporación energética entre estados.
El mandatario puso como ejemplo a Guinea Ecuatorial, que produce casi 400.000 barriles diarios de crudo, pero no tiene una refinería. Su gobierno, en el marco de la cumbre, suscribió acuerdos con Mauritania y Níger para estudiar la construcción de una con fuerte participación venezolana en algún punto de África occidental.
En materia ambiental, los africanos y sudamericanos resaltaron la responsabilidad histórica de los países industrializados en el calentamiento global y su obligación de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Apoyaron que un fondo especial dirigido a las naciones en desarrollo les permita fortalecerse internamente para hacer frente a los desequilibrios y desastres climáticos.
En el marco de la cumbre, siete países sudamericanos, Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, adoptaron el documento que crea el Banco del Sur, con un capital inicial de 20.000 millones de dólares, de los cuales 12.000 millones aportarán a partes iguales Brasilia, Buenos Aires y Caracas.
Chávez planteó llevar a ese banco reservas en divisas de naciones sudamericanas "porque tenerlas en los bancos del norte para que nos presten con nuestro propio dinero es cosa de bobos", y también que la entidad se alíe con una similar de África para crear un gran banco del Sur para financiamiento de programas de desarrollo.
"Ya le tengo hasta nombre, se puede llamar Bancasa (por las siglas ASA, África-Sur América que distingue a las cumbres)", dijo Chávez, y varios mandatarios africanos expresaron abierta simpatía con la idea.
En el tema drogas, la declaración dijo que africanos y sudamericanos "nos comprometemos a fomentar iniciativas, propuestas, acciones y actividades para combatir este fenómeno, tanto en el ámbito bilateral como bi-regional".
El plante de Bolivia de que se reconozca el uso ancestral de la hoja de coca por sus pueblos originarios generó roces y demoras sobre ese punto, y la solución fue insertar en el capítulo de cultura un párrafo según el cual "tomamos nota de que el masticado de las hojas de coca es una manifestación cultural ancestral del pueblo boliviano, que debe ser respetada en la comunidad internacional".
Chávez ofreció facilidades para instalar en Margarita una secretaría de la cumbre, y se acordó un mecanismo de seguimiento mediante grupos de trabajos sectoriales conducidos por funcionarios de alto nivel que se reunirán en pocos meses y presentarán propuestas a una reunión de cancilleres que se efectuará en un año.
La tercera cumbre se celebrará en 2011 en Libia.