AMÉRICA DEL SUR-ÁFRICA: En la cumbre, primero la política

Un llamado a la confianza en las fuerzas propias y a la unidad de acción política marcó el inicio este sábado de la segunda Cumbre África-América del Sur en Margarita, isla caribeña en el noreste venezolano.

«Ya no habrá un mundo unipolar ni bipolar. El mundo será multipolar, con África como un gran polo, y Sudamérica igual», dijo el presidente Hugo Chávez al dar la bienvenida a una veintena de mandatarios africanos y siete sudamericanos en la cita.

Por su parte, el presidente de Libia, Muammar Gadafi, quien por primera vez pisa suelo latinoamericano, señaló: «Las potencias quieren seguir siendo potencias, pero nosotros tenemos que construir nuestra fortaleza con nuestras propias fuerzas, porque nuestra debilidad no favorece la paz ni la seguridad internacionales».

Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se regocijó al afirmar: «El siglo XXI nos encuentra cada vez más unidos». «No existe problema global que no pueda ser abordado en conjunto por África y América del Sur, y no existe problema global que pueda ser enfrentado sin África y América del Sur», dijo.

Sus intervenciones en la apertura de la segunda cumbre bi-regional —la primera se efectuó en Abuja en 2006— dieron inicio a una serie de exposiciones en defensa de la unidad de acción política del Sur y la cooperación posible entre las dos regiones.
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Los cancilleres, entretanto, resolvían algunas diferencias en el documento de más de 90 párrafos propuesto como borrador de declaración, casi el doble de extenso del compendio de expresiones de buena voluntad que fue el texto final de Abuja.

Con la precaución de no sumergirse en un mar de retórica, africanos y sudamericanos llamaron la atención sobre la necesidad de entramar un verdadero tejido de cooperación.

«Debemos crear un secretariado permanente que haga seguimiento de los acuerdos que adoptemos», planteó Gadafi, tras abogar para que «esta cumbre histórica produzca resultados prácticos, que consoliden las victorias alcanzadas por nuestros pueblos».

También Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, planteó la necesidad de adoptar alguna «hoja de ruta», que permita encauzar con éxito los acuerdos que se vayan tejiendo.

Chávez propuso que los comités de seguimiento de los acuerdos sectoriales que puedan impulsarse, recogidos en un plan de acción junto con la declaración, «se eleven al nivel de ministros», y que una primera reunión de evaluación la efectúen esos funcionarios a comienzos de 2010.

También propuso Chávez que se establezca «una especie de mesa estratégica presidencial», para que sean los mandatarios quienes, con sus asesores, evalúen si las «declaraciones de buenas ideas» se traducen en planes con metas y recursos.

«Debe haber un espacio, llámese como se llame, que permita fortalecer el intercambio entre nuestras economías, muchas de ellas absolutamente complementarias», dijo por su parte la presidenta argentina Cristina Fernández.

Los mandatarios muestra recelo porque la Declaración de Abuja recogió puntos de vista comunes y expresiones de buenos deseos, pero su seguimiento fue tan débil que la segunda cumbre no se efectuó hace un año como se previó inicialmente y se pospuso en un par de ocasiones hasta estos últimos días.

La tercera cita, según el consenso adelantado en esta isla, se efectuará en Libia en 2011.

Gadafi usó la cumbre para reeditar las críticas que formuló en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas contra el predominio de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia).

«El mundo no son los cinco países del Consejo de Seguridad. Ellos tienen el derecho de veto y nosotros ninguno, pero nosotros somos la mayoría y por eso debemos sostener con fuerza nuestros proyectos de unidad, para tener éxito», dijo Gadafi.

«El Consejo de Seguridad perdió importancia, y debemos trabajar juntos en su reforma», dijo por su parte Lula.

Pero el presidente brasileño también habló de la colaboración «que debe llevar a una alianza a favor del desarrollo y la paz», sustentada sobre bases materiales crecientes, como el paso del comercio bi-regional, en pocos años, de 6.000 a 36.000 millones de dólares» anuales.

Además, América del Sur «puede aprender en materia de seguridad de las enseñanzas de la Unión Africana (UA), que nos ha mostrado que la diversidad puede ser un elemento de unión», añadió.

Los desafíos compartidos por africanos y sudamericanos se multiplican, dijo Lula, y mencionó la crisis financiera, el problema del cambio climático y la insuficiencia energética en muchas sociedades «más las viejas plagas del hambre, la pobreza y el armamentismo».

De allí tomó pie para sugerir que la alianza bi-regional pudiera ampliarse a quienes compartían los mismos problemas, lo que podría interpretarse como un guiño hacia América Central y el Caribe, donde hay una fuerte presencia de afrodescendientes.

«Los países africanos rendimos homenaje a los habitantes sudamericanos de origen africano», dijo por su parte Zuma, y sugirió que «esa diáspora podría ser el puente para muchos proyectos de cooperación y desarrollo entre ambas regiones».

Lula, finalmente, puso como ejemplo concreto de alianza de fuerzas el papel cumplido por él, Fernández y Zuma en la recién concluida cumbre del Grupo de los 20 (G-20) países industrializados y emergentes, realizada en la nororiental ciudad estadounidense de Pittsburgh.

«Allí insistimos en que la prioridad no debe ser salvar bancos, sino que debemos ofrecer respuestas a los millones de personas que han perdido sus empleos», dijo el mandatario brasileño.

Agregó que «las señales que hablan de recuperación de la crisis no nos debe hacer cejar en el empeño, porque la mano visible del Estado ocupe el vacío regulatorio dejado por la mano invisible del mercado», concluyó.

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