A los habitantes de la capital mexicana les puede pasar lo mismo que a los protagonistas de la película estadounidense «Wall-e», que desbordados por la basura viven en una estación espacial mientras el simpático robot de ese nombre compacta los desechos en lo que queda de planeta.
Las intensas lluvias que han azotado la ciudad de México desnudaron uno de sus mayores problemas ambientales, como es la generación de basura y su manejo, pues las precipitaciones inundaron el Bordo Poniente, el mayor depósito de desechos del país.
Las anegaciones han impedido la recolección normal de las 13.300 toneladas de desperdicios generados en la urbe, un promedio de 1,51 kilogramos por habitante. Ante ello, el gobierno capitalino abrió una ruta alterna para llegar al basurero, sin que el servicio de recolección se haya normalizado totalmente.
"El problema que vemos es que no se está atacando la disminución de volúmenes de residuos sólidos, no hay una línea para desanimar a la gente a no producir basura", dijo a IPS Patricia Ramos, coordinadora de la Campaña de Residuos Sólidos de la organización ambientalista Greenpeace.
El Bordo, situado en el oriente de la capital mexicana, se extiende a lo largo de 600 hectáreas y en su subsuelo yacen 70 millones de toneladas de desperdicios.
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El funcionamiento del basurero ha sido motivo de pugna entre el gobierno nacional y el de la ciudad, pues el primero argumenta que el relleno sanitario debió cerrarse en 2008, debido a su ya nula capacidad para captar y procesar basura, y el segundo asegura que todavía tiene una vida útil de tres años.
Para escapar a la clausura, el gobierno del alcalde izquierdista Marcelo Ebrard obtuvo un amparo de la justicia, lo que le permitió seguir operando.
Otros dos basureros, ubicadas en el oriente capitalino, reciben más de un millón de toneladas al año. Las autoridades citadinas prometieron la construcción de un Centro Integral de Reciclaje y Energía en el sudeste de la metrópoli, lo cual aún no sucede.
Ante las inundaciones ocurridas, la Corte Internacional de Arbitraje y Conciliación (Ciaca) Ambiental, con sede en la ciudad española de San Sebastián, denunció que los líquidos producidos por la basura han contaminado el suelo y los mantos freáticos.
La Ciaca nació en México en 1994 con el propósito de resolver conflictos ambientales mediante la negociación entre estados, individuos y entes legalmente constituidos, como empresas y organizaciones no gubernamentales.
Pero la crisis del mayor depósito capitalino no está aislada de la realidad de los basureros mexicanos. De las 142 ciudades mexicanas con más de 100.000 pobladores, sólo 18 por ciento cuenta con rellenos sanitarios.
El 36 por ciento de la basura generada en el país deriva en botaderos a cielo abierto, los cuales debieron cerrar hace tres años, según el reglamento de la Ley General de Residuos.
Además, en México la basura no se aprovecha para generar electricidad o producir fertilizantes orgánicos a gran escala.
"La separación (de los desechos) es muy pobre y no es negocio para nadie, hay un desperdicio tremendo. Debería de reinsertarse mediante su tratamiento", sugirió Ramos.
Un diagnostico elaborado por el Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo, adscrito al estatal Instituto Politécnico Nacional y entregado a las autoridades edilicias, recomendó la prevención y minimización de la producción de basura, el manejo integral, la valorización y aprovechamiento, la prevención y control de la contaminación del suelo y campañas de comunicación y educación ambiental.
El año pasado, 1.533 empresas industriales, comerciales y de servicios presentaron planes de manejo de basura.
El gobierno capitalino sólo trata 10 por ciento de los ácidos líquidos provenientes de la basura y otros 620.000 litros se infiltran cada día y contaminan el suelo. En seis lugares de la capital existen plantas de compost.
Con el biogás producido por la basura confinada desde hace cinco años en el territorio mexicano se podría generar 80 megavatios de electricidad y adicionar otros 16 con la nueva basura que se acumula anualmente, según el Instituto de Investigaciones Eléctricas, de la estatal Universidad Autónoma de México.
En 10 años, la capacidad de generación total podría ser de 240 megavatios.
La Ley Federal de Residuos no deja en claro quién es el propietario de la basura el generador, el recolector o el administrador del depósito— hasta que ésta llega a manos de las autoridades, sean federales o municipales, y que dificulta su empleo para fines económicos.
El estudio del Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo sugirió la instalación de más plantas de compost y selección de basura, más centros de acopio y un mayor uso de los residuos de la construcción.
Por otra parte, en sitios como Argentina y la Unión Europea rigen leyes específicas sobre empaque y embalaje, de modo tal que los bienes vendidos llevan exclusivamente la envoltura necesaria y que implica una menor proporción de desechos. Greenpeace se ha dedicado, sin éxito hasta ahora, a la promoción de una legislación similar en México.